Roble y pizarra
Inundado por la luz
Este baño se reorganiza de un modo muy especial, girando alrededor de un patio interior ajardinado. Dormitorio, lavabo y ducha bordean un paisaje que inunda de luz y vistas el interior. La bañera, en el rincón más reservado, también tiene su pedacito de paraíso.
Los lavamanos cuentan con un escenario de fondo único, cambiante y vivo
La madera se usa para las zonas más cálidas, mientras que la pizarra para las áreas más húmedas
Tras un muro blanco frente al lavabo, se ha colocado el inodoro
La ubicación de este baño condiciona totalmente su interiorismo e impacto visual. Situado junto al dormitorio principal de la vivienda, cuenta con un patio interior ajardinado que se asoma desde la zona de lavabos. Dicha salida es la fuente fundamental de luz natural para la estancia, además de convertirse en un escenario ideal para el momento de relajación cotidiana.
Desde la habitación principal y, a través de un generoso acceso con una puerta batiente lacada en blanco hecha a medida del espacio, se llega a la zona de aseo para la pareja. Lo primero que se encuentra, ante el muro de cristal, es el área de lavamanos, con un ligero mueble de madera de roble con cajones para guardar productos, una larga encimera, dos lavabos cuadrados con sus griferías curvas, y unos espejos sobre planchas de madera que suben ante el cristal que da al jardín. Entre ambos elementos existe una estrecha separación, pensada para poder instalar los screens blancos que no restan luminosidad, pero sí separan visualmente el baño del patio.
Cuando termina el mueble de lavabo, en cuyo extremo puede verse un práctico toallero, se llega a la puerta que da directamente paso al pequeño jardín con un bello lucernario. Éste presenta un techo cubierto con una estructura a tablas que produce un efecto de luces y sombras, especialmente interesante, según las horas del día, en la segunda ducha. La zona de duchas se sitúa al final de la estancia, marcada por un cambio de pavimentos: madera de roble para el suelo del lavabo y pizarra negra natural, ambos al mismo nivel, que funciona como plato de ducha, marcando unas líneas diagonales hacia el desagüe. Una de las duchas queda en el interior del baño, mientras que la otra, contigua a la primera y separada de ella por un fino panel de cristal transparente, está frente al patio, creando un espacio exclusivo en el que ducharse bajo el sol, sin salir de la habitación.
Finalmente, y al otro extremo de la mencionada ducha, se encuentra un rincón de especial especial encanto que queda oculto del resto del ambiente común.