El maltrato animal en primera persona
Hay que ser de una pasta especial para ser matarife y verdugo. Pero no vale la disculpa de «alguien tiene que hacerlo». De la misma manera que tendría que estar abolida en todo el mundo la pena de muerte, no tendría que permitirse el sacrificio sistemático DE LOS ANIMALES. ESTE LIBRO NO ES SOLO PARA VEGANOS. ES UN LIBRO EN PRIMERA persona imprescindible para todo aquel que quiere saber qué se esconde tras la industria cárnica.
Mauricio García Pereira no recaló en un matadero de Limoges por vocación. Nadie tiene vocación de matarife. Pero el desempleo le empujo a ocupar un puesto en el más importante centro de sacrificio animal de Francia durante siete años. García Pereira no era un urbanita que desconociera que la leche no salía de un tetrabrik. De padres gallegos conocía los métodos de explotación agropecuaria. Sabía del sacrificio del ganado, pero no como en las condiciones monstruosas con las que tuvo que estar conviviendo durante años. En los mataderos no hay muerte digna, pero en muchas ocasiones, y en aras del rendimiento económica, hay muertes salvajes y completamente gratuitas.
Las condiciones de los trabajadores en un matadero tampoco pasarían un control de calidad. Al margen de los accidentes laborales que se derivan del manejo de una maquinaria mastodóntica y objetos cortantes, no hace falta tener la piel fina para caer en la depresión, el alcoholismo y la drogadicción. No estamos hablando desde la apología y la exageración. Los lamentos y gritos de los animales, la sangre, las vísceras y el olor a muerte no son fáciles de soportar.
Mauricio García Pereira veía constantemente escenas terroríficas, pero fue una la que le empujó a destapar la miseria de la industria alimenticia. Un día, en el sector al que llegan las vísceras de los animales, Mauricio ve una placenta con un ternero casi formado dentro; pese a sus protestas, le ordenan que lo tire a la basura. No es una excepción: pronto descubre que están sacrificando de forma sistemática, por razones de productividad, vacas con embarazos casi a término.
Unas imágenes en televisión captadas por la asociación animalista L214 fueron el chispazo que le impelió a la denuncia. Se puso en contacto con el grupo y se ofreció a grabar de forma clandestina las actuaciones en el matadero de Limoges.
«Trabajo en el matadero municipal de Limoges, el más grande de toda Francia, donde matamos cada día, sin excepción, a vacas en estado de gestación. En ocasiones esperamos a propósito hasta veinte minutos antes de abrir la vaca, para que el ternero que está listo para nacer se ahogue en el líquido amniótico. La madre ha muerto hace ya un rato, pero aún se ve cómo su vientre se remueve. Si abriésemos la bolsa y auxiliáramos al ternero, podría vivir.»
El escándalo no se hizo esperar. Concedió una entrevista al diario Le Monde y facilitó las imágenes a las televisiones galas. Evidentemente perdió su puesto de trabajo, pero todo lo da por bien empleado. Se ha convertido en un activista, pero este libro, que recoge todas las prácticas del sacrificio animal en la industria cárnica, no está solo destinado a personas con conciencia ecológica. Cualquier persona que lea su testimonio quedará horrorizada y le cos
«Te puedes poner cascos o tapones en los oídos, pero terminas escuchando los gritos de los animales, el ruido de las madres llamando a los terneros y el de los terneros llamando a sus madres o los chillidos agudos de los cerdos.»
tará, por muy amante de la carne QUE SEA, VOLVER A DEGUSTAR UN filete. Por muy «eco» que rija en su envasado y por muy explícita que sea su denominación DE ORIGEN.
Pero la situación no ha cambiado y la opinión pública sigue todavía ignorante del modus operandi de la INDUSTRIA cárnica. LA práctica ERA, Y SIGUE SIENDO, COMPLETAMENTE LEGAL. LOS MILITANTES DEL L214 PIDIERON UNA LEY EN CONTRA DEL sacrificio DE LAS vacas gestantes, pero esta propuesta fue inmediatamente rechazada por LOS DIPUTADOS DEL PARLAMENTO francés. Unos meses después de su denuncia, que fue perfectamente documentada y dando la cara frente a los medios, la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria publicó un informe que atestiguaba que el 3% de las vacas llegan al matadero en avanzado estado de gestación, pero también que es improbable que los fetos sufran ningún DOLOR. PARECE QUE ESA CIFRA NO se corresponde con lo que García Pereira veía a diario: «Todos los días, al menos cincuenta veces a la semana, matamos a vacas preñadas, vemos PASAR EL útero HACIA LA BASURA».
El extrabajador del matadero se presentó en las pasadas elecciones europeas como candidato por el partido de Francia Insumisa, se dedica a organizar charlas y tiene como proyecto montar un restaurante VEGETARIANO. «SI LA GENTE QUIERE seguir viviendo en la ignorancia, que sigan, pero yo quiero que todo el MUNDO LO SEPA», afirma.
DATOS A TENER EN CUENTA
Según la información extraída de la base de datos que elabora el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, el consumo de productos cárnicos en los hogares españoles ha descendido en cuatro kilos desde EL 2013 AL 2017. DE 50,6 KILOS POR HABITANTE AL año SE HA PASADO A 46,6.
El último informe de Greenpeace «LA INSOSTENIBLE HUELLA DE LA CARNE en España» señala que, aunque el consumo de carne en nuestro país mantiene una tendencia a la baja, seguimos siendo el segundo país de la Unión Europea, solo superado por EL pequeño LUXEMBURGO, EN CONSUMO DE CARNE POR KILO Y HABITANTE.
«Crecí en una granja en Galicia, pero por aquel entonces, la carne era un lujo. Ahora es obscena la cantidad de carne que se come, se anuncia. Nos bombardean con ofertas de restaurantes de comida rápida, de carne y de más carne.»