Lujo y street style
En el año 2000, la diseñadora británica Lulu Kennedy, creadora de la línea de ropa Lulu &
Co. y asesora de diversas marcas de moda, tuvo una brillante idea que ha resultado fundamental para la expansión de la moda británica en estos últimos veinte años: crear Fashion East, una organización sin ánimo de lucro para encontrar y fomentar nuevos talentos del diseño de moda. Cada temporada, Fashion East ofrece a tres diseñadores de ropa de mujer y tres de hombre la oportunidad de organizar un desfile para la prensa internacional y los compradores que asisten a la Semana de la Moda de Londres. «Básicamente, lo que hacemos es seleccionar a los diseñadores en los que más creemos y que necesitan algo de apoyo, y darles patrocinio, consejos y tutorías, organizarles un desfile y premiarlos con una pequeña beca que, la verdad, no llega muy lejos». Gracias a la ayuda de Fashion East, en estas dos décadas han saltado a la primera línea del diseño británico creadores hoy universalmente consolidados como Kim Jones, Craig Green, Jonathan W. Anderson, Grace Wales Bonner o Simone Rocha. En 2011, a esa lista se sumó una chica danesa afincada en Londres que estaba determinada a fusionar en sus creaciones dos mundos aparentemente opuestos: el lujo y el deporte. Desde entonces, Astrid Andersen y su marca homónima han atraído la atención del circuito internacional de la moda por su única y atrevida combinación de lujo y tejidos de inspiración deportiva. «En 2011, ninguno de los que estábamos en el grupo de Fashion East sabíamos aún lo que estabábamos haciendo ni hacia dónde íbamos, pero quizá era eso lo que lo hacía tan inspirador –asegura Andersen–. Comencé a hacer los shows al mismo tiempo que Craig Green y desde entonces esa es una de las relaciones más profundas que tengo dentro de la moda. Craig y yo tuvimos muchos momentos compartidos en los que ambos éramos un desastre, pero esos momentos fueron también los más felices».
En los casi diez años que han pasado desde que Andersen lanzó su marca, el panorama de la moda masculina ha experimentado un cambio radical: mientras su visión lujosa del street style ha ido calando en las propuestas de casi todas las marcas del planeta, ella ha recorrido el camino inverso, y en las últimas temporadas se ha ido alejando de su querencia por lo casual para adentrarse en un terreno cada vez más personal.
Tras presentar el año pasado su colección de otoño-invierno para hombre en Nueva York, la danesa ha vuelto este año a ‘casa’, a Londres, para mostrar sus nuevas propuestas. Y son nuevas de verdad, tanto en la forma como en el fondo. Tomando como referencia «el sofá de casa de mi madre», como ella misma afirma, Astrid Andersen se ha apoyado en los estampados y en las referencias a los años 70 para desarrollar una especie de festival de Woodstock fashionista en el que sobresalen, las texturas, los brillos, el satén y las pieles. Una colección que mezcla lo mejor de la diseñadora danesa (alegría, positivismo y ropa ‘ponible’) con una visión alejada ya la extravagancia de su primer mix entre lujo y street style, que tanto rechazo provocó en unos como amor a primera vista en otros.