Nuestros mejores amigos
PERROS Y GATOS
Son los más utilizados en las terapias. Los perros son más adecuados para personas a las que les hace falta actividad física. Los gatos, por su carácter tranquilo, son el compañero ideal para ancianos y enfermos graves. PÁJAROS Y PECES
Se ha comprobado que el canto de los pájaros en el bosque y la contemplación de los peces (incluso en un acuario) calman los nervios y favorecen la relajación. CABALLOS Y ANIMALES DE GRANJA
Instituciones de todo tipo, sobre todo infantiles, fomentan el contacto con los animales de granja. El cambio que se está dando a estas actividades es grande, sabiendo que cuidarlos estimula el aprendizaje y la responsabilidad, además del cariño. Se están haciendo pruebas con los caballos para tratar algunas enfermedades, tanto psíquicas como físicas. DELFINES
La gran inteligencia de los delfines los convierte en compañeros y «terapeutas» muy singulares de niños y mayores. En estos momentos se aborda el fin de su presencia en los delfinarios zoológicos para vivir en santuarios de libertad marina.
Con ellos nos comunicamos de manera auténtica, siempre sincera. Pueden darnos unas palmaditas en el corazón en los momentos de falta de energía, y hacernos reír con su fino sentido del humor. Estar con ellos es relajante, curioso e innovador. Siempre y cuando hagan sus necesidades en su sitio y no en el sombrero que acabamos de comprar, pero eso lo aprenden rápido.
Su compañía inspira despreocupación, y su cuidado estimula el cariño y la responsabilidad. Nos aceptan tal como somos y nos dan amor y una lealtad incondicional.
HABLANDO CON MI PERRO
Una amiga mía tiene un perro que se porta mal cuando lo lleva desatado. Una mañana le dijo: «Milo, vamos a ir al parque. Si insistes en atacar a otros perros, te ataré. Pero si los respetas y me haces caso, correremos y jugaremos.» Ese mismo día me dijo más tarde: «¡Hoy se ha portado bien! Mis amigos creen que estoy loca porque hablo a mi perro como si me entendiera».
Los animales no escuchan exactamente las palabras, captan el tono de nuestra voz y obtienen el sentido general de lo que significa aquello que les decimos. Por ejemplo, las palabras «señor» o «señora», pronunciadas de un modo cordial, sugieren buenas maneras y respeto hacia ellos. En mi consulta siempre las utilizo con mis pacientes. De esta manera entienden que les aprecio y me corresponden esa actitud.
Nuestro tono de voz junto con las imágenes psicológicas que transmite es una de las herramientas más poderosas para comunicarnos con los animales.
LOS ANIMALES RESPONDEN
Naturalmente, ellos tienen su propia «voz»: pueden emitir desde un gruñido fuerte hasta un chillido agudo y repetitivo. Eso nos ayuda a enten
Cuando acariciamos un perro nos estamos haciendo un gran favor sin saberlo.
der qué están sintiendo. Cuando llevamos un tiempo conviviendo con un gato, por ejemplo, entendemos perfectamente qué nos quiere decir con cada tipo de maullido. Y los perros casi pueden vocalizar.
En lugar de enfadarnos con un perro que está aullando, deberíamos tratar de encender qué está expresando: simplemente está llamando a otros canes. De igual modo, un gruñido significa enfado, un gimoteo indica dolor, y los ladridos generalmente soledad. Los perros son animales sociables, que confían en nosotros y en sus compañeros de especie para ser estimulados «psicológicamente».
Los animales también se comunican con nosotros con su lenguaje corporal una expresión afligida indica dolor, ojos brillantes alegría. Nos ayudan a entender cuándo están felices, tristes, preocupados o alerta.
Sus orejas también comunican cosas: cuando están enfadados, los perros y los gatos las aplanan como las alas de un avión. Y también nos dicen cuándo nos escuchan, porque responden al más ligero sonido. Si nunca te has planteado la habilidad de un caballo para entender pala
bras, observa una sesión de adiestramiento: verás que sus orejas se orientan continuamente mientras escucha las órdenes de su jinete.
El perro pone sus orejas de punta e inclina su cabeza para demostrar que está concentrado en un ruido o un olor. La capacidad de un perro para oír un sonido es cuatro veces más aguda que la nuestra. De manera que cuando gritas su nombre, si tu perro se ha perdido en el bosque es muy probable que te oiga.
Los animales observan nuestro lenguaje corporal de forma más atenta que nosotros mismos. Se fijan en señales que no somos conscientes de estar enviando. Por ejemplo, si un perro se alborota y estira a su dueño mientras lo pasea, puede ser que el secreto esté en cambiar nuestras palabras y lenguaje corporal. En lugar de saltar frenéticamente y excitarlo antes de salir, es mejor preguntarle con tono calmado: «¿Quieres que vayamos a dar una vuelta?»
LOS ANIMALES PUEDEN COMUNICARSE TELEPÁTICAMENTE
Como se sabe, los animales tienen un sexto sentido que les permite intuir nuestros pensamientos y sentimientos. Diversos experimentos, como los del profesor upert Sheldra e, han demostrado que algunos perros detectan perfectamente cuándo van a llegar sus propietarios a casa.
Los animales son ciertamente inteligentes pero, como ocurre con las personas, algunos son más astutos que otros. Cualquiera que tenga
Los animales son sensibles a nuestros sentimientos.
un gato puede atestiguar cuán intuitivos pueden llegar a ser estos animales. Parece que sepan exactamente cuándo pueden acurrucarse en tu regazo: no lo hacen si sólo vas a estar sentado un par de minutos, o estás irritado o furioso, sino cuando vas a permanecer un buen rato o echar una siesta.
La forma más alucinante de comunicación no verbal la vemos en los animales que sufren los problemas de sus amos como propios. Y hay demasiados ejemplos como para considerarlo una casualidad. Uno de ellos es el de Micis, un gato diabético de 12 años. Su propietaria me dijo que otro de sus gatos también tenía esta enfermedad. Cuando le pregunté si ella la sufría, me dijo que no, pero como su tía y su madre la habían padecido, temía sufrirla. ¿Podía ser que sus gatos entendieran su preocupación y manifestaran sus problemas por ella?
Los animales pueden ser sensibles a nuestros sentimientos de formas que difícilmente entendemos, así que es importante que les enviemos las señales correctas. Una amiga mía se levanta a las 4.30 h de la madrugada para evitar que su perro se pelee mientras lo pasea. Tratamos de «hablar» con su perro, que había sido entrenado profesionalmente como animal de ataque, pero de alguna manera, su forma de comunicarse con el perro la ha alterado y él sólo ve miedo, escucha protección, y actúa con hostilidad. Quizá la ansiedad que ella irradia como mujer paseando sola a su perro lo confunde. Puede que cambiando su actitud ayudarla.
A pesar de toda una vida cuidando animales, a veces me impaciento y no sé cómo comportarme, especialmente cuando el problema lo tiene uno de mis propios amigos de cuatro patas. Cuando mi gata Mora y yo nos trasladamos de casa, no sabía cómo hacer las cosas para que se adaptara en una nueva casa y presentarla a los gatos vecinos. Estaba especialmente preocupada por las peleas que podrían tener. Me puse en contacto con un amigo especialista en «comunicación entre las especies». Me sugirió que cuando saliera a la calle, a cada gato que me encontrara le saludara con palabras amables y educadas y le hablara de su «nuevo vecino» y también lo hiciera cuando apareciera un gato curioseando por el lugar.
Cuando lo hice, mi gato se sentó a mi lado con el pelo hinchado y contento. El visitante escuchaba quieto, con las orejas levantadas y luego seguía husmeando o se iba.