Condé Nast Traveler (Spain)

Horas de vuelo

El Santos de Cartier fue el primer reloj de la historia diseñado para ser llevado en la muñeca. Su mito hoy avanza a ritmo de modernidad.

- MARÍA PÓLIZ

Los altos vuelos del piloto brasileño Alberto Santos-Dumont –el primero que despegó frente a público en un avión de funcionami­ento autónomo a principios del siglo pasado–, fueron el giro que revolucion­ó el mundo de la relojería. Todo surgió el día de 1904 en que Santos necesitó consultar la hora sin soltar las manos del volante, pues recordemos que en aquella época todos los relojes eran de bolsillo. Su amigo Louis Cartier encontró la solución al problema enlazando en la muñeca del piloto un reloj con correa que marcaría un antes y un después en la historia de ambos. Desde entonces, el diseño del hoy célebre Santos de Cartier evoluciona con la época, avanzando a la misma velocidad que los pasos agigantado­s de la modernidad. Como novedad más reciente, el diseño de su bisel acentúa la dinámica del reloj gracias a que favorece la sinergia entre las líneas de la casa y las del brazalete, más delgadas y esbeltas. Mantiene eso sí, su forma cuadrada –y que mantuvo incluso cuando, durante la Segunda Guerra Mundial, se exigía que los relojes fuesen redondos–, una metáfora de las cuatro aristas vivas de la Torre Eiffel, así como los ocho tornillos funcionale­s del bisel, reflejo en miniatura de una arquitectu­ra urbana en pleno auge que introduce la mecánica y el acero en todas sus estructura­s monumental­es. Resistente a los campos magnéticos y hermético hasta 10 bar, no parece que nada ni nadie vaya a detener el vuelo hacia el futuro del mayor titán relojero (y viajero) de todos los tiempos (cartier.es).

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Arriba, el reloj Santos de Cartier. Modelo grande, en oro amarillo y acero con brazaletes intercambi­ables QuickSwitc­h.

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