Condé Nast Traveler (Spain)

BORGOÑA EN TRES DIAS

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Podrías ser aplicado y reservar montón de degustacio­nes pero, francament­e, detenerse en bodegas en cada parada resultaría un poco repetitivo y te robaría tiempo para disfrutar de otros placeres en esta bonita tierra de vino. A continuaci­ón, te explicamos cómo aprovechar al máximo la región durante un fin de semana largo.

DA UNO

Alquila un coche en cualquier aeropuerto de París para evitar el atasco del centro. Conduce alrededor de dos horas hasta la ciudad de Auxerre y almuerza en Le Rendez-Vous (37 rue du Pont), un lugar sin pretension­es donde el primer jefe de cocina de Ludo prepara platos locales como los Pinothued oeufs en meurette

(huevos en salsa de

vino) y el jambón à la chablisien­ne. Brinda por el comienzo de tu viaje con una botella de su impecable carta de vinos. Después, dirígete hacia el este por la D965 durante 30 minutos, dirección a Chablis, para hacer una degustació­n y un recorrido por el viñedo del majestuoso Château de Béru (32 Grande Rue, Beru; chateaudeb­eru. com) acompañado por el enólogo Athénaïs de Béru. Asegúrate de reservar con antelación. Regresa a Auxerre y descansa en el hotel Le Maxime (2 quai de la Marine), junto al río y a pocos pasos del casco antiguo, con sus casas medievales y entramado de madera.

DA DOS

Pon rumbo sur hacia el corazón de Borgoña y haz una breve parada en la ciudad medieval de Vézelay para visitar la Abadía de Vézelay, con vistas al campo y uno de los puntos de salida del Camino de Santiago desde Francia. Si no tienes prisa, sube por la A6 hacia el sureste atravesand­o los bosques del Parque Natural Regional de Le Morvan antes de llegar a la ciudad de Gevrey Chambertin (hogar de legendario­s Pinot noir), en la punta de la Côte d’Or. El elegante y rústico La Rôtisserie du Chambertin (6 Rue du Chambertin) es perfecto para un almuerzo ligero con jambon

persillé (charcuterí­a típica de Borgoña) Sigue hacia el Sur unos 50 kilómetros hasta llegar a tu habitación en Najeti Hôtel en Beaune (5 Boulevard Clemenceau), un hotel refinado, cómodo y un poco anticuado con un servicio impoluto, habitacion­es muy limpias y un ambiente que parece sacado de un cuento de Graham Greene. En la ciudad, cena en Caves Madeleine (8 Rue du Faubourg Madeleine). Es un pequeño restaurant­e muy acogedor donde comen todos los enólogos, con un menú de pizarra donde sirven clásicos con cuidadas presentaci­ones como terrinas de carne y patatas con puré con mantequill­a, carpaccios de pescado y carnes asadas con verduras preparadas con mimo.

DA TRES

Haz una visita al Hospices de Beaune, un impresiona­nte hospicio del siglo XV que funciona como museo durante la mayor parte del año y que cada tercer domingo de noviembre se transforma en el lugar de la subasta de vinos más importante del mundo. Acércate al pequeño Grand Cru y Premier Cru, los viñedos de Richebourg, Échezeaux y La Tâche, que producen los vinos más caros de Borgoña. Es una de las propiedade­s más exclusivas del mundo y merece la pena echarle un vistazo. De vuelta en Beaune, almuerza en Maison du Colombier (1 Rue Charles Cloutier), un bar de tapas gastronómi­co de ambiente informal que sirve raciones (pequeñas sardinas sobre pan tostado, el mejor jamón ibérico...) y con una muy buena y extensa carta de vinos en la que caben tanto botellas antiguas como innovadora­s. No olvides pedir la tabla de embutidos antes de regresar a París.

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