Cuando el camino no lo es todo
¿Emprendes una ruta de peregrinaje? Apaga el móvil y equípate con inteligencia.
De repente, el eco de un trueno hace retumbar hasta la última brizna de hierba del valle y una nube negra transforma en oscuridad una soleada tarde de finales de verano. Nos encontramos a pocos kilómetros del pueblecito de Melide, en Galicia, a tres etapas del final del Camino, en la plaza del Obradoiro de Santiago de Compostela y, lo que en otras circunstancias se hubiera vivido como un contratiempo, es recibido con algarabía. Hemos venido para beneficiarnos del poder sanador de caminar por el campo, lejos de las prisas, sin móviles y siendo conscientes de cada pisada, pero también para testar las bondades del Gore-Tex, el tejido ‘inteligente’, y de la importancia de ir bien equipado –ligero, seco, cómodo–. Y, aunque hasta ahora habíamos saltado dentro de arroyos, atravesado bosques impregnados de rocío y superado cuestas épicas sin que el sudor fuera un problema, necesitábamos un buen chaparrón para darnos cuenta de lo que supone llevar Gore-Tex en una travesía así. Impermeable, transpirable y cortavientos, lo inventó hace 40 años un norteamericano que observó el funcionamiento de plantas acuáticas como el loto. El resultado: una membrana microporosa que impide que entre el agua a la vez que permite que la humedad del interior se evapore. Utilizado por infinidad de firmas de ropa y calzado –La Sportiva, Chiruca, Aku, Asolo, Adidas…– y con garantía de por vida, tal es la confianza de sus fabricantes, se usa también en aeronáutica, en cirugía vascular… y marca la diferencia entre disfrutar de una ruta de peregrinaje o sufrir una penitencia. Palabra.