Imagina viajar con tu propia cama
El legendario explorador francés Pierre Savorgnan de Brazza lo hizo. Y lo logró gracias al ingenio y experiencia de la maison Vuitton.
Viajar en el tiempo. Fantasía utópica e infinita de la humanidad que sólo es posible, de momento, a través de la revisión de nuestra historia y evolución, comparando el “cómo fuimos” con el “¡cómo hemos cambiado!”. Hoy en día reclinamos asientos para dormir la siesta en las nubes y nos conectamos a internet con un sencillo clic desde la comodidad de un barco o velero. Pero, ¿y antes? ¿Cómo viajábamos antes? Si eras el explorador Pierre Savorgnan de Brazza, lo hacías siempre de la mano de la artesanía de un hombre llamado Louis Vuitton, creador estrella de maletas y baúles pensados para mantener equipajes fuera de peligro. Brazza fue una prominente figura del imperio colonial francés y el personaje que otorgó su nombre a la capital del Congo a finales del siglo XIX –Brazzaville, la llamó–. Pero también fue cliente fiel de la maison a la hora de escoger cada uno de los báules que acomodarían sus pertenencias durante largas y arduas aventuras cruzando el mundo, protegidas por materiales que mantenían alejados a insectos o roedores de manera hermética y sin dar paso a humedades accidentales. Aunque la imaginación de nuestro explorador iba más allá, hasta el punto de que comisionó dos camas-maleta de hojalata rellenas con colchones de crin de caballo y que, por supuesto, también llevaron su nombre. No fue tan espabilado monsieur Louis para patentar la idea, por lo que no faltaron imitadores que se adjudicaran el invento. Lo intentaron, pero el mérito volvió a su origen.
Del 17 de abril al 15 de mayo, en el Museo Nacional Thyssen-Bornemisza de Madrid, la exposición Louis Vuitton Time Capsule será la encargada de transportarnos a través de los siglos para ilustrarnos la evolución de la marca con algunas de sus creaciones más trascendentales (cama incluida) y unos códigos de estilo que todavía persisten. Todo para recordarnos que quizá no nos movamos con tanto despliegue como se hacía antaño (y menos mal), y que, aunque el equipaje de mano esté condicionado por unos míseros cien mililitros, siempre es un deleite disfrutar de un viaje como un auténtico explorador (louisvuitton.com).