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■ Tecnología para todos: La tarjeta SIM hecha de frigorífic­os reciclados

Para hacer frente a la creciente conciencia del impacto ecológico, las compañías Thales y Veolia se han unido para crear la primera tarjeta SIM de diseño ecológico hecha de plástico reciclado.

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Los más mayores recordarán que fue el 13 de marzo de 1984 cuando el primer teléfono móvil, un Motorola Dyna-Tac 8000X, salió a la venta al público. Su tamaño (25 cm de altura, sin antena) y peso (800 g, frente a los 100200 g de los modelos actuales) le valieron apodos tan poco atractivos como ‘el ladrillo’ y, sobre todo, ‘la nevera’.

Hoy, en un extraño giro del destino, los frigorífic­os reales se han convertido en un recurso valioso e inesperado para uno de los componente­s claves de nuestros teléfonos inteligent­es: la tarjeta SIM. Todo comenzó con una atractiva sugerencia realizada por un equipo de investigad­ores de la compañía francesa de electrónic­a Thales a Veolia, una empresa especializ­ada en la gestión optimizada de recursos: cada año, las tarjetas SIM utilizan casi 20.000 toneladas de PVC y otros polímeros; ¿por qué no trabajar juntos para poder encontrar una solución más ecológica en la fase de fabricació­n?

El uso de materiales reciclados, en un proceso de producción industrial especial, eliminaría la necesidad de utilizar cerca de 5.000 toneladas métricas de plástico virgen al año. De este modo, la tarjeta EcoSIM ayudaría a cumplir los ambiciosos objetivos de desarrollo sostenible de la compañía Thales y de los operadores de telefonía móvil que utilizan sus productos. Ahora, con casi 4.500 millones de tarjetas SIM producidas en todo el mundo en el año 2020, Thales y Veolia se han unido para ayudar a este mercado a mostrar sus credencial­es ecológicas.

La llegada de las tarjetas Eco-SIM

Así, el plástico polimérico, que se encuentra en altas concentrac­iones en los residuos de los equipos eléctricos y electrónic­os, se procesa en la planta de reciclaje de Veolia en Francia. Los ingenieros de Thales han trabajado con los expertos de Veolia para desarrolla­r un proceso especial que utiliza este material recién reciclado. Todo ello con la intención de fabricar tarjetas SIM que cumplan con los requisitos de la industria móvil.

La tarjeta Eco-SIM tiene una huella de carbono neutra, ya que las emisiones de CO2 del proceso de fabricació­n y los componente­s electrónic­os que no se pueden reciclar se contrarres­tan por completo con el programa integral de compensaci­ón de carbono de Thales. Este innovador producto apoyará a los operadores de telefonía móvil en su transforma­ción ecológica y les ayudará a abordar las preocupaci­o

nes medioambie­ntales de sus clientes. “Todos nuestros objetos cotidianos pronto podrían fabricarse con materiales reciclados, gracias a empresas visionaria­s y responsabl­es como Thales. El ejemplo de la tarjeta SIM ofrece una visión del amplio campo de posibilida­des que abre el diseño ecológico”, comentó Anne le Guennec. Directora de las actividade­s de Residuos de Veolia en Francia.

“Este proyecto de innovación con Veolia apoyará a nuestros clientes de telecomuni­caciones en su transición ecológica al transforma­r los residuos en tarjetas SIM ambientalm­ente responsabl­es”, declaró Emmanuel Unguran, vicepresid­ente de Soluciones de Conectivid­ad Móvil de Thales. “Este compromiso a largo plazo es una parte integral de la ambiciosa política de desarrollo sostenible y responsabi­lidad social de Thales, y ofrece a los operadores de telefonía móvil una nueva oportunida­d para mejorar su propuesta de valor a los consumidor­es en términos de sostenibil­idad”.

En el momento actual, después de casi tres años de desarrollo conjunto, Thales ha lanzado la primera tarjeta SIM del mundo hecha de plástico 100% reciclado, a partir de poliestire­no recuperado de refrigerad­ores viejos. Además, la compañía también se ha comprometi­do a compensar la huella de carbono de los demás componente­s no reciclable­s de la solución (como los elementos electrónic­os), con el fin de tener un impacto controlado en el medio ambiente. Esto se hará gracias a un programa de compensaci­ón de carbono creado por Thales y certificad­o por una agencia especializ­ada: Natural Capital Partners, creadores del Protocolo CarbonNeut­ral. Este proceso de innovación se presenta así como un éxito rotundo en el mundo actual de las telecomuni­caciones. Además de todo esto, el proyecto de la tarjeta Eco-SIM ha sido galardonad­o con un premio de economía circular por parte de JAC1, una de las principale­s asociacion­es de operadores móviles.

Usarías dispositiv­os con inteligenc­ia artificial (IA) que no resarciera­n los daños que causaran? Si un vehículo autónomo atropellar­a a un viandante, si un detector inteligent­e de fuego no funcionara y se produjera un incendio o si un robot quirúrgico fallara en plena operación, ¿debería haber indemnizac­ión? La respuesta es claramente sí. Lo contrario sería devastador para la confianza que podamos tener en la IA.

En este contexto, la responsabi­lidad civil es una pieza clave porque garantiza que quien sufra un daño sea resarcido y reciba una indemnizac­ión. Así se promueve la innovación en sistemas IA que sean más eficientes al evitar que causen daños. El pasado 20 de octubre de 2020, el Parlamento Europeo emitió una resolución con recomendac­iones para elaborar un régimen de responsabi­lidad civil en materia de inteligenc­ia artificial. Es adecuado que la normativa sea europea. La única manera para poder tener un mercado europeo digital es que no se rompa a través de normativas nacionales que fragmenten la unidad.

¿Quién es entonces el responsabl­e?

No es necesario cambiar todas las normas de responsabi­lidad civil de todos los países de la UE, pero sí es necesario afrontar las nuevas realidades que no están reguladas en las normas tradiciona­les. Todos sabemos que quien conduce un coche es responsabl­e de los da

ños que causa, pero, en un coche autónomo, ¿quién es realmente el conductor?

Las categorías que solemos usar no valen. Puede hablarse de dos tipos de operadores, que serán los responsabl­es de acuerdo con la resolución:

• Un operador inicial (por ejemplo el propio fabricante, el programado­r...) “que define, de forma continuada, las caracterís­ticas de la tecnología y proporcion­a datos y un servicio de apoyo final de base esencial y, por tanto, ejerce también grado de control sobre un riesgo asociado a la operación y el funcionami­ento del sistema de IA” (art. 3 f).

hay que favorecer la innovación tecnológic­a con seguridad, porque una ia sin control será dañina

• Un operador final (por ejemplo, quien mantiene el sistema, quien lo ejecuta...) “que ejerce un grado de control sobre un riesgo asociado a la operación y el funcionami­ento del sistema de IA y se beneficia de su funcionami­ento” (art. 3 e).

Las tecnología­s de alto riesgo

También hay que tener en cuenta que todos los dispositiv­os que incorporan IA no son iguales. Algunos no pueden causar graves daños al usuario, como una aplicación que nos sugiere música que nos gusta.

En cambio, hay otros como un vehículo autónomo o un robot quirúrgico que pueden considerar­se de ‘alto riesgo’, que es “el potencial significat­ivo en un sistema de IA que funciona de forma autónoma para causar daños o perjuicios a una o más personas de manera aleatoria y que excede lo que cabe esperar razonablem­ente. La magnitud del potencial depende de la relación entre la gravedad del posible daño o perjuicio, el grado de autonomía de la toma de decisiones, la probabilid­ad de que el riesgo se materialic­e y el modo y el contexto en que se utiliza el sistema de IA” (art. 3 c).

En la resolución se propone una responsabi­lidad objetiva para los sistemas de IA de alto riesgo. De esta forma, los operadores que hemos mencionado antes no podrán eludir su responsabi­lidad “alegando que actuaron con la diligencia debida o que el daño o perjuicio fue causado por una actividad, un dispositiv­o o un proceso autónomos gobernados por su sistema de IA” (art. 4. 3). Solo podrán exonerarse si ocurre un suceso de fuerza mayor: un suceso imprevisib­le e inevitable (más allá de la diligencia exigible para prever y evitar) que es exterior al sistema de inteligenc­ia artificial.

Junto a lo anterior, el operador final de un sistema de alto riesgo, como un coche autónomo, deberá tener un seguro de responsabi­lidad civil adecuado para cubrir las posibles responsabi­lidades (art. 4. 4). La recomendac­ión aventura una limitación de la cuantía de la indemnizac­ión de dos millones de euros para los supuestos de fallecimie­nto y daños a la salud o la integridad física y de un millón de euros para el resto de daños morales y patrimonia­les.

Sistemas de bajo riesgo

Para el resto de sistemas de IA la recomendac­ión plantea una responsabi­lidad subjetiva. El operador no tendrá que rendir cuentas si “se observó la diligencia debida a través de la realizació­n de las siguientes acciones: la selección de un sistema de IA adecuado para las tareas y las capacidade­s pertinente­s, la correcta puesta en funcionami­ento del sistema de IA, el control de las actividade­s y el mantenimie­nto de la fiabilidad operativa mediante la instalació­n periódica de todas las actualizac­iones disponible­s” (art. 8. 2 b).

Igualmente hay una exoneració­n o reducción de la responsabi­lidad si el daño se debe total o parcialmen­te a la actuación de la persona afectada o de alguien que actúa bajo su responsabi­lidad.

Todavía queda mucho por hacer y regular, pero dos cuestiones deben quedar claras:

• Hay que favorecer la innovación tecnológic­a con seguridad, porque una inteligenc­ia artificial sin control será dañina y producirá una innovación ineficient­e lastrando la confianza en la tecnología, lo que sería un error mayúsculo.

• La normativa existente no basta y la nueva debe ser europea si queremos tener un mercado único que sea robusto y sitúe a Europa en una posición en la que pueda competir con el resto de gigantes tecnológic­os.

Iñigo A. Navarro Mendizabal Universida­d Pontificia Comillas theconvers­ation.com

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La idea principal es que la tarjeta Eco-SIM ayude a cumplir los ambiciosos objetivos de desarrollo sostenible de las compañías implicadas en el proyecto.
 ??  ?? La tarjeta Eco-SIM es el resultado de un trabajo conjunto entre Thales y Veolia. Se trata de la primera tarjeta SIM de diseño ecológico que, entre otras caracterís­ticas, cuenta con una huella de carbono neutra.
La tarjeta Eco-SIM es el resultado de un trabajo conjunto entre Thales y Veolia. Se trata de la primera tarjeta SIM de diseño ecológico que, entre otras caracterís­ticas, cuenta con una huella de carbono neutra.
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El uso de materiales reciclados en un proceso de producción industrial especial eliminará la necesidad de unas 5.000 toneladas métricas de plástico al año.
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En el caso concreto de un coche autónomo, ¿quién es realmente el conductor del vehículo? Y, si se producen daños, ¿quién se considerar­ía el responsabl­e?
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En un vehículo autónomo, el operador final de este sistema de alto riesgo deberá tener un seguro de responsabi­lidad civil para cubrir sus responsabi­lidades.
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Un coche autónomo se puede considerar como una tecnología de alto riesgo. Solo podría exonerarse si ocurre un suceso imprevisib­le de fuerza mayor.
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