La grifería empotrada
• Esta opción de i nstalación para la grifería de l avabo es cada vez más frecuente. Las tendencias decorativas que apuntan al minimalismo, diseño simple y líneas puras, apuestan por esta solución que introduce ventajas estéticas y prácticas.
• El caño y los mandos se empotran a la pared, pasando sus instalaciones por regatas interiores, dejando libre la trasera de la encimera del lavabo y consiguiendo un conjunto mural de gran belleza. La caída del agua es similar a la de un grifo encastrado sobre-encimera, aunque su efecto chorro parece más placentero.
• Los requisitos de instalación se deben prever antes de la reforma, para especificar al fontanero su correcta posición y la salida de aguas, pero no demanda grandes obras adicionales. Eso sí, su coste es un poco más elevado que el de las griferías convencionales.
• Existen griferías empotradas para todo tipo de usos: lavabo, bañera y ducha. En todos los casos se aprecia la limpieza visual de esta solución en los baños.
Ducha e inodoro se hallan en cuartos independientes
Para reforzar más la idea de baño con vestidor, se ha colocado un puf redondo de papel y algodón en el centro de la sala, como pieza práctica que sustituye al típico banco o silla; así como una alfombra de rayas que aporta personalidad y calidez. Ambas piezas conllevan un lugar ideal para vestirse y calzarse con total comodidad, tras la higiene cotidiana.
Para la zona de ducha se ha seleccionado un funcional y resistente gres, siempre más duradero en superficies que deben soportar humedad y de fácil mantenimiento para un área de aguas. La interiorista ha diseñado una mampara de cristal que cierra la ducha, integrándola y haciéndola visible en el ambiente común, pero a la vez evitando que el agua salga de su perímetro. Mientras que en la zona del inodoro y bidé se sigue con el mismo pavimento y revestimiento, cerrando el cuarto con una puerta de tableros de madera de roble teñido para tener más intimidad. El baño presenta una distribución marcada que delimita los pasos de los miembros de la pareja. Así pues, del dormitorio se pasa, de un modo natural, al vestidor de dos caras, que se encuentra en la zona diáfana de la sala, donde se bifurcan los pasos hacia el lavabo con aspecto de tocador y hacia la ducha y wc. Y aunque se distingan todas esas zonas, el resultado no puede ser más homogéneo y todo gracias al trabajo decorativo, cuyo peso recae mayoritariamente en la madera de roble, protagonista y elemento distintivo del proyecto.