Cómo cambiar al horario de invierno
sin trastornos
En la madrugada del 27 de octubre atrasaremos los relojes una hora para adecuarnos al horario de invierno. Una medida que parecía que íbamos a tomar los españoles, y los europeos, este año por última vez pero que tendrá que esperar todavía hasta el 2021. Mientras las comisiones europeas se ponen de acuerdo vamos a enfrentarnos a este nuevo cambio de la mejor manera posible. Una hora parece poco, pero afecta, y mucho, a nuestro metabolismo.
Lo cierto es que todos recibimos con fastidio la llamada a atrasar y adelantar nuestros relojes. El cambio se realiza siempre en fin de semana para minimizar los efectos entre la población, pero siempre nos despertamos con sensación de desorientación. Ayuda algo el que los dispositivos móviles, a los que todos somos tan aficionados, cambien la hora automáticamente, pero ¿quién no tiene relojes en casa que marcan el paso inexorable de las horas? ¿Y nuestro reloj interno?
Los niños y los ancianos son los que más trastornos sufren con esta, aparentemente, mínima modificación. Pero la realidad es que las mayoría de las personas sufrimos una especie de jet lag sin haber realizado un vuelo transatlántico. Pero ¿de dónde viene esta norma? Repasemos un poco de historia.
EL AHORRADOR BENJAMIN FRANKLIN
Corría el año 1784 cuando el entonces embajador de Estados Unidos en Francia envió una carta a un diario parisino proponiendo una serie de medidas ahorradoras. En aquella época la luz artificial se circunscribía a las vela, pero el inventor del pararrayos, editor y político Benjamin Franklin consideraba que si de verdad queríamos aprovechar bien las jornadas debíamos cambiar la hora periódicamente. A pesar de ser considerado uno de los Padres Fundadores de los Estados Unidos y de contar con una intachable reputación como investigador, su carta tuvo la misma repercusión que la queja al Parlamento Europeo del vecino del quinto. París ya recibía el apelativo de «Ciudad de la Luz» y si de una cosa estaban orgullosos los parisinos es que sus calles fueran las únicas iluminadas por la noche con antorchas y lámparas de aceite.