Un plan de ayudas es vital
Los datos de matriculaciones del año 2018 dejan un sabor un tanto agridulce. Por una parte, las cifras de matriculaciones de turismos y todoterrenos en diciembre descendieron un 3,5 por ciento respecto al mismo periodo del año anterior, siendo el primer mes de diciembre en el que se contraen las ventas desde el año 2012. Se han encadenado así cuatro meses consecutivos de caída en las entregas de coches, un fenómeno que tampoco se producía desde hacía seis años.
Los principales expertos del sector achacan esta situación —una vez superada la distorsión de mercado provocada por la entrada en vigor de la nueva normativa WLTP— a una debilidad real de la demanda, acusada claramente en el canal de particulares, con una reducción de las ventas superior al 11 por ciento. Afortunadamente, el conjunto del año mantiene un crecimiento positivo respecto a 2017 del 3,7 por ciento, con 663.000 unidades vendidas. También el canal de empresas cerró el ejercicio con un incremento del 13,6 por ciento, con 420.651 unidades, y el de los alquiladores creció un 5,7 por ciento, con 237.777 unidades en el acumulado del año.
Lo que parece claro es que el clima negativo que se cierne sobre el sector automovilístico, con declaraciones desde el ámbito político que se ceban con los coches que llevan motor de combustión y no dejan claro el futuro más cercano, no ayudan a la decisión de compra de los particulares. Tampoco hay un clima de confianza por la evolución del propio panorama político, la posible desaceleración económica que vaticinan algunos gurús o las restricciones a la circulación que se plantean especialmente en las grandes ciudades. Los más de 1,3 millones de vehículos vendidos en 2018 siguen reflejando que todavía hay una importante necesidad de renovación de nuestro parque automovilístico, muy antiguo y deteriorado. Para llegar al nivel que se merece el país es imprescindible un nuevo plan de ayudas al achatarramiento.