Mercedes Clase B
El Mercedes Clase B es un A venido a más. Al menos en lo que a tamaño se refiere, pues frente al compacto es más alto. Su vocación familiar estará en los detalles.
Su vocación familiar estará en los detalles.
Pese al aluvión de SUV compactos, Mercedes sigue creyendo que hay espacio en el mercado para su monovolumen. Compartir plataforma con el Clase A le permite a este Clase B hacer gala de una considerable calidad de rodadura, más al usar el modo Comfort de la amortiguación adaptativa, si bien con ésta el balanceo de la carrocería crece respecto a la definición Sport. Tiene pisada de coche grande, tendencia a abrir las trayectorias y una dirección precisa, asistida sin excesos.
Como en los Clase A con los mismos motores, en los B se usa un eje trasero con geometría de ruedas tiradas con barra de torsión. Pero si se monta la opción de los amortiguadores pilotados o, en el futuro, motores más potentes que los que se comercializarán a partir de febrero, la suspensión trasera será multibrazo. También si se usan las llantas de mayor diámetro, de 19", con motores de potencia intermedia.
Ninguno de los tres motores con los que se presenta este Mercedes repiten de la segunda generación, aunque todos ellos se usan ya en el Clase A. Siempre son sobrealimentados, con filtro de partículas y de cuatro cilindros. Todos cumplen la Euro 6d. En gasolina, hay dos variantes de un 1.3, con 136 y 163 CV; en diésel se dispone de una versión del 1.5, con 115 CV —del 1.7 recién estrenado en Renault, sin noticia en estos compactos—, y dos variantes de un 2.0, con 150 y 190 CV. Estos últimos, no
tan silenciosos como nos gustaría, llevan catalizador de reducción selectiva (SCR).
Todos automáticos
Por el momento todos se asocian a una caja automática de doble embrague y siete marchas, salvo el diésel de más cilindrada, en el que es de ocho. Hemos probado esta 8G-DCT en un B 200d y parece rápida en el paso entre marchas —disponía de levas en el volante— o dosifica bien sus embragues maniobrando. Como en el Clase A, habrá cajas manuales en los motores pequeños.
La posición de conducción es unos pocos centímetros más alta que la del Clase A — hemos medido una diferencia en los bordes de las banquetas de 4 cm— y las cotas de habitabilidad son muy parecidas en ambos. Lo que más cambia es la altura en las plazas traseras. También el maletero si se sitúa el suelo móvil en su posición más baja. La más alta, 7,5 cm por encima, está pensada para que enrase con los respaldos traseros abatidos. Se articulan en una proporción 40/20/40 y, por el momento, es el guiño a la versatilidad del Clase B que, el año que viene, tendrá utilidades opcionales como el abatimiento del asiento del acompañante para poder transportar objetos largos dentro del habitáculo, el desplazamiento longitudinal sobre 14 cm de la banqueta trasera o la posibilidad de regular la inclinación de los respaldos posteriores. En este caso, en proporciones 60/40.