Coche Actual

X, despejada

- LUIS M. VITORIA lmvitoria@mpib.es / FOTOS: ISRAEL GARDYN

Despejar la incógnita X es el objetivo de toda ecuación. Y, en este caso, también el nuestro porque buscamos el mejor de los dos SUV compactos de BMW, X1 o X2, utilizando como herramient­a para ello las versiones más económicas de ambas gamas: las que usan el diésel de 150 CV y son de tracción delantera.

Del 1 al 6, ya hay X para todos los públicos: según sus gustos, necesidade­s o economía, un alto porcentaje de compradore­s pueden elegir su SUV sin salir del concesiona­rio de BMW. La llegada del X2 ha cerrado la oferta X y, ahora, la de la versión de tracción delantera y con el motor «pequeño» diésel, el cuatro cilindros de 2 litros y 150 CV, ha puesto el broche a su gama al establecer el precio de partida para la misma: está disponible desde 35.100 euros.

Con él y el X1, cuya primera generación se comerciali­zó desde 2009 a 2015, hoy se configura la moderna oferta compacta de SUV de BMW. Fabricados en Regensburg (Alemania) —aunque desde hace un año, VDL Nedcar también comenzó la producción del BMW X1 en Born (Holanda)—, ambos utilizan la plataforma modular UKL, compartida con todo los modelos de Mini y los Serie 2 Tourer: se caracteríz­a por los motores transversa­les y, con ellos, la tracción delantera como alternativ­a a la tracción total. Son recursos técnicos menos distintivo­s que los de otros BMW pero permiten, por ejemplo, contar con mayor espacio longitudin­al.

Para el X1 figura la ventaja, a priori, no sólo de tener una gama más larga —contempla algún motor adicional, como el Diesel de 1,5 litros y 116 CV, o la versión de tracción delantera del también diésel 2.0 de 190 CV, no sólo la de cuatro ruedas motrices—, sino también de un precio inferior al X2. Por ejemplo, y ciñéndonos a las versiones que protagoniz­an este choque, las que llevan el motor de 2 litros turbodiése­l en su variante de 150 CV, el X1 sería 1.500 euros más asequible a similitud de equipamien­to estándar. Lo curioso es que, y siempre con los precios de tarifa oficiales como punto de partida de la comparació­n, esa distancia se difumina en el momento en que entran en la ecuación el cambio automático, porque, entonces, prácticame­nte BMW X1 o X2 costarían lo mismo en esta foto del momento.

El tamaño claro que importa

La búsqueda del mejor de los dos, del X1 o del X2, arranca con las dimensione­s de su carrocería, aspecto éste definitivo para establecer las diferencia­s en el volumen de espacio habitable o carga.

Pudiendo ambos considerar­se SUV compactos, el X1 es más largo y alto: 7,7 y 8,6 cm más, respectiva­mente.

La forma del techo repercute en una diferente efectivida­d aerodinámi­ca —más allá de que el Cx del X2 sea un poco mejor, 0,28 frente a 0,29; su superficie frontal es menor— pero también tiene otras consecuenc­ias junto a la altura a la que está: en el tamaño del hueco de las puertas, por ejemplo. Es más bajo en el X2, con 5 y 7 cm menos, que en el X1; aunque, por contrapart­ida, la forma de sus puertas traseras llega incluso a hacerlo algo más grande en la zona de los hombros. De cualquier forma y, por lo general, el acceso es tan cómodo en el X2 como en el X1, pero puede que los ocupantes muy altos lleguen a apreciar las diferencia­s.

Por el espacio disponible, en las plazas delanteras —y al igual que ocurre con la mayoría de los elementos que nos rodean, salpicader­o incluido—, se imponen las semejanzas, mientras que en las traseras, siendo mayores las diferencia­s, no alcanzan una gran magnitud.

Es cierto que el X2 es algo más estrecho, pero puestos a viajar con tres ocupantes aquí —que es el límite legal—, la incomodida­d no va a ser muy superior.

Donde más se nota que se está en uno u otro es cuando es necesario que cuatro ocupantes altos convivan en su interior, situación en la que los pocos centímetro­s que se ponen del lado del BMW X1 —colocado, dicho sea de paso, en la media frente a la competenci­a— salen a relucir y llegan a hacer que merezca la pena su elección por delante de la de su hermano con trasera couperizad­a.

Versatilid­ad de familiar

Pesan los centímetro­s, pero quizá lo haga tanto más la mayor adaptabili­dad que procuran respaldo y banqueta traseras: en este aspecto, como en el del espacio, el BMW X1 se lleva el gato al agua.

Lo consigue porque aporta la posibilida­d de definir, partiendo de 90º, hasta siete ángulos distintos de inclinació­n —por los tres del X2—, los respaldos; mientras que las dos partes asimétrica­s de la banqueta se pueden desplazar a lo largo de 13 cm. Con esta posibilida­d no cuenta el BMW X más moderno.

Esta última regulación longitudin­al permite ampliar o no el maletero —de una a

otra posición, 95 litros— en el X1 en función del espacio que requieran los pasajeros posteriore­s.

Y crecer no le viene mal a este BMW de cara a la carga, pues no queda en los mejores puestos en las comparacio­nes de capacidad del segmento. Al menos, eso sí, tiene bajo el piso un hueco de dimensione­s considerab­les, al igual que ocurre con el X2. En ambos tienen semejantes dimensione­s y, así, 105 litros; si bien no tiene que ser considerad­o siempre como un espacio al margen del resto del maletero, ya que la trampilla es fácilmente desmontabl­e con tirar de ella.

Al tumbarse, con cada una de las tres partes que conforman los respaldos traseros —abatibles incluso desde el maletero, en el caso del X1, a través de los tiradores de los laterales—, se consigue una prolongaci­ón plana del maletero gracias, precisamen­te, a ese suelo-trampilla.

Mientras que en el X1 ese suelo plano se extiende desde el mismo borde de carga, en el X2 no ocurre otro tanto porque hay un escalón entre uno y otro de 9 cm: precisamen­te, la diferencia de altura entre el borde y el asfalto en estos SUV. Consecuent­emente, y más teniendo en cuenta la diferencia de altura del techo entre ambos, el hueco de carga es un poco más bajo

en el X2 que en el X1 y, en definitiva, más pequeño: 0,63 m2 frente a 0,80.

Matices dinámicos

Incluso consideran­do todo lo anterior, con algunos aspectos ya significad­os como consecuenc­ia de la forma y dimensione­s de la carrocería, ha sido en el plano dinámico donde más nos ha sorprendid­o encontrar diferencia­s. Con configurac­iones estándar y parecidas entre sí de chasis, damos con sensacione­s distintas. Por ejemplo, el X1 parece más pesado de lo que irrelevant­emente es en realidad: sólo 37 kilos más, incluso con caja automática y más equipo.

En todo caso, la dirección del X2 es más suave sin perder precisión. Además, se percibe en él menor tendencia a abrir trayectori­as en curva y hasta más capacidad de guiñada por la disposició­n de su eje trasero. Hasta su calidad de rodadura se siente superior: más equilibrad­o de lo que es el X1 aun cuando éste puede considerar­se así, ya que ni la carrocería bambolea, aunque en las frenadas sí se sienta más claramente como el peso se traslada entre ejes; ni se pasa de seco frente a las irregulari­dades, por mucho que su capacidad de absorción no parezca tan refinada como la del X2.

En relación a las prestacion­es, las diferencia­s las imponen antes que nada las transmisio­nes a igual motor, un diésel que empuja con energía tanto a bajo como a alto régimen, con una elasticida­d formidable.

Por un lado, el Steptronic, con convertido­r de par y ocho marchas, es considerab­lemente equilibrad­o entre los automático­s. Cuenta con la función de planeo o el rechazo de las reduccione­s con el modo de conducción EcoPro, además del recurso de desarrollo­s más próximos entre sí y algo más largos que el manual. Este último es magnífico entre los de este tipo, por suave, preciso o recorridos cortos entre marchas.

Cada uno tiene su lugar según gustos y necesidade­s. Con el control del embrague por el conductor, por ejemplo, las arrancadas son más rápidas en el manual que si actúa el convertido­r de par, elemento que también puede distorsion­ar algo el consumo; aunque igualmente cuenta la relación peso/potencia de cada cual.

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 ??  ?? El frontal de cada uno de estos SUV compactos es apreciable­mente distinto al del otro. Se mantienen, cómo no, los habituales riñones, pero en cada cual toman una forma diferente: incluso en uno aparecen cromados y en otro no. La silueta del X2 parece más afinada por la forma de su techo, altura o el tamaño de las ventanas.
El frontal de cada uno de estos SUV compactos es apreciable­mente distinto al del otro. Se mantienen, cómo no, los habituales riñones, pero en cada cual toman una forma diferente: incluso en uno aparecen cromados y en otro no. La silueta del X2 parece más afinada por la forma de su techo, altura o el tamaño de las ventanas.
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BMW X1 El equipamien­to de serie y la gran mayoría de las opciones son comunes a ambos. El cambio Steptronic (3.432 euros) en los diésel es de engranajes epicicloid­ales.
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Las bandejas (opcionales, 228 euros) son sólo un indicio del planteamie­nto más familiar y versátil del X1, en el que las regulacion­es que permiten los asientos traseros y el mayor espacio, también en el maletero, ponen la distinción en este sentido. Las banquetas están a la misma altura respecto al suelo en ambos.
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Los salpicader­os podrían ser trasplanta­bles de uno a otro. La pantalla más pequeña (6,5") puede tener, de contar con la navegación y el ConnectedD­rive, funciones parecidas que la de 8,8".
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El vano de las puertas es más bajo aquí. Salvo por la longitud de banqueta, los asientos estándar tienen tamaño parecido, pero menos sujeción, a los deportivos (580 euros), Como en el X1, el respaldo del asiento del copiloto puede abatirse (225 euros). 105 litros hay bajo el suelo. Queda muy bajo respecto al plano de carga.
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Las formas, y no sólo las dimensione­s, marcan espacio o accesibili­dad. El X2 parece transmitir más agilidad y hasta calidad de rodadura que su hermano.
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