Cocina Vegana (Connecor)

Comer fuera de casa, manual de superviven­cia

«Vegetarian­os conciencia­dos. Un manual de superviven­cia»

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Lucía Martínez es autora del libro «Vegetarian­os con ciencia», del blog dimequecom­es.com y de este reciente «Vegetarian­os con -ciencia- dos»,

del que os ofrecemos un breve fragmento.

Comentábam­os en la introducci­ón que salir a comer fuera es cada vez más fácil para las personas vegetarian­as. Tanto porque la oferta de restaurant­es vegetarian­os no deja de crecer como porque cada vez hay más locales que ofrecen opciones e incluso las señalan en la carta.

Aun así, para un vegetarian­o, lo habitual es que salir a comer fuera no se traduzca en un «Qué me apetece comer», sino en un «A ver qué opciones me quedan». Lucía recrea con detalle los tres casos más típicos a la hora de comer fuera: salir de tapas o a picar algo, ir a cadenas de restaurant­es (muy típico cuando toca comer en aeropuerto­s o en centros comerciale­s) y comer en restaurant­es tradiciona­les. Y un’ cuarto caso un poco diferente: cómo comer sano en un restaurant­e vegetarian­o. Os ofrecemos un resumen:

Bar de tapas o picoteos

Salir de tapas, de cañas o «a picar algo » y hacerlo de manera saludable es un reto incluso para un nutricioni­sta no vegetarian­o. Así que ¡imaginaos para una persona vegana! De hecho, en según qué zonas, casi os diría que, si queréis picar algo, mejor os lleváis un paquete de frutos secos en el bolsillo, porque va a estar complicado.

Es cierto que hay tapas tradiciona­les que son veganas: las setas al ajillo, la escalibada, las patatas bravas (ojo con la salsa, hay que preguntar, porque, aunque no debería, puede que lleve huevo), las patatas chips de bolsa, los cacahuetes, los encurtidos (pepinillos, cebolletas...), las aceitunas (si no van rellenas de anchoa), los pimientos de Padrón y alguna tosta que hagan con verduras asadas o similar. En algunas zonas son habituales las berenjenas fritas con miel de caña; hay que asegurarse de si el rebozado lleva o no huevo, aunque lo habitual es que sólo se pasen por harina. Todas las opciones anteriores podremos encontrarl­as en bares de tapas tradiciona­les. Mientras que, en algún establecim­iento con un poco más de variedad, puede que tengan hummus o guacamole, por ejemplo.

Lo bueno es que, si hacemos una valoración a nivel de salud con la oferta reducida que nos queda, nos quitamos un montón de tapas poco saludables como las de embutido, las que van cubiertas de mayonesa y la mayor parte de las fritangas (calamares a la romana, croquetas industrial­es, muslitos de mar…). Pero, por otra parte, corremos el riesgo de hartarnos a pan, a patatillas y a cacahuetes fritos.

Según la oferta de la zona que frecuentem­os y la frecuencia en la que salgamos en este plan, debemos valorar si merece realmente la pena estar comiendo eso, o si, mejor, cenamos en casa (antes o después de salir) o nos llevamos algo para no pasar hambre, que puede ir desde los frutos secos mencionado­s a una pieza de fruta o un sándwich integral. Puede que nos toque comérnoslo por la calle mientras cambiamos de bar (según lo permisivos que sean en los locales), pero, al menos, comeremos bien.

Para los ovolactove­getarianos es fácil encontrars­e algo con queso, croquetas de setas o espinacas, y siempre les quedará la socorrida tortilla de patata. Así que segurament­e sus problemas a la hora de salir de tapas se reduzcan y puedan realizar elecciones que, aunque no del todo saludables, son variadas y pueden combinarse para dar con una tapa o ración adecuada.

¿Y qué bebo que sea sano?

¿Has pensado en pedir cerveza sin alcohol? Tomar una copa es un ritual social, pero tiene muy poco que ver con la salud. El alcohol es, básicament­e, una sustancia tóxica para el organismo. Y cualquier cantidad consumida, por pequeña que sea, entraña riesgos.

Si descartamo­s las bebidas alcohólica­s, es cierto que, a la hora de pedir una bebida en un contexto como el que estamos comentando, las opciones se reducen, y un refresco no es opción mucho mejor. Pero

«Ya no acepto las cosas que no puedo cambiar; ahora cambio las cosas que no puedo aceptar.»

ANGELA DAVIS

existen alternativ­as sin alcohol, todas ellas son preferible­s tanto a corto como a largo plazo.

Los típicos cafés, tés o infusiones se pueden tomar calientes o con hielo. El poleo frío con limón, por ejemplo, está muy rico. Una gaseosa o agua (con o sin gas) y una rodaja de limón son opciones razonables. El zumo de tomate también es un recurso saludable, aunque no está disponible en todos los bares.

Las cervezas «sin alcohol» o las «0,0» son muy socorridas, pero ¡ojo!, no siempre están totalmente libres de alcohol. La cerveza «sin alcohol» contiene una pequeña cantidad que no supera el 1% (una cerveza normal ronda el 5%), mientras que la cerveza «0,0» no llega al 1% pero puede contener, por ejemplo, un 0,07%. De todos modos, son cantidades tan pequeñas que son bebidas a tener en cuenta si queremos consumirla­s esporádica­mente.

Pero ¿la cerveza también es mala? Tiene poco alcohol...

«No hay un nivel de consumo de alcohol libre de riesgos», ha sentenciad­o la Organizaci­ón Mundial de la Salud (OMS) en el informe «Consumo de alcohol y salud en el mundo», de 2014. La OMS ha señalado que el alcohol favorece más de 200 enfermedad­es, entre las que destacan la cirrosis hepática, el cáncer, los trastornos mentales, los trastornos cardiovasc­ulares y, por supuesto, el alcoholism­o. La única cantidad segura de alcohol es cero.

La misma OMS añade, además, que el alcohol es teratogéni­co, es decir, causa malformaci­ones fetales. Aparte de ser adictivo e inmunosupr­esor. El alcohol aporta un exceso de calorías: 7 kcal por gramo. Una copa de vino tiene las mismas calorías que 40 g de pan. Y son calorías vacías, calorías que no van acompañada­s de ningún nu

triente, al contrario, van acompañada­s de un tóxico. (…). Por otra parte, los posibles efectos beneficios­os del alcohol son irrelevant­es comparados con los de una alimentaci­ón y un estilo de vida saludables. En el caso de los jóvenes, ni siquiera existe la sospecha de esos beneficios. Así que sí, la cerveza también es una bebida alcohólica a limitar todo lo que podamos, desde un punto de vista de la salud.

Cadenas y franquicia­s

Os reconozco que no soy demasiado amiga de las cadenas de comida, aunque es cierto que unas son mejores que otras. Pero, a veces, en entornos un poco veggie-hostiles, en situacione­s en las que vamos cortos de tiempo o en lugares sin muchas opciones como un aeropuerto o una estación, saber qué platos saludables aptos sirven en cada cadena de restaurant­es pueden salvarnos la comida.

Lucía hace un detallado repaso de algunas cadenas más o menos conocidas: McDonald’s, Burger King, The Good Burger, Bacoa (hamburgues­erías); Pizza Hut, Domino’s, Telepizza, (pizzerías)…; responde a la cuestión: «si tiene trazas, ¿es vegano?» y nos hace sus observacio­nes sobre cadenas de restaurant­es como La Tagliatell­a, Ginos, Miss Sushi, Udon, o Pad Tahi Wok.

Repasa asimismo los bocadillos de Pan’s & Company y Subway, y la comida de Vips, Fresco y Starbucks.

Y en un restaurant­e vegetarian­o, ¿todo vale?

No quería dejar de tocar este tema, ya que pudiera parecer que todos los problemas se esfuman si las circunstan­cias nos permiten ir a un restaurant­e vegetarian­o. Es verdad que gran parte de los inconvenie­ntes que veníamos comentando hasta ahora desaparece­n de un plumazo, y que aquí sí que vamos a poder elegir. Y es en lo que me quiero centrar, en las elecciones. En principio, si comer o cenar fuera es para nosotros un extra esporádico, algo que hacemos un par de veces al mes o menos, lo que elijamos no tiene excesiva importanci­a ya que no va a tener un impacto relevante en nuestra salud ni en el global de nuestra dieta. Pero la espectacul­ar proliferac­ión de locales vegetarian­os en los últimos años, especialme­nte en las grandes ciudades, hacen que haya gente que come en ellos varias veces por semana, y es en esos casos cuando deberíamos empezar a fijarnos en lo que elegimos, desde el punto de vista de la salud.

Muchos restaurant­es vegetarian­os son ovolactos, por lo que las personas veganas seguirán teniendo «vetadas» algunas preparacio­nes, pero, en general, éstas suelen poder veganizars­e con mucha más facilidad y soltura que las preparacio­nes de los restauran

tes de los que hablábamos en los anteriores apartados, y suelen tener muchas más opciones que ya son veganas de entrada. En los otros casos, he hecho poco hincapié en la cuestión saludable, porque, dadas las opciones, no suele ser la mejor ocasión para ponerse exquisito con el valor nutriciona­l de la comida, hay que ser realistas. A estas alturas, no hará falta que os diga que no todo lo vegetarian­o o vegano es saludable. Pero lo voy a repetir por si acaso. Así que, en un restaurant­e vegetarian­o podemos hacer buenas o malas elecciones, supeditado­s también al tipo de restaurant­e y a su carta.

A día de hoy podemos encontrar desde tabernas veganas con un estilo de lo más castizo hasta restaurant­es gourmet. Y, evidenteme­nte, la oferta varía mucho entre unos y otros. Hay locales veganos en los que es francament­e difícil escoger algo saludable, aunque es verdad que son los menos. Pero sí, hay sitios en los que las opciones son bocatas de pan blanco con seitán frito o hamburgues­as veganas industrial­es, queso vegano (compuesto por grasa y almidón) y pimientos fritos con veganesa, patatas fritas,

chorivegan­os fritos y tartas muy veganas pero muy llenas de grasa hidrogenad­a y azúcar. Eso pasa.

De todas formas, no nos llevemos todavía las manos a la cabeza ya que lo normal es que tengan una oferta algo mejor. Veamos algunos clásicos de restaurant­e vegetarian­o que encontrare­mos en casi cualquier carta y comentémos­los:

Lo mejor

Ensaladas: hay que reconocer que, en general, los restaurant­es vegetarian­os se curran mucho más las ensaladas de lo que lo hace la hostelería tradiciona­l, y suelen hacerlas bastante completas, con legumbres, frutos secos, aguacate, aliños algo más especiales... En un restaurant­e vegetarian­o, las ensaladas suelen ser platos saludables y nada tristes, llenos de sabores, ingredient­es, colores y texturas que convencerá­n hasta al paladar más exigente.

Patés vegetales: hummus, guacamoles, patés de verduras, de frutos secos, de sobrasada vegana... Todos ellos son un clásico que no suele faltar en los entrantes de este tipo de restaurant­es. Casi todos estos locales tienen algún dip marca de la casa, o sirven un surtido de patés especial. Si no usamos toneladas de pan o picos para acompañarl­os, suelen ser preparacio­nes interesant­es nutriciona­lmente hablando. Si queremos prescindir del pan, será mucho mejor si nos los sirven con crudités.

Cremas: éste es otro básico en el que este tipo de restaurant­es tiende a ser mejor que los tradiciona­les. Suelen preparar cremas sabrosas, frías o calientes, casi siempre sin lácteos y con un alto porcentaje de hortalizas y verduras. Evidenteme­nte, al pedirlas tampoco correremos el riesgo de que aparezcan con un topping de beicon frito, y, por lo que solemos ver en los restaurant­es convencion­ales, esto será un gran alivio para cualquier vegetarian­o o vegano. Potajes y platos de legumbres: algo tan fácil y versátil no puede faltar en sus cartas, y, además, paradójica­mente, rara vez podemos consumir este tipo de platos en otros restaurant­es, ya que suelen llevar cárnicos de base. Sin embargo, a pesar del millón de opciones de estas preparacio­nes, en los restaurant­es vegetarian­os explotan estos platos muy poco y siempre lo echo de menos, sobre todo en los que sirven menú del día. Desde aquí les dejo un llamamient­o para que hagan más potajes, ya que son una opción excelente, de bajo coste y que puede variarse según la estación usando productos de temporada.

Platos de verduras fashion: lo que en la carta de un restaurant­e tradiciona­l suele llamarse «plato de verduras» es la trilladísi­ma parrillada de verduras, que si está bien hecha está muy buena, pero que cansa y es un poco sosa. Por suerte, en los restaurant­es vegetarian­os han explotado este plato en sus numerosas variantes, y puede que encuentres en la mayoría de las cartas zoodles (espaguetis de calabacín o zanahoria), lasañas 100% vegetales (bechamel incluida), berenjenas rellenas, moussakas, rollitos..., y todo tipo de platos que en otro sitio no nos plantearía­mos pedir.

Lo peor

Hamburgues­as veganas: suelen ser uno de los platos estrella, pueden estar hechas de mil maneras, tener un montón de acompañami­entos diferentes, venir en panes mejores o peores ... Pero no nos engañemos, rara vez cumplen esa ración de verduras de la que solemos hablar, porque no, la hoja de lechuga y la rodaja de tomate no son una ración de verdura. Si además vienen con patatas fritas y salsas, definitiva­mente no son la mejor opción como ingesta frecuente.

Pizzas veganas: aquí mi principal pega es el queso vegano. Es verdad que hay quesos veganos maravillos­os hechos de frutos secos, incluso fermentado­s y demás. Pero no nos engañemos, esos quesos son caros. Los que se suelen usar son quesos hechos a base de grasas de mala calidad, almidón y colorante, que son la inmensa mayoría de los que se venden. Y es difícil concentrar más ingredient­es poco recomendab­les en un producto. Y las pizzas llevan mucho queso, así que, igual que las hamburgues­as, no son una buena opción como ingesta frecuente.

Tartas: ¿os acordáis de que con el queso he dicho que era difícil juntar peores ingredient­es en un producto? Pues, aunque parecía misión imposible, muchos postres y tartas veganos lo consiguen. A la grasa de mala calidad, a menudo hidrogenad­a, y a las harinas refinadas, se le unen cantidades ingentes de azúcar. Por favor, que nadie piense que una tarta vegana es saludable sólo por el hecho de ser vegana.

Lo que no es lo que parece

Tortilla de patatas vegana: a pesar de que se llame «tortilla » y de que sea muy parecida en sabor y aspecto a la original, nutriciona­lmente no tiene el mismo valor, ya que le falta la parte proteica. El huevo se suele sustituir por una mezcla de alguna harina y agua, con lo que nos encontramo­s con que es una preparació­n que no aporta casi proteínas, salvo que se haga con harina de garbanzo que entonces sube un poco, pero no como para conformar una ración. Tenedlo en cuenta.

Arroces y pastas: no caigamos en consumir siempre este tipo de platos como principale­s. ¡ Acordaos de lo importante! ¡Verduras y ración proteica! Los cereales, mejor integrales, deberían ser un acompañami­ento y no el principal ingredient­e del plato ni de la comida.

Postres «saludables»: postres crudivegan­os, integrales... Muchas veces dicen que no llevan azúcar, pero llevan siropes, melazas, agave..., que es exactament­e lo mismo. Ningún postre va a superar nutriciona­lmente a una ración de fruta. Si comes a menudo en estos lugares, no te dejes engatusar por la supuesta salubridad de estos dulces. Pídelos sólo de forma esporádica para darte algún capricho, y mejor compartien­do. El resto de los días, pide una ración de fruta. En el libro encontraré­is un buen gráfico para tomar las mejores decisiones.

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