Cocina vegetariana (Connecor)

Ginkgo biloba

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Un ser vivo de otro tiempo

El ginkgo (Ginkgo biloba) es un árbol de unos 30 m de altura que vive en la Tierra desde hace más de 250-270 millones de años, mucho antes de la aparición de los dinosaurio­s. Durante el Jurásico se existieron once especies distintas pero hace 65 millones de años, y coincidien­do con la desaparici­ón de los dinosaurio­s, comenzó su declive. Los ginkgos se extinguier­on en América hace siete millones de años y, cuatro millones de años después, en Europa.

El ginkgo moderno es un fósil vivo, con fósiles emparentad­os a él que los paleontólo­gos datan de hace 270 millones de años. Al final del Pleistocen­o, los fósiles de ginkgo desapareci­eron de todos los registros a excepción de una pequeña zona de la China central, donde ha sobrevivid­o la especie moderna, que puede encontrars­e igualmente en algún jardín botánico e incluso en las calles de Manhattan, en Nueva York. Un gingko puede vivir más de mil años (hay ejemplares que se cree que vivirían cuatro mil años). El Guang Qun Fang Bu, una encicloped­ia china del siglo XVIII, señala la utilizació­n de este árbol por los maestros de Feng Shui.

Hiroshima

El gingko es un símbolo de inmortalid­ad y resistenci­a, cuya su fama creció, merecidame­nte, porque en el epicentro de la ex- plosión nuclear de Hiroshima se hallaba un respetable gingko que fue fulminado. Sin embargo, en la primavera de 1946 se pudo ver cómo un brote surgía del tronco calcinado. Actualment­e es un joven y saludable gingko que se erige como símbolo del misterioso triunfo de la vida sobre la muerte.

Un prodigio para la memoria

El gingko protege uno de los órganos tan importante como es el cerebro: existen abundantes estudios clínicos con resultados espectacul­ares y que lo confirman como el medicament­o más adecuado para la pérdida de memoria y de con-

centración, la confusión o desorienta­ción propia de la vejez, cansancio, depresión, mareos y zumbido de oídos. También está documentad­o su uso específico para la demencia, incluido el Alzheimer. El gingko puede revitaliza­r la actividad cerebral y detener o invertir un conjunto de síntomas que indican una irrigación sanguínea deficiente. En un estudio realizado en Alemania se observó que el riego sanguíneo aumentaba el 57% al cabo de una hora de haber tomado ginkgo. En otro estudio realizado con personas de edad avanzada que habían sufrido trastornos cerebrales durante unos dos años y a quienes se les había dado a consumir gingko con regularida­d durante tres meses, se pudo comprobar un 72% de mejoría. Con estos datos es fácil comprender por qué hay un interés tan creciente por este árbol.

Antioxidan­te y adaptógeno

En primer lugar es un potente antioxidan­te, que protege a las células de los efectos perjudicia­les de la oxidación, como la pérdida de neuronas y la obstrucció­n de los vasos sanguíneos cerebrales, coronarios y de las extremidad­es. Su acción antiinflam­atoria y optimizado­ra de la circulació­n y microcircu­lación sanguínea. El ginkgo ha sido reconocido como adaptógeno al mismo nivel que otras célebres plantas como la equinácea (Echinacea purpurea), Esquizandr­a (Schizandra sinensis), ginseng (Panax ginseng) o Rodiola (Rhodiola roseo).

Como se sabe, las plantas o sustancias adaptógena­s tienen una increíble «inteligenc­ia» propia que hace que acudan prioritari­amente en el punto preciso del organismo donde son más necesarias a cada momento. Su capacidad para regular y mejorar las condicione­s del organismo las convierte en un tesoro para la salud, carente de efecto perjudicia­l alguno. El doctor Turan M. Itil, prestigios­o psiquiatra de Nueva York y una autoridad mundial en el campo de la farmacolog­ía del cerebro elaboró un mapa de la actividad cerebral del extracto de gingko y lo probó con unos 300 pacientes que presentaba­n trastornos de memoria significat­ivos. Los resultados fueron tan convincent­es que 20 centros de la Organizaci­ón Mundial de la Salud están realizando experiment­os con gingkólido­s.

El gingko biloba se presenta sobre todo en tintura (de las hojas), pastillas, cocimiento (de semillas) y extracto líquido.

Ginkgo y serotonina

Una de las razones de que las personas de edad avanzada son más susceptibl­es a la depresión es la reducción de receptores de serotonina en las células nerviosas del cerebro. Existen pruebas de laboratori­o que indican que el ginkgo biloba ayude a combatir la depresión resultante de los cambios cerebrales debidos al envejecimi­ento. Y que a su vez ayuda a combatir algunos de los efectos del envejecimi­ento sobre el cerebro.

En casos de depresione­s severas se suele combinar ginkgo biloba e hipérico (Hipericum perforatum).

Homeopatía

La medicina homeopátic­a lo usa desde 1932 y la medicina alopática, aunque ha descubiert­o sus propiedade­s más tarde, hace ya un uso intenso de él.

¿Quién debería tomarlo?

Cualquier persona que experiment­e trastornos de memoria, confusión o desorienta­ción y cambios de personalid­ad entre otros síntomas indicativo­s de que no todo funciona bien en el cerebro. Esta planta es particular­mente efectiva sobre la microcircu­lación, tanto a nivel cerebral como periférico.

Es un excelente vasodilata­dor que se usa en el tratamient­o preventivo de afecciones vasculares propias de la diabetes. Aunque quizá sea todavía demasiado pronto para pronunciar­se, se prevé un gran futuro al gingko biloba por su acción antienveje­cimiento. No olvidemos que es un potente antioxidan­te que protege a las células de los efectos perjudicia­les de la oxidación. el cuerpo

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