La firma Baccarat abre hotel propio en Manhattan.
Nos hospedamos en Baccarat Hotel, el primer (y ambicioso) hotel de la lujosa firma de cristalería francesa.
¿DÓNDE?
Nada más y nada menos que a la vera del MoMA –las vistas desde la terraza del hotel lo corroboran– y de la Quinta Avenida, así como del Polo Bar de Ralph Lauren. En pleno Midtown de Manhattan.
¿CÓMO ES?
Su insignia es la distinción francesa en su máxima (y más lujosa) expresión. Y con 15.000 cristales decorando cada rincón del hotel en sus diferentes formas, como las 1.800 copas Harcourt que sorprenden en el lobby, las instalaciones de diferentes artistas (Christian Astuguevieille, Gilles Barbier...) que adornan cada una de las entradas a las habitaciones o los diecisiete candelabros repartidos por las estancias.
¿QUÉ OFRECE?
Tratamientos corporales y faciales en el primer spa de La Mer en Estados Unidos después de un chapuzón en su piscina de mármol. En su Grand Salon, la hora del té es todo un hito, servido como le hubiese gustado al rey Luis XV (fundador de Baccarat), junto con un menú alsaciano del chef Gabriel Kreuther, dos estrellas Michelin.
¿QUÉ TAL LAS AMENITIES?
Maravillosas. Camas de Stearns & Foster, productos de baño de Francis Kurkdjian y una selección gourmet de Ladurée en el minibar.
¿ALGÚN DATO CURIOSO?
La exaltación de todo esto se bebe en su bar con la joya de la corona, un cóctel valorado en 5.000 dólares: L’Imperial, inspirado en el Last Word, un trago clásico de la Ley Seca, y servido en la copa hecha para el zar Nicolás II. Ginebra Nolet’s Reserva, Chartreuse verde vintage, licor de marrasquino y zumo de lima con una cereza amarena cubierta en oro, azafrán y perlas de caviar de vodka Beluga. Y sí, la copa te la puedes llevar a casa (baccarathotels.com).