QUÉ ROSA ERA MI VALLE
Conocidos como ‘las montañas rosas’, Le Corbusier dijo de los Dolomitas que eran “la más bella obra arquitectónica del mundo”.
Cortina d’Ampezzo será la anfitriona del Mundial de Esquí de 2021. Nos adelantamos y descubrimos Los Dolomitas, en los Alpes italianos, haciendo un SkiSafari: cinco días de esquí, pueblos alpinos y ve(h)eladas inolvidables saltando de refugio en refugio. Kilómetros y kilómetros de blanco para no acabar nunca, el espectáculo imperdible de la jet set europea estrenando mono, gafas y casco cada temporada y las no menos esperadas tardes de après ski, que aquí siempre terminan delante de un delicioso plato de comida italiana (de proporciones austriacas).
Puede haber un mejor plan invernal que este, puede. Pero nosotros no lo conocemos. Porque, más allá de unas vacaciones de esquí, junto a esas misteriosas montañas de color rosado que forman el mayor dominio esquiable del mundo, el Dolomiti Superski (con 12 áreas diferentes y 1.200 ki- lómetros de pistas), se puede vivir la experiencia única de dormir en los rifugi, los refugios de montaña donde cada día, después de una intensa jornada de deporte, espera obediente nuestro equipaje y nos recibe con los brazos abiertos una degustación de comida típica de la región: la polenta, el speck, los guisos de caza, los turtres –empanadas de queso, espinacas o repollo–, los cajinci –pasta rellena de requesón y espinacas– o el strudel de manzana.
El plan(azo) se llama SkiSafari y es la mejor manera de conocer en invierno los imponentes picos Dolomitas, que emergieron de extensiones marinas primordiales creadas por microorganismos que fueron abrazados y moldeados por los glaciares durante la Edad de Hielo. La aventura tiene mucho de hielo también, pero no tanto (por ahora) de ese inconfundible paisaje rosa, el color de su piedra cuando la primavera derrite la nieve y deja al descubierto la foto que hipnotizó a
Alta Badia es conocida por su cultura y cocina ladinas, mientras que Cortina d’Ampezzo lleva décadas siendo uno de los refugios de la jet set europea
Le Corbusier, quién los describió como “la obra arquitectónica más perfecta del mundo”.
El SkiSafari puede alargarse entre cuatro y siete días y da la oportunidad de explorar los Dolomitas no sólo desde lo meramente deportivo –esquí alpino, freeride o travesía–, que no es poco, sino también conociendo a su gente, su complicada historia –aquí se conserva el mayor museo al aire libre de la I Guerra Mundial–, su lengua –el ladino, una evolución del latín vulgar– y, por supuesto su gastronomía, tan sencilla y contundente como sabrosa.
Alta Badia, uno de sus valles más bonitos y exclusivos, y Cortina d’Ampezzo, con su refinado estilo, ejercen como puntos de llegada y salida de la aventura. Después de aterrizar en Venecia, un vehículo privado nos lleva a la famosísima Cortina d’Ampezzo, plató de películas como Sólo para tus ojos y La pantera rosa, el escondite favorito de la alta socie-
dad europea y romántica ciudad llena de cafecitos y tiendas. Rodeada de impresionantes picos y protegida de los vientos fríos del norte, su clima, sorprendentemente suave, hace posible disfrutarla durante todo el año: para esquiar en invierno y para escalar o hacer trekkings en verano. Ya fue anfititriona de los míticos Juegos Olímpicos de 1956, que la pusieron en el mapa y la convirtieron en ese destino de moda que es y que volverá a ser en 2021 gracias al Mundial de Esquí, para lo que se están acometiendo distintas mejoras y remodelaciones en las áreas esquiables. De momento, arranca nuestro SkiSafari.
Días 1 y 2. Después de aterrizar en Venecia, un vehículo privado nos lleva a Cortina d’Ampezzo donde pasaremos la primera noche. Toca madrugar y, ya con las pilas recargadas, empieza de verdad la aventura descubriendo los mejores lugares de Cortina, donde están algunas de las pistas de esquí alpino más estimulantes del mundo. Desde el famoso descenso Olympia –aquí se celebraron las pruebas olímpicas masculinas y, durante muchos años, la etapa de la Copa Mundial Femenina–, al magnífico Canalone, donde tuvieron lugar los eventos olímpicos de descenso femenino.
Tras un descanso en una cabaña para comer, por la tarde bajamos las pistas en la parte de monte Lagazuoi y Cinque Torri, un lugar absolutamente mágico… y en realidad un poco tramposo. Aunque las cinco torres que le dan nombre se pueden admirar desde el centro de Cortina, que nadie se deje engañar por su inconfundible silueta, pues no la forman cinco montañas, sino una gran masa de cantos rodados secundarios, torres fracturadas y picos. Pasamos la noche en el rifugio Passo Giau, una preciosa cabaña en
mitad de las montañas en cuya bodega tomamos un aperitivo típico de la zona rodeados de botellas de vino. La cena consiste en tres contundentes platos cocinados con mucho cariño por la propietaria.
Día 3. La tercera jornada arranca en la zona de Civetta, que alcanzó enorme popularidad durante el siglo XIX, el último siglo de los Dogos venecianos, cuando los primeros viajeros de invierno descubrieron la belleza imponente y el encanto atemporal del monte Civetta y, sobre todo, del monte Pelmo, conocido también como ‘el Trono de Dios’. En las pistas de estos dos gigantes rodeados por el Grupo Sella, los Macizos de Tofane y la imponente Marmolada, está la estación de esquí más grande de la región del Véneto. Por la tarde, –sin quitarnos siquiera las botas– , un traslado privado nos lleva a Falcade para esquiar en la zona de Passo Pellegrino, con más de sesenta kilómetros de pendientes de diferente longitud y dificultad distribuidas en altitudes de entre 1.918 y 2.513 metros. Cuando el día comienza a caer al mismo ritmo que una espectacular una nevada, una moto de nieve nos recoge para trasladarnos al rifugio Fuciade, quizás uno de los más bellos de la zona, donde damos por concluida la jornada con todo un festival de platos y productos típicos del Trentino.
Día 4. Tras las ventanas, amanecemos con un despertar perfecto, rebosante de nieve fresca y sol; un día ideal para recorrer kilómetros y kilómetros cruzando valles. Conocemos Ciampac –una de las pistas negras más famosas y emocionantes de todo Val di Fassa– y tomamos el teleférico de Porta Vescovo hasta Malga Ciapela, desde donde subimos La Mar-
molada que, conocida como ‘la Reina de los Dolomitas’, con sus 3.350 metros de altitud, es la montaña más alta y el único glaciar de la cordillera. Para culminar el día a lo grande, en nuestro penúltimo refugio nos espera un jacuzzi –en realidad un tonel de vino gigante cortado a la mitad– a cielo abierto y rodeado de este impresionante circo de montañas.
Día 5. El viaje termina en Alta Badia, en concreto en el coqueto Ciasa Salares, un encantador hotel familiar y una meca gastronómica en sí mismo en el que hay mucho para elegir: La Siriola, un restaurante que ostenta dos estrellas Michelin a cargo de Matteo Metullio; un cuarto exclusivamente dedicado al chocolate (de todo tipo y condición); un ahumadero de embutidos y una cava de quesos y otra de vinos donde se pueden probar verdaderas joyas (para más información y reservas, entra en mundoexpedicion.es).
Con sus 3.350 metros, Marmolada es popularmente conocida como ‘la Reina de los Dolomitas’ y presume de ser el único glaciar de toda la cordillera