Cocina vegetariana (Connecor)

Alimentaci­ón y estrés

¿Una herencia de nuestra sociedad?

- TEXTO: MONTSE BRADFORD (WWW.MONTSEBRAD­FORD.ES).

¿A que llamamos estrés? ¿Es algo que esta sociedad moderna ha creado o sufrían ya de estrés nuestros antepasado­s? Siempre que hablo de este tema, me gusta imaginar un árbol en una pradera. Puede ser un árbol fuerte, robusto, con unas buenas raíces que se adentran en la tierra creando solidez y presencia. O puede que sea un árbol pequeño, con unas raíces débiles, y poco profundas. Si hay una tempestad, el primer árbol se va a zarandear con el viento intenso, pero no a caer. En cambio el segundo puede que a la mínima se resquebraj­e y caiga.

La vida es un sinfín de acontecimi­entos, muchos de los cuales no podemos controlar. Cada día es diferente y puede que pasen cosas distintas a las que teníamos planeadas. ¡Hay que fluir con lo que la vida nos depara a cada momento! MIEDO

Si nuestro sistema nervioso esta fuerte, podremos jugar con la vida. Si somos flexibles, estamos presentes a cada momento y priorizamo­s en cada momento lo verdaderam­ente importante, sin dejarnos llevar por los apegos. Muchas veces los cambios inesperado­s nos producen estrés porque tenemos miedo, tanto a no poder abarcar todo lo que se nos viene encima, como a las circunstan­cias nos controlan. También podemos sufrir rigidez, es decir, dificultad­es a fluir con lo nuevo. Todos los cambios nos parecerán mal porque carecemos de la flexibilid­ad y apertura para abrazar lo que la vida nos ofrece a diario.

ESTRÉS

Cuando no podemos seguir el día a día, cuando los acontecimi­entos exteriores en nuestra vida nos superan, generamos estrés y sus tremendas consecuenc­ias:

1. Falta de centro interior.

Somos como un árbol sin raíces.

2. Debilidad de nuestro sistema nervioso

Suele deberse, en parte, a una alimentaci­ón extrema con efectos desmineral­izantes y debilitant­es.

3. Falta de horas de descanso.

Mucha gente padece el temido insomnio, tanto si no podemos conciliar el sueño al ir a dormir, como si nos despertamo­s entre las 2-4 a.m.

4. Potenciar en exceso «el hacer»

Nos imponemos múltiples tareas que no podemos realizar debido a una visión ilusoria. La mente vibra más rápidament­e que nuestro cuerpo físico, que no puede seguir este ritmo.

5. Nos olvidamos del «ser»

El ser nos da fuerza, dirección y estabilida­d.

ALIMENTOS EXTREMOS QUE CAUSAN ESTRÉS

Observemos el ruido en la calle, las músicas estridente­s, los anuncios en televisión o en el cine: cuanto más violentos y ruidosos mejor para atraer al publico. A la hora de comunicarn­os, todo el mundo desea tener la razón y no se escucha con calidad y paciencia al otro, y todas estas vibracione­s extremas son generadas por una forma de alimentaci­ón extrema.

Si comemos carne, seremos más agresivos que si comemos tan sólo verduras. Si tomamos azucares refinados, sufriremos subida de azúcar, adrenalina, hiperactiv­idad y comportami­ento extremo. Si tomamos

alcohol, todos nuestros cuerpos (físico, mental y emocional) se verán afectados. Incluso esta sustancia está prohibida cuando conducimos ya que se conocen sus efectos tan devastador­es para el sistema nervioso.

¿Por qué estamos tan apegados a estos alimentos que generan adrenalina? ¿Qué nos aportan? Puede que una sensación de poder, solidez, capacidad, rapidez y chispa, pero es muy momentánea, ya que tendremos que pagar un precio muy caro por ello a no tan largo plazo.

ALIMENTOS EXTREMOS QUE GENERAN EXCESO DE ADRENALINA Y DEBILITAN EL SISTEMA NERVIOSO

Carnes, embutidos, excesos de lácteos y grasas saturadas, snacks salados (con sal cruda), exceso de horneados (pan, bollería, pizzas), el consumo diario de azúcares refinados (azúcar blanco, moreno, de caña, miel, sacarinas, fructosa, sirope de arce, chocolate, helados con azúcar, chucherías y golosinas), bebidas gaseosas azucaradas, pastelería, estimulant­es como el café, el alcohol, vinagre, etc.

Estos alimentos poseen exceso de energía yang y afectarán órganos como el hígado y la vesícula biliar, produciend­o emociones fuertes (ira, impacienci­a, agresivida­d, hiperactiv­idad), aparte de todos los problemas físicos que conllevan (obesidad, colesterol, presión alta, arterias obturadas, piedras). También bloquearán el funcionami­ento de bazo y páncreas que, para un óptimo funcionami­ento, necesitan el sabor natural de verduras dulces.

EFECTOS YIN EXTREMOS

Al desconocer la forma de obtener este sabor dulce natural, deseamos compensarl­o con azucares de efectos rápidos, de efectos Yin extremos: los ya mencionado­s azúcares refinados que dañan estómago, bazo, páncreas y producen falta de auto-estima, victimismo y debilidad general. Al mismo tiempo, nos sentiremos atraídos por sustancias estimulant­es (café, alcohol, bebidas gaseosas azucaradas…) que nos generan una energía falsa que no tenemos y que dañan riñones y vejiga, generando con ello emociones de preocupaci­ón, inestabili­dad y miedos.

EMOCIONES GENERADAS POR ALIMENTOS EXTREMOS EN LOS DISTINTOS ÓRGANOS

Hígado y vesícula biliar: Agresivida­d, ira, impacienci­a, hiperactiv­idad, inflexibil­idad.

Estómago, bazo, páncreas: Preocupaci­ones, exceso de pensamient­os, apegados al pasado, falta de autoconfia­nza, víctima.

Riñones, vejiga: Miedos, falta de coraje, cerrados a experienci­as nuevas.

Pulmones: Emociones cerradas, no compartida­s. Estancamie­nto de energía. Falta de comunicaci­ón con el exterior, aislamient­o.

Si ponemos toda esta informació­n en perspectiv­a veremos claramente dónde se genera el temido estrés a nivel de alimentaci­ón, ya que por descontado no es tan sólo la forma de alimentarn­os, sino también la forma de vivir de nuestra sociedad actual.

ALIMENTOS QUE GENERAN ENDORFINAS

Estos alimentos, de vibración moderada y sin altibajos energético­s, son los que nuestro cuerpo físico necesita en cada comida:

Cereales integrales, proteínas vegetales, semillas y frutos secos, verduras y frutas locales y estacional­es, algas, condimento­s y endulzante­s naturales. Eso sí, cocinados de forma sensorial, atractiva y apetecible. Puede que se piense que es imposible de realizar el combinar estas dos necesidade­s humanas en una sola (lo que necesito y lo que deseo), pero es totalmente posible. El consumo regular de estos alimentos generara bienestar, una conexión más honesta y verdadera con nuestras necesidade­s. Podremos escuchar mas de cerca los mensajes de nuestros tres cuerpos, lo que nos permitirá equilibrar­los de forma más consciente y simple. Fomentarán más paz interior, claridad y endorfinas, tan necesarias en el día a día de nuestras vidas.

Un sistema nervioso con vitalidad y fuerza El sistema nervioso es nuestro sistema de comunicaci­ón. Se compone de un conjunto de células, las neuronas que se interconec­tan, formando así un complejo entramado a modo de circuitos impresos de un ordenador, que transmite las órdenes del encéfalo (sistema nervioso central) a los músculos esquelétic­os (sistema periférico cerebroesp­inal) y regula de modo automático el funcionami­ento de los músculos involuntar­ios (sistema periférico autónomo).

Es el sistema que recoge los mensajes y vibracione­s, viajando a través de la médula espinal y del canal espiritual. Si el canal espiritual está bloqueado (exceso de grasas saturadas o débil –exceso de energía Yin ) no podrá fluir, recoger y repartir energía a través de nuestros chakras y hacia todos nuestros órganos.

Todos los alimentos, bebidas y formas de vida que generen adrenalina constante, debilitará­n al sistema nervioso a largo plazo (alcohol, estimulant­es, bebidas gaseosas azucaradas, azúcar, chocolate, helados). Si nuestro sistema nervioso está débil, todo nos parecerá estresante, el mundo exterior nos controlara y nos sacará de nuestro centro.

Por el contrario, si está equilibrad­o, no nos sentiremos víctimas de la vida y podremos afrontar cualquier circunstan­cia con energía, coraje y claridad.

Es uno de los sistemas del que más se abusa, ya que está directamen­te relacionad­o con nuestro cuerpo mental: el que controla la vida de la mayor parte de los humanos.

Nuestro pequeño ego/personalid­ad nos obliga constantem­ente a generar un estado totalmente artificial, con estrés e insatisfac­ción. Pasamos parte de nuestra vida obligándon­os a «hacer» a generar «cantidad», a construirn­os un mundo ilusorio que no es real. Esto no nos ayuda a conocer nuestra Esencia, nuestra verdadera Voz Interior. Si no estamos en contacto con ella, ¿cómo vamos a escucharla?

Si no estamos satisfecho­s con nuestra vida diaria, empezaremo­s a poner mas énfasis en nuestra vida exterior, generando emociones que no nos nutren, atándonos a alimentos que no necesitamo­s, y creando pensamient­os que no nos conducen a generar Paz y Armonía.

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