La Francia olvidada, por Agnés Varda y JR.
El último documental de la abuela de la Nouvelle Vague es una joya del recuerdo.
Una furgoneta con una cámara que imprime fotografías a gran escala recorre Francia. En su interior, dos generaciones y cuatro ojos (y un par de lentes) que cuentan las historias tras las arrugas de sus habitantes. Se trata de la cineasta Agnès Varda y del enigmático fotógrafo JR, siempre parapetado tras sus gafas de sol. Agnès y JR se llevan medio siglo y pese a la gran diferencia de edad, ambos son observadores de personas. Varda, a través de sus cintas; JR con sus murales. En Visages Villages, película nominada a Mejor Documental en la última edición de los Oscar, unen fuerzas. Como dice Agnès, el objetivo es “fotografiar los rostros para que no desaparezcan en los agujeros de mi memoria”. Ni de la nuestra. Por ello, en su extraño roadtrip buscan las historias de los mineros de Bruay-la-Buissière y fotografían a Jeanine, la última vecina del barrio minero a punto de ser derruido; reviven los muros de las casas deshabitadas de Pirou-Plage con retratos de sus vecinos; y llenan los contenedores de Le Havre con fotografías de las mujeres de los estibadores. Porque ellas, las caras injustamente olvidadas, son las que buscan.
Pero éste también es un viaje introspectivo en el que Agnès vuelve a lugares de su historia con la fotografía y el cine: la tumba de Henri Cartier-Bresson (y su esposa, Martine) en Montjustin, emulando la carrera por el Louvre de la película Bande à part de Jean-Luc Godard, y encolando una fotografía que Agnès hizo a Guy Bourdin en el búnker de la playa de Saint-Aubin-sur-Mer, en Normandía. La marea se llevó al Bourdin de papel al día siguiente, dejando una sombra de tinta... menos mal que la aguda cámara de Agnès siempre está ahí para inmortalizarlo todo.