UNA vídeoCoNfereNCiA es, eN reAlidAd… ¡streAmiNg!
¿Qué tienen en común YouTube, Skype, Hangouts y Netflix? Que todo es streaming. Excepto en el caso de Netflix, en el que todo está previamente almacenado, en plataformas como YouTube, Vimeo o similares, puedes ver streams en directo, según vayan sucediendo. Y eso significa que, a todos los efectos, no existe ninguna diferencia con una videoconferencia convencional, con excepción de que en aquellos los demás no te ven. Es decir, las videoconferencias son streams en tiempo real de audio y vídeo. Lo que tú ‘emites’ se digitaliza y codifica directamente y se envía por Internet a tu contertulio, que lo recibe, descodifica y recompone en pantalla. ¡Todo ello en fracciones de segundo!
Y, como no siempre las líneas están bien o no todas las conexiones a Internet son iguales, la ventaja del streaming es que puede llevar a cabo una gestión eficiente de la línea para así reducir la calidad cuando sea necesario. Por ejemplo, cuando hay cuellos de botella en la red o cuando una de las partes tiene mala cobertura, dificultades de conexión, etc. Si alguna vez has realizado alguna videoconferencia, seguro que te resulta familiar el hecho de que la imagen se pixele o quede borrosa y que el sonido se corte, etc. Eso indica que se está reduciendo el ancho de banda disponible y que se degrada la calidad de la transmisión, así que el programa que usas está bajando la calidad. Normalmente, esto es algo transitorio, pero si no lo fuera, quizá tendrás que desactivar el vídeo un tiempo, ya que es lo que más datos consume. Así, al menos, mejorará el audio.