Rurales, urbanos... qué hay de nuevo bajo el sol (y las estrellas).
Y de campo y, sí, también de ciudad. Estos son los nuevos hoteles que nos alegran los primeros días del otoño.
A los paraísos nunca suele ser fácil llegar. Por lo menos a este no lo es. Estamos en el extremo meridional de Myanmar, muy cerca de la frontera con Tailandia, y, hasta ahora, era uno de esos lugares (de los que cada vez quedan menos menos) inaccesibles para los viajeros. Se trata del archipiélago de Myeik, una constelación de 800 islas rodeadas de arrecifes de coral y protegidas por el Parque Nacional Marino de Lampi. Es el hogar de los moken, los llamados ‘gitanos del mar’, y, desde este mes, también de un pequeño resort, el Wa Ale Island, con todos los ingredientes para convertirse de inmediato en nuestro favorito. Diseñado a la escala del lugar que se ha comprometido a proteger, aquí no hay aire acondicionado, ni teléfono, ni wifi, pero sí duchas exteriores, amenities biodegradables, centro de buceo, biólogos para guiar las excursiones y un lujoso yate. Todos los materiales en la construcción de las villas –once en la playa y tres en los árboles– son locales, en su mayoría de reciclaje, y fiel reflejo de las tradiciones isleñas. Además, conscientes del poder de su presencia, han creado la Fundación Lampi. Su misión: devolverle a la naturaleza lo que es de la ella y poner Myanmar en el mapa. En el mapa de los viajes de lujo responsable (waaleresort.com).