¿Diésel sí, diésel no?
Está claro que los exagerados ataques al diésel de estos últimos meses no han contribuido a que las ventas de coches se mantengan en cifras razonables. Es más, desde el pasado mes de enero hasta el mes de junio de este año, las ventas de vehículos diésel cayeron un 18 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior y, previsiblemente, esta cifra será mucho más elevada hasta el cierre de este ejercicio.
Todas las asociaciones del sector de automoción, además de organizaciones de consumidores y usuarios han considerado la persecución de injusta e ineficaz, ya que es desmedida y no rigurosamente cierta, pues los diésel modernos son más eficientes y logran una reducción de combustible en torno a un 25 por ciento de media respecto a los de gasolina. Además, el incremento de las ventas de vehículos de gasolina está provocando un importante aumento de CO2 en la atmósfera.
Si el propósito del Gobierno con las medidas «anti-diésel» pretendía mejorar la calidad del aire en las ciudades, parece que no se está consiguiendo. Si va aparejado de un aumento de impuestos que iguala la fiscalidad con los de la gasolina (en torno a unos 3 céntimos por litro ), es lógico que los consumidores estén pensando en otras alternativas, básicamente de gasolina o gas, pues los híbridos o eléctricos aún se encuentran a precios muy elevados. También ha descendido la venta de vehículos que se encontraban exentos del Impuesto de Matriculación, en beneficio de otros que pagan mayores tasas, lo que está permitiendo incrementar las arcas de Hacienda.
Algunas empresas que no son del sector ya han mostrado su preocupación por esta situación, como Arcelor Mittal, productor de materias primas para la fabricación de coches, que ya han anunciado paros de 20 días entre noviembre y diciembre en la planta asturiana de Avilés por la caída de las ventas de vehículos diésel, que afectarán a 190 trabajadores. Esto solo es el principio... No todo es bueno o malo.