Gabardina, vieja amiga
Reina del glamour en los cincuenta, logró conquistar el mundo. Herno cumple 70 años y celebramos que su sex appeal sigue intacto.
Una voz salida de la misma Italia de posguerra que retrató De Sica nos narra la historia de Imper. Estamos en la Estación Lepolda de Florencia y la locución, que procede de un vídeo inédito de los años 50, hace referencia a la emblemática gabardina de Herno. La firma celebra en la que fue la primera estación de la ciudad, con una imponente instalación, sus 70 años de historia. Nos rodean escritos, bocetos, muebles, fotografías, amuletos –como cajas de cerillas traídas de infinidad de hoteles por el mundo– y hasta el Alfa Romeo rojo con el que Giuseppe Marenzi, creador de la marca, ganó el Rally de la Moda de Saint-Vincent, en los años del boom económico italiano. Ecos de los años más glamourosos –incluyendo desfiles en Tokio en los 60– de esta empresa que nació junto a la desembocadura del Erno (de ahí el nombre), en Lesa. La marca hizo del agua su inspiración: de la gran humedad debida al lago Maggiore surgieron prendas impermeables de gran calidad. Después, Marenzi –a quien hoy releva en la dirección el menor de sus tres hijos, Claudio Marenzi– introdujo progresivamente la fantasía en el diseño técnico: tras la gabardina vendrían el abrigo de cachemir, el cruzado o el de forro de foulard, hasta llegar al modelo blanco que vistió la princesa Masako o al primer plumón ultraligero de tan solo 200 gramos, en 2005. ¿El futuro? Más diseño, más sostenibilidad.