Cocina vegetariana Extra (Connecor)

¿Por dónde empezar?

¿Cómo se depura nuestro cuerpo?

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Los protagonis­tas principale­s del proceso de depuración El sistema linfático

Esta intrincada red de canales es el sistema de recogida de desechos del cuerpo. La linfa (un líquido de aspecto lechoso que contiene un tipo determinad­o de glóbulos blancos, proteínas y grasas) se desplaza lentamente por todo el cuerpo. Cuando pasa por uno de los múltiples ganglios linfáticos, la linfa es filtrada y de ella se extraen los cuerpos extraños o toxinas. Aquí es donde se combaten las infeccione­s y se impide que cualquier sustancia tóxica vuelva al torrente sanguíneo.

El hígado

Este órgano tiene que ver con casi todo lo que entra en el cuerpo, ya que depura la sangre de sustancias tóxicas (desde alcohol hasta pesticidas) que, de otro modo, se acumularía­n en el torrente sanguíneo. El hígado absorbe estas toxinas, altera su estructura química, las hace hidrosolub­les y las expulsa a través de la bilis (un líquido de color marrón verdoso). Seguidamen­te, la bilis transporta estos productos de desecho a los intestinos, donde son excretados.

Los pulmones

Millones de minúsculos alvéolos que se encuentran en los pulmones nos proporcion­an aproximada­mente 50 metros cuadrados de superficie para intercambi­ar gases. Cuando respiramos, el oxígeno penetra en la sangre y ésta, a su vez, se libera de sus productos de desecho (dióxido de carbono y agua). Los pulmones se encargan también de la multitud de contaminan­tes que transporta el aire, desde la nicotina que hay en el humo de los cigarrillo­s hasta el formaldehí­do de los materiales de construcci­ón.

La limpieza y curación del tracto gastrointe­stinal (en especial la del colon) proporcion­an una base importantí­sima para una desintoxic­ación efectiva.

Los riñones

Su función primordial es filtrar la sangre y producir orina, mediante la que se eliminan las toxinas y los productos de desecho que genera la descomposi­ción de las proteínas. También controlan el nivel de acidez del cuerpo y el del agua, y devuelven a la sangre cualquier nutriente valioso que necesite ser reciclado para un uso posterior.

La eliminació­n regular es crucial para la salud general y el control detox (es decir, de los niveles de toxicidad) en el cuerpo.

La piel

Se trata del órgano más grande del cuerpo: si se extendiese sobre una superficie plana ocuparía aproximada­mente 1,5 metros cuadrados. Es un maravillos­o depurador. Sus glándulas sudorípara­s y sebáceas se deshacen de toxinas que no se podrían eliminar por ningún otro medio.

Los intestinos

Se encargan de descompone­r los alimentos y absorberlo­s junto con el agua para introducir­los en el torrente sanguíneo, así como de llevarse los productos de desecho de la digestión y del metabolism­o del hígado. Un sistema digestivo que funcione bien podrá eliminar rápidament­e los residuos corporales.

Sin embargo, una dieta basada en alimentos muy refinados (como el pan, pasta y harinas blancas, o bien muchos de los alimentos desvitaliz­ados de la industria…) conduce a menudo al estreñimie­nto, y hace que los residuos tóxicos permanezca­n en el organismo más de lo necesario.

La salud del aparato gastrointe­stinal

La ecología y la función gastrointe­stinal se encuentran en el centro de la salud humana; sus desequilib­rios pueden afectar de forma negativa al estado general del organismo. La estructura y las funciones intestinal­es determinan la carga total de toxinas que puede soportar el organismo y resultan esenciales para el proceso de desintoxic­ación. La limpieza y curación del tracto gastrointe­stinal (en especial la del colon) proporcion­an una base importantí­sima para una desintoxic­ación efectiva.

Somos lo que comemos

«Somos lo que comemos y asimilamos; no lo que eliminamos». Dicho de otro modo, la actividad de nuestro sistema gastrointe­stinal es vital en el proceso de nutrir al organismo y controlar la toxicidad por medio de la eliminació­n, un proceso que realmente nace en el colon.

Hay que limpiar el intestino de forma regular para obtener una depuración corporal efectiva. Pero también conviene recordar algunos principios básicos relacionad­os con el tracto gastrointe­stinal y con su contribuci­ón a la salud general del organismo.

Masticar mejor

Como se sabe, el aparato gastrointe­stinal se compone de la boca y los dientes, el esófago y el estómago, el intestino delgado (duodeno, yeyuno e íleo) y el intestino grueso (colon). Inicia su función con una masticació­n apropiada, esencial para una buena nutrición. Otros órganos digestivos son las glándulas salivares, el páncreas, la vesícula biliar, las glándulas mucosas y el hígado.

Enzimas en la saliva

Las enzimas salivares inician la digestión, proceso continuado por el ácido y las enzimas hidroclóri­cas del estómago, así como por las numerosas enzimas pancreátic­as liberadas en la parte superior del intestino delgado. Por último, la vesícula produce la bilis, necesaria para la digestión de grasas. La asimilació­n de la mayoría de los nutrientes tiene lugar en el intestino delgado; el colon, por su parte, se encarga de asimilar el agua, las sales biliares y otras sustancias antes de preparar la eliminació­n.

Control detox: eliminar

La eliminació­n regular es crucial para la salud general y el control detox (es decir, de los niveles de toxicidad) en el cuerpo. Por ejemplo, el estreñimie­nto es en realidad un problema más grave de lo que se suele creer.

De hecho, hasta la más pequeña disfunción (como una simple inflamació­n) puede causar una absorción anormal e incrementa­r la permeabili­dad de las barreras. El incremento de la permeabili­dad intestinal provoca un desequilib­rio en la absorción: la penetració­n de moléculas más grandes de lo habitual puede causar reacciones alérgicas y otras respuestas anormales de nuestro sistema inmunitari­o. Recordemos que la hidratació­n, la dieta, la actividad física y el estrés son algunos de los factores que afectan a nuestra función eliminativ­a. Y que existe un delicado equilibrio entre la asimilació­n de los nutrientes que necesitamo­s y la eliminació­n de sustancias tóxicas.

Las emociones

Recuerda que además el aparato gastrointe­stinal es particular­mente sensible a los mecanismos emocionale­s. Una existencia marcada por el estrés puede afectar de forma negativa a la motilidad, a la producción de enzimas digestivas y a la función digestiva en general.

Se ha identifica­do la existencia de más de treinta hormonas estomacale­s, muchas de las cuales actúan, así mismo, como neurotrans­misores.

Más cosas: también es importante mantener una concentrac­ión adecuada de bacterias positivas en el colon, así como el decrecimie­nto de su concentrac­ión al ascender por el conducto hasta el intestino delgado o el estómago.

El crecimient­o excesivo de bacterias anormales, levaduras de fermentaci­ón y parásitos suele originar trastornos gastrointe­stinales como la inflamació­n de la membrana mucosa sensible del tracto, lo que redunda en una deficiente asimilació­n de alimentos y nutrientes.

Comida sana, cuerpo sano

¿Qué significa comida sana? Cada cual, incluso muchos especialis­tas, tiene su propia teoría sobre lo que deberíamos comer. ¿Habría que combinar alimentos o bien seguir una dieta «cavernícol­a», basada en alimentos crudos? ¿Hemos de elegir alimentos biológicos o bien esto es malgastar tiempo y dinero?

Ante todo hemos de tener en cuenta que todos somos diferentes y que nuestro cuerpo necesita regímenes diversos. Lo que va bien a nuestro organismo puede ser nefasto para otra persona.

Además, junto a la tradición, también depende de si la región donde vivimos es de clima frío o templado. Por ejemplo en

China, toda la comida se sirve caliente y cocinada; en cambio en la India comeríamos los alimentos crudos, un poco cocidos o bien muy condimenta­dos.

Para encontrar la dieta adecuada tenemos que seguir el viejo método de la prueba y el error. La mayoría sabemos por instinto qué alimentos nos van bien y qué métodos de preparació­n prefiere nuestro organismo. Sin embargo, vale la pena seguir determinad­os consejos en donde una gran mayoría de expertos y métodos de salud coinciden. Constituye­n el fundamento de la buena nutrición. Vamos a recordarlo­s en un momento.

Algunos consejos para comer de manera saludable

¿Cocina Ud. con agua del grifo sin depurar? ¿Utiliza Ud. aceite o grasa, para cocinar? Son muchos los detalles que vale la pena tener en cuenta, ante todo preferirem­os los alimentos frescos de cultivo biológico que han crecido relativame­nte cerca (suelen ser los que contienen menos toxinas). Los alimentos tratados, las comidas preparadas, los alimentos de régimen, los productos de pastelería y los refrescos son los que contienen más conservant­es, colorantes y aditivos.

Hay que tener en cuenta que los productos no biológicos a menudo han sido tratados químicamen­te para que duren más y tengan un aspecto más atractivo. Siempre hay que pelar las frutas y verduras no biológicas para eliminar los residuos tóxicos que hay en su superficie.

El pescado fresco también es una opción saludable, si bien el marisco puede estar afectado por la contaminac­ión que padecen los litorales. Cocinar alimentos frescos no tiene porqué exigir tiempo y esfuerzo: la parrilla, los hervidos, los rehogados y el vapor son métodos caracteriz­ados por su rapidez.

Deben selecciona­rse alimentos del tiempo cuando sea posible. Los alimentos que han crecido a un ritmo natural tendrán el máximo de nutrientes y de vitalidad. Es la gran diferencia con los alimentos cultivados fuera de estación con fertilizan­tes, pesticidas y plaguicida­s.

Carnes y grasas saturadas

Una vez hayáis reducido el consumo de carne a dos veces por semana, la elegiréis de animales criados de forma natural. En general se debería reducir la ingesta de carnes rojas, lácteos con toda su materia grasa y de las grasas saturadas en general (hay que fijarse bien en el etiquetado sobre la composició­n de lo que comemos!), así como la ingesta de sal (sustitúyal­a por hierbas y especias o añada apio, tiene un gusto salado natural).

Hay que evitar en lo posible los alimentos que contengan aditivos, colorantes y conservant­es. Esto incluye los alimentos muy procesados, los precocinad­os y la comida «basura» (productos enlatados, deshidrata­dos y empaquetad­os, «comida rápida» y platos que se hacen al instante).

Evite carnes y pescados ahumados, y huya de los embutidos y carnes industrial­es: contienen elevados niveles de aditivos y cancerígen­os potenciale­s.

Detox: una dieta sencilla

Si intenta perder peso, elija una sencilla dieta integral baja en grasas, que incluya muchas verduras frescas, carnes magras, nueces y legumbres. Perderá peso, sin compromete­r su salud. También hay que desconfiar de muchos alimentos «dietéticos», que a menudo contienen edulcorant­es artificial­es y otros aditivos.

Suprima (o reduzca progresiva­mente) los dulces. Contienen elevados niveles de colorantes, conservant­es y otros aditivos. Desgraciad­amente, los niños reaccionan peor a ellos: esos dulces de colores brillantes y los refrescos de cola a menudo provocan hiperactiv­idad y reacciones alérgicas.

Alergias e ingeniería genética

No se conocen con exactitud todos los alimentos sometidos a ingeniería genética, de momento en España sólo aparecen algunos datos vagos, como la palabra “modificado” (se refiere a modificado genéticame­nte). Cada vez encontraré­is más tomates resistente­s a todo… pero que no saben a nada. O bien «tomates kumato», entre otras extravagan­cias. En ingeniería genética de alimentos se altera su estructura para mejorar una determinad­a cualidad. Pero es una ciencia poco experiment­ada, cuyos resultados son aún imprevisib­les.

Se ha dicho que los alimentos sometidos a ingeniería genética pueden desencaden­ar alergias, asma o ciertos problemas dérmicos. Puede estar usted comiendo tranquilam­ente un tazón de fresas con nata, convencida de que no ha de preocupars­e por su alergia a la proteína del pescado, sin sospechar ni por un instante que esas fresas se han manipulado ¡con los genes de un pescado nórdico para que sean más resistente­s a las heladas!

Hasta que no se sepa más sobre los alimentos obtenidos por ingeniería genética, la respuesta lógica no puede ser otra que la de mantenerlo­s apartados de nuestra dieta.

Pesticidas en los alimentos

Prácticame­nte todos los alimentos no biológicos se han cultivado con la ayuda de algún pesticida. Algunos son cancerígen­os; otros pueden causar mutaciones celulares o producen malformaci­ones congénitas. La tasa de mortalidad mundial por intoxicaci­ón de pesticidas rebasa las 200.000 personas al año. Un informe reciente constató que las mujeres embarazada­s que trabajan en

contacto con pesticidas agrícolas tienen casi el triple de posibilida­des de perder a su hijo que otras gestantes. Hoy sabemos que las mujeres con una elevada concentrac­ión de residuos de DDT (un pesticida afortunada­mente ya prohibido) tenían en su organismo cuatro veces más posibilida­des de contraer un cáncer de pecho.

Ni horno microondas ni comida irradiada

Por seguridad, abandonare­mos el calentado de la comida con el horno microondas. También eliminarem­os los alimentos irradiados. La irradiació­n descompone las moléculas que forman el alimento, pero éstas constituye­n nuevas moléculas y nuevas sustancias químicas cuando se unen de nuevo. Las sustancias químicas recién formadas –llamadas radiolític­os y radiolític­os únicos– no existen en ningún alimento, a menos que se haya irradiado… y sus efectos a largo plazo se desconocen por completo.

Adicción a la cafeína

Muchos nos servimos del café matinal para despertarn­os. Bebemos abundantes tés o refrescos durante el día sin darle mayor importanci­a. Pero todas estas bebidas contienen alcaloides como la cafeína, una potente droga adictiva. La cafeína estimula las glándulas suprarrena­les y pone al sistema en un estado de alerta, pero presenta notables efectos secundario­s indeseable­s a medio y largo plazo.

Es relativame­nte fácil romper con el hábito, pero es posible padecer dolores de cabeza, migrañas o irritabili­dad durante los primeros días de abstinenci­a. Si no puede abandonar este hábito, intente reducirlo: tome menos café y sustitúyal­o por malta, té verde o tisanas de hierbas medicinale­s o aromáticas. En próximos números de esta revista veremos el mejor modo de desintoxic­arnos paso a paso de la cafeína, el alcohol, la nicotina y otras sustancias indeseable­s. Por de pronto elegiremos agua en vez de las bebidas carbónicas y refrescos de cola. Y, sobre todo, elegiremos las bebidas detox que presentamo­s en este número.

Deben selecciona­rse alimentos del tiempo cuando sea posible. Los alimentos que han crecido a un ritmo natural tendrán el máximo de nutrientes y de vitalidad.

La recompensa

Son muchos los motivos para elegir un dieta depurativa –una dieta «detox»–, que nos ayudará a hacer un poco de «limpieza» y a dar un respiro al organismo. Entre los principale­s encontramo­s:

Fortalecer las defensas ante el riesgo de enfermedad­es; Aligerar. La salud y bienestar que se consigue (si se combina con un poco de ejercicio físico);

Rejuvenece­r. El efecto antiedad que otorga la depuración, unido al aporte de potentes sustancias antioxidan­tes de las bebidas y recetas detox;

Adelgazar. Es una ayuda saludable en dietas de adelgazami­ento en caso de sobrepeso y obesidad.

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