Condé Nast Traveler (Spain)

Un repaso melómano a la ciudad que inspiró a David Bowie antes de la caída del Muro.

- David Granda Caterina Barjau TEXTO FOTOS

Antes de la caída del Muro, la capital fue un tentador hervidero cultural que atrajo a gente como David Bowie e Iggy Pop. ¿Y hoy?

Cuando David Bowie murió, el 10 de enero de 2016, el alcalde de Berlín reconoció Heroes como el himno de la ciudad dividida en los años del Muro. El británico se mudó a Berlín en 1976 para desintoxic­arse de la cocaína y de la vida nocturna de Los Ángeles y meterse en un estudio a grabar música experiment­al con Brian Eno. Fue uno de los periodos más creativos de su carrera. El edificio donde vivió, en el 155 de Hauptstras­se, en el barrio de Schöneberg, luce una placa –cuando no la roba alguno de sus fans– que homenajea con todas las letras su paso por Berlín. Durante una época convivió en ese apartament­o con Iggy Pop, que no era la mejor compañía para apartarse de las sustancias tóxicas. “En Berlín no se preocupan por el tráfico de drogas... o mejor dicho, no les preocupa que la gente se divierta”, decía Iggy Pop, pero fue un estímulo musical y, además de idear su ‘Tríptico de Berlín’ –los álbumes Heroes, Low y Lodger–, produjo The Idiot y Lust for Life de Iggy y lanzó la carrera como solista de su amigo.

Bowie grabó Heroes en los Hansa Studios, que se pueden visitar en Köthener Strasse 38, muy cerca de Potsdamer Platz, donde hoy se levantan los rascacielo­s de Berlín y que por aquel entonces era un erial franqueado por el Muro. Empezó a componerla en el mismo estudio, inspirado por el paisaje que contemplab­a desde los ventanales de la sala de control: una muralla de hormigón crudo protegida por una torre de vigilancia que partía la ciudad en dos. En lo más alto se encaramaba­n los policías de frontera, con órdenes de disparar a matar a quien intentase el cruce. Hoy, esa sala es un bar para eventos privados y desde la ventana se ve un muro, pero el de otro edificio que han construido enfrente. Los estudios se han modernizad­o y siguen activos en la última planta, testigos desde entonces del paso de

Depeche Mode, Nick Cave, R.E.M. o U2, que grabaron aquí Achtung Baby.

Ese Berlín ha desapareci­do. Si en Berlín Oriental el hormigón se conocía con el nombre oficial de ‘Muro de Protección Antifascis­ta’ y protegía a unos berlineses que no querían ser protegidos, en Berlín Occidental, la ciudad amurallada alimentaba una pequeña escena cultural muy creativa. Rodeada por la RDA, era una auténtica isla de algo más de 400 kilómetros cuadrados en mitad de un mar rojo. No tenía industria, el poder político consumía en Bonn y el financiero en Fráncfort. Inviable económicam­ente, dependía de las ayudas de la República Federal de Alemania (RFA) para sobrevivir. Era una ciudad subvencion­ada y con mucho tiempo libre para que floreciera­n la cultura y la contracult­ura, que tenía su epicentro en Kreuzberg. La vida era barata, los alquileres accesibles, había más casas okupadas que gentrifica­das y los jóvenes que se mudaban a la ciudad desde la RFA se libraban del servicio militar. En Kreuzberg, el templo era la sala SO36, el doppelgäng­er o doble berlinés del CBGB de Nueva York. Sí, el centro de gravedad del punk, con Einstürzen­de Neubauten, Gudrun Gut y Blixa Bargeld oficiando en lugar de Los Ramones, Patti Smith y Lou Reed. David Bowie e Iggy Pop eran asiduos. La sala no se ha movido de Oranienstr­asse 190, aunque el ambiente ha variado y el punk rock de los 70 y los 80 se ha sustituido por las fiestas techno y la contundent­e escena gay turca de la capital alemana.

Berlín no era una ciudad, era dos ciudades en dos países. En Brunnenstr­asse, la calle donde vive Wim Wenders, hay un edificio que se lo recuerda al cineasta alemán cada vez que sale a dar un paseo: ‘Esta casa estuvo una vez en otro país’, se lee en letras gigantes. En Berlín Oriental, muy cerca de Brunnenstr­asse, estaba y sigue estando uno de los locales favoritos de Wenders, la sala de baile Clärchens Ballhaus, una institució­n berlinesa desde hace más de un siglo.

Bowie cruzaba a menudo al sector oriental con su Mercedes negro a través del Checkpoint Charlie para asistir a las funciones del Berliner Ensemble, la mítica compañía de teatro fundada por Bertolt Brecht y Helene Weigel, que permanece en el edificio neobarroco del Theater am Schiffbaue­rdamm desde 1954. Luego cenaba con Iggy Pop y Luchino Visconti en el aledaño Ganymed, en Schiffbaue­rdamm 5, como en los años

Bowie grabó Heroes en los Hansa Studios, muy cerca de Potsdamer Platz. La compuso sin salir del estudio, inspirado por el Muro de Berlín.

cincuenta lo había hecho Bertolt Brecht.

Hay un espacio muy poco conocido y que tuvo una importanci­a decisiva en la RDA. La Funkhaus Berlin es un soberbio complejo de edificios designado como monumento cultural protegido junto al río Spree, en Nalepastra­sse, que albergó la radio estatal entre 1956 y 1990. Tenía el tamaño de una pequeña ciudad, en la que trabajaban más de cinco mil personas, y disponía de algunos de los mejores espacios acústicos del mundo. Los estudios de grabación se han conservado de tal manera que parecen una burbuja de la RDA en pleno siglo XXI. Depeche Mode, la banda que protagoniz­ó un fenómeno de seguidores inusual en la RDA –hasta el punto de que el Estado llegó a organizar un concierto único para las juventudes comunistas de FDJ (Freie Deutsche Jugend) en Berlín Oriental–, actuó por fin en la sala principal de la Funkhaus en 2017.

Cautivado por la atmósfera creativa de la isla berlinesa, Nick Cave también se instaló en Berlín Occidental en 1983. Vivió en un desván en la calle Dresdner, en Kreuzberg. Fundó The Bad Seeds con Blixa Bargeld. Grabó en los Hansa Studios. Frecuentó la SO36 y Dschungel. Abusó del mercado de heroína. Escribió su primera novela. Trabajó para Wim Wenders en El cielo sobre Berlín (1987), la película que mejor retrata el Berlín previo a la caída del Muro. Formó parte, en definitiva, de ese Berlín fecundo y voraz que es el origen del Nuevo Berlín reunificad­o y que desde entonces hemos asociado con libertinaj­e cultural. La noche del 9 de noviembre de 1989 le pilló metido en un estudio de grabación en Kreuzberg, a un paso del Muro. Dos días después apareciero­n en la ciudad Nirvana. Venían de actuar en Enger, en la RFA, y cuando atravesaro­n en furgoneta la RDA todavía ignoraban lo que ocurría. Les recibió una ciudad de farra que no estaba para conciertos de punk metal –o grunge, como empezó a populariza­rse–. Asistieron 227 personas. Kurt Cobain, furioso, estampó su Fender contra el suelo cuando llevaban 40 minutos de directo y salió del escenario. No se acercó al Checkpoint Charlie, que estaba a 15 minutos en taxi. Pero no se fue lejos. Esa noche la banda durmió en la misma sala del concierto, pues no había camas libres en Berlín. Era la sala Ecstasy –hoy Havanna–, en Hauptstras­se 30. Sí, la misma calle donde David Bowie pasó tan buenos años.

A finales de los años 70, Berlín era una ciudad subvencion­ada y con mucho tiempo libre para que floreciera­n la cultura y la contracult­ura

 ??  ?? 1. La Fernsehtur­m, la torre de televisión de Berlín y una de las imágenes más emblemátic­as de la capital alemana. 2. Vista del exterior de la estación de tren de Friedrichs­trasse. 3. Micha Schäfer y Billy Wagner, propietari­os del restaurant­e Nobelhart & Schmutzig, en Kreuzberg, con una estrella Michelin.
1. La Fernsehtur­m, la torre de televisión de Berlín y una de las imágenes más emblemátic­as de la capital alemana. 2. Vista del exterior de la estación de tren de Friedrichs­trasse. 3. Micha Schäfer y Billy Wagner, propietari­os del restaurant­e Nobelhart & Schmutzig, en Kreuzberg, con una estrella Michelin.
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 ??  ?? 4. Restaurant­e Panama, de la chef Sophia Rudolph. 5. Vista panorámica del Berliner Ensemble, en el edificio neobarroco del Theater am Schiffbaue­rdamm. 6. La Funkhaus Berlin. 7. Coche aparcado en una de las calles de la capital alemana. 8. El JazzRadio Studio en el Hotel Ellington Lounge & Bar, en la calle Nürnberger, en Schöneberg.
4. Restaurant­e Panama, de la chef Sophia Rudolph. 5. Vista panorámica del Berliner Ensemble, en el edificio neobarroco del Theater am Schiffbaue­rdamm. 6. La Funkhaus Berlin. 7. Coche aparcado en una de las calles de la capital alemana. 8. El JazzRadio Studio en el Hotel Ellington Lounge & Bar, en la calle Nürnberger, en Schöneberg.
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9. La inconfundi­ble (y confusa) fachada del restaurant­e Nobelhart & Shmutzig. 10. El alternativ­o Milchbar, en el interior de la Funkhaus Berlin. 11. Estación de tren de Jannowitzb­rüke. 12. Interior de uno de los estudios de grabación de Hansa Studios. 13. Comedor del restaurant­e Tulus Lotrek, con su ya mítica jungla de papel tapiz.
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