Lejos del mundanal ruido
La actriz Olga Kurylenko nos revela su rincón secreto para recuperar la sonrisa.
Si no quieres escuchar de una (ex) modelo que dormir ocho horas y beber mucha agua es su secreto de belleza, mejor no preguntes. Aunque en el caso de Olga Kurylenko nos alegra haberlo hecho, porque su arma infalible –aparte de, sí, dormir bien y comer sano– tiene coordenadas concretas: Carrer del Verderol, 5, en L’Albir, Alicante. La que fue compañera de penurias de James Bond en Quantum of Solace y se puso onírica a las órdenes de Terrence Malick en To the Wonder, acaba de pasar por SHA Wellness Clinic con unos objetivos que ha cumplido de sobra. “Descansar, relajarme, despejar la mente. Recuperar energía y limpiarme de la comida inadecuada que consumimos en nuestro día a día”. El emplazamiento del resort y su diseño “de líneas puras y tonos suaves” la han cautivado. También el personal y, sobre todo... la comida. “¡Es deliciosa! Si pudiera alimentarme así el resto de mi vida no podría ser más feliz ni estar más sana. Es la prueba de que dejar la carne no tiene por qué ser aburrido”, nos cuenta Olga, que también ha tomado unas clases de cocina. De los tratamientos se que- da con la ozonoterapia – “mezclada con vitaminas es un chute de energía”– y los masajes relajantes, justo lo que necesitaba tras unos meses de enlazar proyectos sin descanso. Recientemente hizo el ganso con Rowan Atkinson en Johnny English: De nuevo en acción, y tiene pendiente de estreno la terrorífica Mara, lo primero que rodó tras ser madre. “Estaba deseando trabajar y me apetecía probar ese género. Fue divertido”. Conecta con todos sus personajes pero tiene especial cariño a Iris, de L’annulaire (2005), Vera Evans, de la serie Magic City (2012) y Kate, del drama The Room, que llegará a los cines en 2019.
De origen ucraniano, vivió muchos años en París y ahora reside en Londres. “Entre mis sitios favoritos es- tán el club Annabel’s, Soho House y el restaurante Chiltern Firehouse. Para comprar, Harrods, Selfridges y Harvey Nichols. Y me chiflan el museo Victoria & Albert, el de Historia Natural y el de Ciencia”. Sólo disfruta viajando cuando lleva tiempo sin subir a un avión por obligación, y jura que nunca dirá eso de que en un aeropuerto se siente como en casa. Aunque sí lo dice del SHA... “Lo primero que hice fue decir a mi familia que querría vivir aquí”.