LOS FINLANDESES SON PRAGMÁTICOS Y MODESTOS, TANTO EN SU GUSTO ESTÉTICO COMO EN SU RELACIÓN CON EL ENTORNO
El primer objeto de diseño que tuvo Irina Salomaa, guía de naturaleza en Laponia, fue un candelabro con forma de ciervo de Pentik. “En todas las chimeneas finlandesas hay al menos uno”, nos asegura. El de Sara Järvi, encargada de comunicación del nuevo centro de arte Amos Rex de Helsinki, una vajilla de Iittala. “Me la regalaron mis padres cuando me independicé”, recuerda. “Y la sigo utilizando a diario”. El de Hannu, propietario de una cabaña de diseño en la tundra ártica, una taza kuksa hecha con el nudo de un abedul. “Mi padre es sami”, aclara. Pirjo Karvonen, diseñadora de las divertidas prendas de Artic Queen –según ella, “hechas para dar abrazos”– y dueña de una tienda de recuerdos y diseño de Saariselka, no se acuerda de cuál fue el primero, pero reconoce que siente debilidad por los tejidos de Marimekko. “A los finlandeses no nos gusta lo recargado ni lo complicado. Tendemos a los tonos grises y naturales. Por eso las flores y los colores alegres de Marimekko son tan populares y necesarios”. Preguntes a quien preguntes –y créenos que preguntamos a muchas más personas de las que caben en este reportaje–, en Finlandia todo el mundo convive con varios objetos de diseño finlandés. Incluso tú, sin saberlo, también lo haces. Porque esos taburetes circulares y la mesa que compraste en Ikea, los vasos de Zara Home, la estantería de Habitat, la silla del despacho de tu jefe y hasta las tijeras con mango de plástico y el escurreplatos, todo son réplicas (por no decir copias) de diseños finlandeses.
Omnipresente en el día a día –y no sólo en los hogares, también en la arquitectura, en el urbanismo, en las señales de tráfico, en los servicios públicos...– el diseño es un identificador de Finlandia, su expresión artesanal y una de sus principales exportaciones. Tanto es así que hay quien asegura que se originó aquí. Cierto o no, lo que resulta indudable es que diseñadores y arquitectos como Alvar Aalto y Eeno Arnio fueron fundamentales en
la definición de Finlandia como país. Y es que tanto el diseño –según el diccionario: “actividad creativa que tiene por fin proyectar objetos que sean útiles y estéticos”– como Finlandia comparten características: austeros y elegantes, prácticos y democráticos, ambos están estrechamente relacionados con la naturaleza. Y como hermanos gemelos nacieron de la mano durante el período de entreguerras. Por eso, en 2017, para celebrar el primer centenario de su independencia –recordemos que estuvo más de un siglo bajo soberanía rusa y, previamente, de la corona sueca–, el Museo de Diseño de Helsinki llevó a cabo la exposición itinerante 100 objetos de Finlandia, en la que se ilustraba la historia del país a través de sus creaciones más icónicas. Y ahí estaban tus taburetes, tus tijeras, tu escurreplatos. Si te la perdiste –la exposición también llegó a España–, no te preocupes, si te das prisa –pero mucha, acaba a finales de este mes– aún estás a tiempo de ver una, todavía más ambiciosa, que tiene lugar en el Museo Nacional: 10.000 años de diseño - hombre, materia, metamorfosis, en la que se recoge el desarrollo de la cultura y el diseño finlandés desde el fin de la Edad de Hielo. Con tanto diseño por aquí y por allá, es lógico que algunos estén hartos. “Los finlandeses somos pragmáticos y modestos, tanto en nuestro gusto estético como en nuestra relación con el entorno. Y eso de considerar el diseño como una fuerza omnipotente capaz de solucionar cualquier problema es una chorrada”, declara Antti Nousjoki, de ALA Architects. “Una silla tiene un sentido, un propósito, una función y ya”. Actualmente inmerso en el proyecto de ampliación del aeropuerto de Helsinki, Nousjoki es uno de los principales autores de la recién inaugurada biblioteca pública Oodi, situada junto a la estación central de tren. “En realidad, es mucho más que una biblioteca: es un gran espacio público y multifuncional en tres niveles con zonas interconectadas donde so-
EN FINLANDIA TIENDEN A LOS TONOS GRISES Y NATURALES, POR ESO LOS COLORES DE MARIMEKKO SON TAN NECESARIOS
cializar sin limitaciones”, explica. A Oodi se viene a leer y a sacar libros, sí, pero también a tomar algo, a descansar un rato, a trabajar, a disfrutar las vistas... En las paredes de la gigantesca escalera de caracol hay impresas palabras que dejan claro (aunque en finés) que aquí todos somos bienvenidos: progres, conservadores, freaks, locos, refugiados... “Excepto los misóginos. Esa palabra fue censurada, así que mejor que no vengan”.
Con su espectacular fachada ondulada de abeto y roble, Oodi es la última gran obra arquitectónica en inaugurarse, pero no la única que ha visto la luz este invierno. A sólo tres minutos, más allá de la gran explanada concebida para albergar conciertos y eventos públicos, el emblemático edificio Lasipalatsi, el de los famosos cines Rex, puro funcionalismo de los años 30, es, tras una renovación de 50 millones de euros, un original centro de arte y cultura. “Nuestro objetivo es reinventar la experiencia de ir a un museo, hacerla inmersiva, divertida y diferente”, nos explica Sara Järvi. Y a tenor de la cola que hay siempre en la puerta, el éxito está fuera de duda. “El espacio expositivo es increíblemente flexible, igual que lo serán las muestras que acoja”. Con una programación futura que abarca desde Magritte al arte asiático, la idea es, en la medida de lo posible, recrear en todos los espacios, incluso en el restaurante, la atmósfera de la época de las exposiciones.
Al contrario de lo que opina el arquitecto de Oodi, en el hotel St. George sí creen que rodearnos de diseño y de arte, de cosas hermosas, puede ayudarnos a alcanzar el bienestar mental, también el físico. Para desarrollar el concepto del St. George, que abrió el año pasado, se basaron en el modelo del ‘círculo de una vida mejor’ del coach Aki Hintsa. Según Hintsa, en el centro del círculo se encuentra uno mismo, con sus valores y su objetivo vital y, alrededor, la actividad física, la nutrición, el descanso y el bienestar mental. Entre las cosas bellas que nos rodean en el hotel están los cojines y
el papel de pared de Klaus Haapaniemi, todo un viaje a los bosques encantados de Finlandia, las lámparas de Louis Poulsen y de Jaime Hayón, los percheros de Matégot... y más de cuatrocientas obras de arte, incluido un gigantesco dragón colgante de Ai Weiwei, su única obra en un espacio público fuera de China.
Los que tuvieron claro su objetivo vital y han sabido rodearse de las cosas que les estimulan son Pekka y Hanneli Sillfors. En una preciosa cabaña a orillas del lago Inari, en el remoto y despoblado norte de Laponia –tan al norte que la casa de Papá Noel queda a más de cinco horas de coche hacia el sur, y tan deshabitado que hay tres renos por persona–, la pareja dirige, desde hace casi veinte años, una exquisita galería de diseño finlandés: Design House Idoli. Los locales les llaman “los que llegaron en tren” y, en honor a ello, una escalera hecha con viejos raíles separa los dos niveles del espacio. Además de las botellas de Markku Salo, hechas en exclusiva para ellos, aquí es posible encontrar alfombras de papel de Ritva Puotila, cuberterías de Latimeria (pura poesía de metal), joyas de Harri Syrjänen y muebles de Harri Koskinen. “En Japón le reconocen por la calle”, nos cuenta Pekka. La idea de la galería se les ocurrió el mismo día que se conocieron y se enamoraron en Helsinki, hace ya medio siglo. Abandonaron sus trabajos, él como director de una compañía de marketing y ella, en la moda, y aquí están, felices en la gélida y silenciosa Laponia. Sus amigos pensaban que estaban locos, pero no les ha podido ir mejor. “Tenemos visitas con las que compartimos intereses similares, algo muy apreciado en los largos y solitarios días, y se quedan el tiempo justo, ni un minuto más”, comentan entre risas. Además, hace tres años añadieron a su galería una cocina en la que organizan exclusivas cenas privadas a base de productos árticos y vinos italianos. “Cuando los comensales utilizan las cuberterías y vajillas es más fácil que luego las compren”.
EN EL HOTEL ST. GEORGE SABEN QUE RODEARSE DE BELLEZA ES FUNDAMENTAL PARA EL BIENESTAR MENTAL Y FÍSICO