Cocina vegetariana Extra (Connecor)
El saludable placer de las tisanas:
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Gracias a los principios activos de las plantas, la naturaleza nos ofrece innumerables beneficios para nuestro organismo. Nos ayudan a sentirnos mejor cuando estamos enfermos, a superar estados carenciales, a llevar mejor épocas difíciles o depresiones.
Dentro del amplio abanico de plantas que podemos encontrar en la herboristería, o en el herbario casero, hay un buen número de ellas que nos aportan energía y vitalidad. Tomar una infusión no sólo proporcionará ese empujón que siempre viene bien, sino que también es un buen pretexto para tomarte un respiro y dedicarte unos minutos. De ese modo, la tisana será a la vez relax y energía.
El poder de las plantas medicinales. Cómo preparar tus tisanas
Cuando se trata de tomar una bebida de plantas medicinales, muchas veces se confunden entre sí las distintas formas de prepararla. Unos la denominan infusión, otros té de hierbas e, incluso, es frecuente oír decir “vamos a tomarnos unas hierbas”. El término más correcto para denominar la bebida caliente o fría elaborada a base de plantas medicinales es el de tisana, ya que engloba todos los métodos posibles de extraer los principios activos de las mismas. Entre los más conocidos se encuentran la infusión, la decocción y la maceración.
Infusión
La clásica y popular infusión es la tisana más suave debido al menor tiempo de contacto que mantienen las plantas con el agua y a la temperatura de la misma. Se suele realizar con las partes más blandas de las mismas, como las hojas y las flores. Se prepara vertiendo agua caliente sobre una cucharada pequeña de una determinada planta o grupo de plantas que hayas depositado previamente en un recipiente, como una tetera, una taza o un vaso. También puedes poner las plantas en un pequeño colador estanco que puedes encontrar en muchos establecimientos. Aunque el agua que se utiliza suele ser caliente, existen algunas especies más delica- das con las que es mejor utilizar agua tibia. No conviene en ningún caso que el agua esté hirviendo, ya que un exceso de calor provoca la pérdida de las sustancias más volátiles, como los aceites esenciales. Tras añadir el agua, debes tapar el recipiente para que no se evaporen esos aceites y dejar reposar la infusión unos cinco minutos, el tiempo que necesitan las plantas para desprender sus principios activos. Después cuélala y endúlzala un poco si lo de- seas. El endulzante ideal es la miel, aunque lo recomendable es recurrir a ella sólo en el caso de infusiones amargas. Lo mejor es no añadir nada y aprender a disfrutar del sabor natural de las plantas.
Las infusiones no deben volver a calentarse en exceso y su conservación no excede las doce horas. Es mejor que prepares en cada momento la que te vayas a tomar para poder disfrutar de todos sus saludables beneficios.