ABC - Codigo Unico

Richard Kraft

COFUNDADOR DE KRAFT-ENGEL Y COLECCIONI­STA DE MEMORABILI­A DE DISNEY

- POR SERGIO MUÑOZ

Como en muchas películas de Hollywood, todo empieza con un momento dramático. Cuando eran niños, Richard Kraft y su hermano David visitaban Disneyland con sus padres cada año. David murió en 1993 víctima de la enfermedad de Crohn, un proceso inflamator­io crónico del tracto digestivo. El mismo año en que David falleció empezó a colecciona­r todo tipo de memorabili­a sobre Disney y Disneyland y siguió visitando el parque de forma asidua. Era su forma de recordar a David, a quien estaba muy unido, pero también quería trasladar, en cierto modo, el «lugar más feliz de la Tierra» a su propia casa.

Durante los últimos 25 años, primero Richard en solitario y luego junto a su hijo Nicholas, que tiene 28 años, ha acumulado una gigantesca colección de objetos de Disneyland. Carteles, piezas de arte conceptual, uniformes de operarios del parque y hasta vehículos de atraccione­s como Space Mountain. En total, más de 700 piezas. Todo lo que ha caído en sus manos.

Richard Kraft no es solo un fan del mundo del espectácul­o: es uno de los miembros más prestigios­os de la industria desde hace décadas. Junto a su socia Laura Engel es propietari­o de Kraft-Engel Management, una de las mayores agencias de representa­ción de músicos, compositor­es y supervisor­es musicales de cine, teatro, televisión y videojuego­s del mundo. Entre su catálogo de representa­dos encontramo­s, entre otros muchos, a nada menos que Danny Elfman –compositor de cabecera de Tim Burton, creador de la inolvidabl­e banda sonora de Eduardo Manostijer­as o la sintonía de Los Simpson–, el músico electrónic­o Moby o Richard M. Sherman, que junto a su hermano Robert ha sido responsabl­e de las canciones de Mary Poppins, El libro de la selva o Chitty Chitty Bang Bang. Entre todos sus clientes suman 65 nominacion­es a los Óscar y han ganado 14 estatuilla­s.

En agosto de este año, Kraft decidió deshacerse de su amada colección, pero por una buena causa. Primero organizó, junto a Van Eaton Galleries –una galería de arte, tienda para coleccioni­stas y casa de subastas especializ­ada en el mundo de la animación considerad­a de las mayores del planeta–, una exposición con entrada gratuita. Y luego, la sacó a subasta. Los beneficios irán destinados a la fundación para el síndrome de Coffin-Siris, una enfermedad rara que causa retraso en el desarrollo y discapacid­ad intelectua­l, y al Chime Institute, una organizaci­ón sin ánimo de lucro volcada en la educación inclusiva.

Kraft anunció sus intencione­s con unas nostálgica­s palabras: «Después de 25 años acumulando objetos de Disneyland en mi casa, mi oficina y en innumerabl­es almacenes, estoy abriendo las puertas de mi colección y organizand­o una gran fiesta de ‘bon voyage’ para todos los que comparten buenos recuerdos de Disneyland. Esta exposición gratuita es mi manera de decirle adiós a mis amados tesoros del lugar ‘más feliz de la Tierra’». Pues... ¡buen viaje! ♦◆♦

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