La iluminación del futuro, hoy
La creatividad y la tecnología han permitido que las luces led marquen una evolución formidable.
Si en el mundo del automóvil hay un área reglamentada como pocas, esa es la de iluminación. Sin embargo, la creatividad y la tecnología han permitido, sin dejar de lado normas con muchos decenios a sus espaldas, que las «luces» de los automóviles hayan experimentado una evolución formidable.
Hasta hace casi 30 años, las bombillas de filamento incandescente eran el único recurso que tenían los fabricantes de automóviles para alumbrar las vías por las que estos circulaban o señalizar su presencia y maniobras desde que se dejaron atrás, con la llegada de la electricidad a principios del siglo pasado, las lámparas de carburo. Con su desembarco en el BMW Serie 7 en 1991, los coches comenzaron a contar con un recurso semejante al que se utilizaba en la iluminación de casas y calles; los faros de descarga de gas. Estos permitían ofrecer una potencia mayor de iluminación sin el límite del filamento incandescente, pues la electricidad atraviesa el espacio, en el que está presente el gas, entre dos electrodos con alta tensión, creándose así un arco eléctrico.
Sin embargo, casi súbitamente, esta tecnología quedaría jubilada por otra aún más eficiente, de muy alto rendimiento, capaz de pro-
porcionar una temperatura de color más próxima a la luz de un día claro, que no cuenta con elementos radiactivos o medioambientalmente perniciosos, con mayores posibilidades de adaptación a diferentes circunstancias del tráfico o la vía, que admite mayor flexibilidad en el diseño, de alta durabilidad y de menor coste. Hablamos, claro, de la iluminación basada en leds o diodos.
Sus posibilidades son tantas que sólo la evolución de la parte óptica que componen los faros es hoy su factor limitante. Incluso frente a los faros láser utilizados por muy pocos exclusivos coches, los simples leds de silicio parecen la tecnología apropiada para la iluminación, hoy y mañana: a fin de cuentas, la potencia de un mucho más pequeño diodo láser —que concentra la luz con espejos y así amplifica la zona iluminada— puede ser suplida, en realidad, por tantos leds blancos como se requiera hasta sumar la misma intensidad, pues su coste es nimio por comparación.
Con los leds se ha encontrado una fuente de iluminación económica, versátil y, sobre todo, muy eficiente.