DE LA PASARELA al píxel
CRISTIAN ZUZUNAGA
Artista, diseñador y empresario de éxito, defiende la parte humana del diseño y busca la belleza en el error y la imperfección. De ahí su romance con su Letterpress, una máquina de impresión tipográfica suiza de los 50.
Fue hace casi dos años cuando volví a coincidir con Cristian Zuzanaga en la tienda de Camper de la calle Serrano. Le había conocido durante su etapa de modelo en Madrid. Aquel chico guapo, hijo de peruano y catalana, había crecido en todos los aspectos y era la estrella de la noche. Se presentaban el libro Biografía anticipada de Cristian Zuzunaga y el modelo de calzado que había diseñado para el proyecto Twins Artista, de Camper.
Su visión cambió en un viaje a Shangái: viendo la brutal evolución de la ciudad se dio cuenta de que el píxel se había convertido en el icono de nuestro tiempo. «Todo empezó como una crítica hacia el tipo de vida a la que íbamos encaminados –apunta–, y eso es lo que vivimos ahora, un periodo hostil».
Para Cristian, la casualidad no existe, pero los astros se alinearon en su favor el día que presentó su trabajo de fin de máster en el Royal College of Art y Ron Arad se sentó en su sofá pixelado. Tampoco estuvo nada mal que Brian Eno le encargara uno, aunque nunca más volvió a saber de él: no le quedó otro remedio que ponerse las pilas y entrar en contacto con pesos pesados como Moroso o Kvadrat.
A los 27 años montó su propia empresa, Zuzunaga, dedicada a la producción textil y de mobiliario, y los coloristas estampados pixelados empezaron a multiplicar su éxito. Y ahora, recién instalado en Londres junto a Anna, su pareja y madre de sus dos hijos, ha empezado un proyecto nuevo: dar forma a su taller para imprimir su obra gráfica artística y abrirse también a colaboraciones puntuales. «Ahora estoy en una transición trabajando a nivel personal la parte artística más gráfica, no tanto en textil sino en papel. Voy más a la esencia, trabajando en base a la cuadrícula. No se basa en el píxel, pero podrían ser perfectamente formas pixeladas que ya veían loa aztecas y los mayas. Formas muy virales». La pandemia ha paralizado algunos de sus proyectos, pero él sigue fiel a su credo: «Quiero sacar productos o colecciones nuevas a un ritmo humano. No fabricar por fabricar».
A pesar del éxito y el reconocimiento, dice que volvería a trabajar como modelo: «Me siento mejor ahora que cuando tenía 20 años. En esa época aprendí muchísimo y a veces echo en falta la libertad de entonces. Ahora lo valoro y lo entiendo. Pero no sé, la vida da muchas vueltas».