El coche también sufre
Las altas temperaturas pueden provocar pequeñas averías en el coche, aunque no te lo creas. Para evitarlo, no está de más realizar una revisión rutinaria en el taller para comprobar que todo funciona correctamente. Además, de manera periódica, revisa la presión de los neumáticos: de esta manera evitarás pinchazos y reventones, más probables cuanto mayor son las temperaturas. LOS FRENOS son otro de los elementos que más sufren durante el verano. Su uso produce temperaturas altas en cualquier circunstancia, por lo que imagina qué ocurrirá con un calor exterior excesivo. Un mayor desgaste y una frenada más larga son los problemas más habituales, pero tampoco podemos perder de vista el «fading», proceso por el que el líquido de frenos sobrepasa su temperatura máxima y se evapora, creando burbujas de aire que disminuyen su eficacia. Y UNA ÚLTIMA RECOMENDACIÓN: revisa los niveles de los líquidos más importantes. El consumo de aceite es clave cuando el calor aprieta, pues la carencia de éste aumentará sensiblemente la temperatura en el motor, consecuencia de una mayor fricción entre las piezas, lo que aumentará el riesgo de avería. Además, comprueba el nivel del líquido refrigerante antes de arrancar y del destinado a limpiar el parabrisas, con el calor los insectos se pegan más al cristal.
Un pequeño truco
En la medida de lo posible, evita circular en las horas de mayor calor. Si inicias un viaje poco antes del amanecer, te beneficiarás de esas temperaturas más bajas y lo agradecerás si vas a hacer muchos kilómetros. De igual modo, a partir del atardecer el calor va disminuyendo poco a poco. Y piensa si por el rumbo que lleves la puesta de sol te afecta en cuanto a visibilidad. No olvides contar con unas buenas gafas.