Al cielo, en Everest View.
Y muy cerca de los dioses, acariciando el cielo, así se duerme en el hotel Everest View.
Su nombre, Everest View, parece que lo dice todo, pero se olvida de gran parte de la escena. Ahí están también el hipnótico Lhotse, la cuarta cumbre más alta del mundo, la sucesión de picos del Nuptse, la forma perfecta del Ama Dablam y el Khumbi Yul Lha (fuera de la foto de arriba), la montaña sagrada de los sherpas, tan sagrada que está prohibido escalarla. Situado a 3.962 m de altitud, la construcción del hotel a finales de los años 60 fue toda una proeza, obra del empresario japonés Takashi Miyahara y del arquitecto Yoshinobu Kumagaya, quien recurrió a carpinteros nipones y a la preciada madera de Lukla, un pueblo a dos días de trekking. Desde allí, despegan los helicópteros que acercan a los huéspedes hasta el hotel –aún hoy, el único propiamente dicho de la zona de Khumbu–, aunque muchos prefieren ganarse el premio con esfuerzo y llegar caminando. Visitado sobre todo por viajeros japoneses, acostumbrados a dormir solos, casi todas las habitaciones, 12, cuentan con camas individuales, por lo que, si quieres dormir abrazado a tu pareja reserva la número 12, con cama doble y balcón privado; y si tu objetivo es mirar de frente al Everest, pide la 3. El hotel, que se encuentra ligeramente fuera de la ruta al campamento base, es el lugar perfecto para pasar uno o dos días de aclimatación antes de intentar ascender alguna cumbre. ¿Miedo a no poder? Recuerda que, como decía Alejandro Magno, “no hay nada imposible para el que lo intenta” (hab. sencilla, 127€, dobles desde 163€; hoteleverestview.com).