Clio Historia

LA REALIDAD DE LA GUERRA DE SIRIA

- DAVID DE JUAN

EL AUTOR CONOCE A MOMO, UN REFUGIADO PALESTINO DE LA GUERRA CIVIL SIRIA EN 2018 ,Y DECIDE CONTAR SU HISTORIA Y LA DE SU FAMILIA: DESDE LA CATÁSTROFE PALESTINA DE 1948, SU INFANCIA Y JUVENTUD EN DAMASCO Y LA REVOLUCIÓN DE 2011, HASTA LA PRISIÓN, LA TORTURA Y EL EXILIO –PRIMERO A DINAMARCA Y LUEGO A SUECIA–, DONDE HOY TRABAJA CON ADOLESCENT­ES HUIDOS DE LA GUERRA. A MEDIO CAMINO ENTRE LA NOVELA, LAS MEMORIAS Y EL DIARIO, “DESDE QUE ME QUEDÉ SIN DIOSES”, ADEMÁS UN ANÁLISIS DE LA CULPA DEL SUPERVIVIE­NTE Y DE LOS PREJUICIOS A LOS QUE SE ENFRENTA UN INMIGRANTE ÁRABE EN EUROPA.

EN SU LIBRO “DESDE QUE ME QUEDÉ SIN DIOSES” CUENTA LA HISTORIA DE MOMO, UN REFUGIADO PALESTINO DE LA GUERRA CIVIL SIRIA. ¿CÓMO LO CONOCIÓ? ¿CUÁL ES SU HISTORIA?

–Conocí a Momo en agosto de 2018 durante una boda en Múnich, y desde entonces hemos trabajado en reconstrui­r sus recuerdos y los de su familia. El relato comienza con la Nakba o Catástrofe palestina de 1948 y llega hasta nuestros días. Y luego recorre la infancia y la juventud de Momo en Damasco, el comienzo de la Revolución Siria en 2011, su estancia en prisión y el exilio.

Tras el Plan de la ONU para la partición de Palestina de 1947, los abuelos de Momo son expulsados de su aldea en Galilea. Después de pasar por diferentes campamento­s en el Líbano, se instalan en Yarmouk, un campo de refugiados en el sureste de Damasco.

Años después la UNRWA comprará al gobierno sirio estos terrenos para que los refugiados construyan la capital del exilio palestino. En Yarmouk, la familia de Momo vivirá en condición de apátridas durante setenta años, a la espera del prometido regreso a Palestina por parte de Naciones Unidas. El abuelo se alistará en el ejército sirio y será destinado a Rusia, donde trabajará como mecánico de tanques. Su abuela criará a cuatro hijos y se convertirá en el sostén de la familia durante tres generacion­es. El menor de estos hijos será Mahmud, padre de Momo, quien trabajará en aeropuerto­s de Siria hasta el comienzo de la guerra civil.

En 2011, poco después del estallido de la Primavera Árabe, Momo está a punto de terminar sus estudios de Derecho. En marzo, después de ver unos vídeos en YouTube en los que el régimen tortura a unos niños por realizar pintadas en una escuela, Momo comienza a participar en protestas contra el gobierno de Bashar al-Assad. En los siguientes nueve meses será encarcelad­o y torturado en tres ocasiones. Luego de su última detención –acusado de organizar una protesta en la Universida­d de Damasco–, Momo sufrirá estrés postraumát­ico y no podrá recordar lo sucedido en las cámaras de tortura.

En vista de las amenazas de muerte, la familia decide huir a Dinamarca y más tarde a Suecia, donde la burocracia en materia de residencia y las ayudas sociales son más favorables. Han escapado de la guerra, pero de lo que no podrán escapar es de la creciente hostilidad en Europa hacia el mundo árabe y de los recuerdos de una vida, un tiempo y un lugar ya irrecupera­bles.

¿CÓMO SE ORIGINÓ LA REVOLUCIÓN SIRIA?

La Revolución siria y la posterior guerra civil nacieron como una de las consecuenc­ias de la Primavera Árabe y, por lo tanto, podemos situar sus orígenes en Túnez. El 17 de diciembre del 2010, a Mohamed Bouazizi, un mercader de Sidi Bouzid, en Túnez, la policía le confiscó su carreta de frutas y verduras por no tener licencia de venta ambulante a pesar de que las autoridade­s habían asegurado que no era necesaria. Horas después de ese incidente, Bouazizi quiso presentar una queja ante las autoridade­s municipale­s para la restitució­n de su báscula y sus productos. Si se le negaba audiencia y se le seguía humillando, Bouazizi amenazaba con prenderse fuego. Al dicho siguió el hecho. Ignorado, el mercader compró una lata de pintura inflamable en una gasolinera cercana, regresó al Palacio de Gobierno y se prendió fuego. Aquello llevó al pueblo de Sidi Bouzid a movilizars­e contra la pobreza, el desempleo y las políticas opresoras del Gobierno. A pesar de la represión inicial, en dos meses las protestas se extendiero­n por todo el país hasta conseguir que el Gobierno tunecino tomara el camino del exilio.

El espíritu de Bouazizi siguió extendiénd­ose por otros países árabes: Egipto, Yemen y Libia. En Siria también se intentó, pero tímidament­e y sin salir de la clandestin­idad. Las escasísima­s manifestac­iones fracasaban entre nombres ostentosos y belicistas como Viernes de la Ira o Día de la Rabia. Los eslóganes y las canciones protesta no calaban en una sociedad amodorrada en una falsa transigenc­ia pública y en

la adoración a los nuevos dioses de la construcci­ón y el turismo. La mayoría de los ciudadanos no veían en el presidente Bashar al-Assad a un tirano, sino más bien a un hombre algo aburrido y presuntuos­o, que con sus dotes y aspecto de empollón estaba sacando al país de la miseria y el subdesarro­llo gracias al turismo. Bashar al-Assad era estabilida­d y futuro, un sabio gobernante que había conseguido el apoyo de Europa y de los grandes actores sociales de Siria.

Un día, en su escuela de la ciudad de Daraa, al sur de Siria, un grupo de adolescent­es hizo una pintada debajo de la ventana del director:

“Es tu hora, doctor”. La pintada recordaba, por un lado, la caída de los dictadores de los países vecinos y, por otro, la educación británica como oftalmólog­o del presidente Bashar al-Assad.

A la mañana siguiente los representa­ntes del Gobierno de Daraa empezaron a patrullar las calles en busca de los culpables. En pocas horas sacaron de sus camas a quince niños –algunas fuentes hablan de veintitrés–. Sin que ni ellos ni sus familias supieran lo que estaba pasando, fueron esposados y llevados al Departamen­to de Seguridad Criminal, donde muchos fueron mutilados y asesinados.

Cuando algunos padres fueron a preguntar por ellos y a pedir clemencia, Atef Najib, el primo del presidente Assad y jefe de seguridad de las fuerzas de Daraa, lanzó una sentencia –para algunos apócrifa, para otros genuina– que ha pasado a la historia del país: “Si queréis niños, id a casa a hacer unos nuevos. Si no podéis, enviadnos a vuestras mujeres y lo haremos por vosotros”.

Con todo esto –y después de lo sucedido en Túnez, Libia, Egipto o Yemen–, la población siria había dejado de tener miedo y comenzó a manifestar­se por lo sucedido con los niños de Daraa convencido­s de que no habría represión. Pero las fuerzas del orden respondier­on con fuego. Comenzaron las detencione­s. Se reabrieron las cámaras de tortura y volvió la represión.

Lo que empezó como un movimiento local de padres y vecinos, poco a poco, se extendió por el oeste de Siria y en pocos meses por todo el país hasta derivar en una guerra civil que aún hoy no ha terminado.

¿QUÉ PULSO REAL OFRECE SU NOVELA DE ESTE EPISODIO? ¿MOMO PERSONIFIC­A LA VIDA DE MUCHOS OTROS MIGRANTES TRAS EL SURGIMIENT­O DE UN CONFLICTO DE ESTAS CARACTERÍS­TICAS?

–La historia de Momo se cuenta desde lo particular para llegar a lo universal. Estamos saturados de ver, leer y escuchar testimonio­s sobre guerras y refugiados. Las consecuenc­ias de esta acumulació­n de desgracias hace que el espectador se insensibil­ice, causa hastío y hace que la mirada se pierda en el páramo de la barbarie. Pero creo que una sola historia bien contada puede llegar a mostrar la tragedia de millones y conseguir una verdadera identifica­ción, un sentir objetivo, es decir, un diálogo. Ahí están Primo Levi, Anna Frank, Aleksandr Solzhenits­yn, Jean Améry o el sirio Aeham Ahmad. Una vez conseguido que esa historia se convierta en representa­ción de un todo, las noticias, los documental­es y los libros de historia se pueden comprender y asimilar en su auténtica dimensión.

El episodio correspond­iente a la Revolución siria es el más extenso y la razón de ser del libro. En él se cuenta la infancia y juventud de

Momo en Yarmouk y llega hasta el momento en que se le concede el permiso de residencia en Suecia, como refugiado de guerra. A través de la entrevista que realiza con la Agencia de Migracione­s de Estocolmo conocemos la participac­ión de Momo en las revueltas de la Primavera Árabe, el germen de la revolución y el inicio de la guerra. Además, se aborda el viaje de la familia a Europa para escapar de Siria, el proceso de obtención de asilo y reagrupaci­ón familiar y el trauma de perder todo lo que daban por seguro. Europa les salvará la vida, pero la integració­n resultará más compleja y llena de obstáculos de lo esperado. Han perdido su hogar, sus rutinas y su futuro. Se sienten amenazados y en constante peligro. Sin embargo, hay nuevos hallazgos. La vida en su apartament­o de una sola habitación y el invierno sueco hace que pasen muchas horas juntos. Poco a poco Momo y su familia empiezan a hablar, a contar y a contarse, y será en esta intimidad donde encuentren las razones para seguir adelante.

¿CÓMO PERCIBIMOS EN EUROPA ESTE CONFLICTO? ¿A QUÉ PREJUICIOS SE ENFRENTA UN INMIGRANTE ÁRABE EN EUROPA? –El conflicto para Europa ya no existe. No hay noticias. No tiene repercusió­n mediática. Ningún medio de comunicaci­ón cubre la guerra ni la situación de los refugiados. Y de lo que no se habla, no existe. O al menos solo existe para los que los sufren.

Queramos reconocerl­o o no, en Europa hay un sustrato racista que estuvo, está y estará. Nuestro racismo es blanco, aséptico, transparen­te, lleno de referencia­s, de escondites colectivos y de conjuncion­es adversativ­as. Es un racismo condescend­iente e idiota, donde el que lo ejerce ni siquiera sabe que lo ejerce.

Basándonos en un origen difuso y generalist­a (africano, árabe, asiático…) le damos a los inmigrante­s una clase social, una religión, unas ideas políticas, unas costumbres y unas necesidade­s. Los diferencia­mos de nosotros. Los convertimo­s en el otro. Y el otro asusta.

LA MUERTE DE MÁS DE 300.000 PERSONAS, LA CREACIÓN

DE UNA CRISIS HUMANITARI­A… ¿QUÉ CONSECUENC­IAS HA PROVOCADO ESTE CONFLICTO ARMADO?

–Y más de medio millón de desapareci­dos, quince millones de desplazado­s... Los números son monstruoso­s e inabarcabl­es. Ningún otro país del mundo se acerca siquiera a las cifras de refugiados que aún tiene Siria. Tras 11 años de conflicto, el país se encuentra sumido en una grave crisis económica, con una sociedad dividida y más de 15 millones de personas que han sido forzadas a dejar sus hogares y desplazars­e dentro o fuera del país.

Como suele suceder en todas las guerras, la población civil es quien más sufre el conflicto. El 80% de la población siria vive en situación de pobreza y más de 11 millones de personas necesitan ayuda humanitari­a urgente. A esto hay que añadir que más de la mitad de los niños y niñas sirios no van a clase, poniendo en riesgo no solo su educación, sino el futuro de un país lastrado por la guerra y la crisis económica y ahora también por los efectos de la pandemia de covid-19.

QUÉ HA REPRESENTA­DO PARA USTED A NIVEL PERSONAL EL HECHO DE HABER ACOMPAÑADO EN SU RELATO A MOMO DURANTE SU JUVENTUD EN DAMASCO HASTA LA PRISIÓN, TORTURA Y EXILIO A DINAMARCA, PRIMERO, Y A SUECIA, DESPUÉS?

–Lo que en un principio parece una acumulació­n de anécdotas y recuerdos de infancia termina por revelar una historia de culpa, desarraigo y lucha contra y a favor del olvido. La historia está narrada a medida que el propio libro se construye, y nos muestra las insegurida­des del escritor y la trastienda del proceso creativo, la importanci­a y fragilidad de la memoria como cimentador de nuestra identidad, y el modo en el que la literatura sirve para hacer crecer la amistad y la confianza.

Al utilizar los recursos de la novela, del ensayo, de la crónica de viajes, este libro me ha servido para transitar por los límites de la ficción y los recuerdos y para colocarme frente al espejo de mis propias conviccion­es y prejuicios. He aprendido mucho sobre el colonialis­mo europeo mal cerrado que ha traído los problemas migratorio­s actuales. En el libro se reflexiona sobre la crisis de la idea de Europa como santuario social, sobre el racismo velado y aséptico que cada ciudadano ejerce sin saber que lo ejerce, y sobre el revivir de una ultraderec­ha que se creía arrinconad­a desde el final de la Segunda Guerra Mundial. Desde que me quedé sin dioses habla sobre la plasticida­d de los recuerdos. La memoria es falible, quebradiza y se ve contaminad­a por otras memorias, por lo que está sometida a la sugestión y al error. Pero, aun sabiendo que nos miente, la memoria es lo único que tenemos para construir nuestra realidad, nuestra verdad narrativa. “Desde que me quedé sin dioses” son las historias que nos contamos unos a otros y a nosotros mismos, las historias que continuame­nte recategori­zamos y refinamos para cimentar nuestra identidad.

¿QUÉ IMPACTO HA TENIDO LA GUERRA CIVIL SIRIA EN LA HISTORIA?

–Es difícil de decir. Es un error muy común en Occidente hablar de la Guerra Siria como algo del pasado, cuando la realidad es que no solo no ha terminado, sino que está lejos de hacerlo.

La guerra de Siria ha demostrado ser muy compleja porque se entremezcl­an tensiones sociales, económicas, políticas, étnicas y religiosas. Todas las iniciativa­s de paz lideradas por la ONU, Estados Unidos y la Unión Europea han fracasado. Además, ha supuesto una oportunida­d para que países como Turquía, Rusia e Irán aumenten su influencia en Oriente Medio y en la política internacio­nal.

Es un error contemplar la Historia con los ojos del presente. Ahora parece evidente que Rusia, al apoyar el régimen de Bashar al-Assad, utilizaba el conflicto sirio como campo de pruebas para la guerra con Ucrania. De eso nadie hablaba en su momento. El impacto real solo se podrá analizar cuando pasen muchos años, cambie la situación socioeconó­mica del país y se conozcan todos los crímenes que se han cometido. Pero esto aún está muy lejos de suceder.

 ?? ?? desde que me quedé sin dioses
AUTOR: David de Juan
EDITORIAL: Malpaso Ediciones, 2022. Rústica. 320 págs.
PRECIO: 21 €.
desde que me quedé sin dioses AUTOR: David de Juan EDITORIAL: Malpaso Ediciones, 2022. Rústica. 320 págs. PRECIO: 21 €.
 ?? ??
 ?? ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Spain