TE LLEVO DONDE QUIERAS
Esa es la labor de David Prior, creador de un club privado dirigido a viajeros que recorren el mundo en busca de la diversidad.
Es la máxima de David Prior y su selecto club.
Lograr que el efecto del vocablo ‘sígueme’ no se limite a provocar el acto mecánico de pulsar sobre el perfil de un usuario virtual, sino que además incite a querer hacer las maletas, no es baladí. Y David Prior domina ambas habilidades. ¿Su técnica? El ex colaborador de nuestros compañeros de la edición internacional de Condé Nast Traveler es el creador de Prior, un club privado que reúne a los viajeros más inquietos para compartir con ellos su bagaje como trotamundos. Por otro lado, la cuenta de Instagram de Prior, un mosaico de fotografías que compiten en belleza, sustenta una comunidad que comparte sus instantáneas viajeras junto al hashtag #forthecurious. Unirse a Prior brinda la oportunidad de recorrer el mundo de una forma más genuina, así como formar parte de eventos y exclusivas fiestas que tienen lugar en diferentes destinos y alojamientos del mundo. “Decidí comenzar con este proyecto hace tres años. Me di cuenta de que había un nicho de mercado interesante: viajeros sofisticados, gente que no quería trabajar con una agencia
de viajes tradicional y que deseaba acceder a experiencias que accedieran a las entrañas de un lugar específico”, nos cuenta David. El objetivo del club, por tanto, es ahondar en las costumbres de cada coordenada del mapamundi o, como reza su página web, “celebrar la belleza diversa del mundo”. Para ello, él y su socio Marc Blazer, contactan sin cesar con diferentes expertos regionales, estableciendo una red internacional de diseñadores de viajes que se encarga de producir rutas a medida para los miembros del club, siempre bajo el compromiso de preservar lo poco común y respetar cada cultura.
Hasta no hace tanto, David disfrutaba produciendo reportajes fotográficos y contando historias para los lectores de Condé Nast Traveler. Y este fue uno de los grandes puntos de partida. “Siempre trataba de guiar al lector para que tuviera la mejor experiencia en cualquiera de los lugares sobre los que escribía. Para mí, lo más bonito de mi trabajo era, y sigue siendo, poder encontrar la identidad única de las personas y aquellas direcciones que mejor representan un destino”, apunta. “Ahora, en lugar de contarles una historia, les convertimos en los protagonistas de esta. He pasado de ser escritor a anfitrión y, en cierto modo, aunque suene pretencioso, tejedor de sueños. Esa parte es la más gratificante”. Hospedarse en Casa Oaxaca durante el Día de los Muertos, vivir la Feria de Abril como un auténtico local, ser testigo de cómo Jaipur se tiñe de vibrantes colores durante el festival Holi, caminar entre la neblina que envuelve a las Tierras Altas de Escocia, esquiar en Niseko o explorar regiones vinícolas como el Etna, Adelaide Hills y Corbières son algunas de las vivencias que David recuerda con mayor cariño y que, sin duda, recomienda. “Mantengo la tradición de disfrutar del primer amanecer del año dándome un baño en alguna de las icónicas piscinas a orillas del mar de Sídney”, confiesa.
A pesar de estar afincado en Manhattan, sus ansias de conocer y seguir coleccionando historias hacen que abandone Nueva York al menos diez días al mes para trabajar con su inspirador equipo. “Vivir arrastrando una maleta es emocionante y, a la par, caótico. La adrenalina que se extrae de los viajes es considerable, pero, de igual manera, el agotamiento que provoca pasar tanto tiempo en carretera puede ser extremo. Dicho esto, si no hubiera viajado con la ferocidad que lo hice, Prior no habría existido nunca”, señala. Son unas cuantas las chinchetas que adornan su mapa de conquistas y, por supuesto, una de ellas hizo diana en España. El flechazo que David sintió por la cultura española se remonta a su época universitaria, cuando conoció a uno de sus mejores amigos, el fotógrafo cántabro Pablo Zamora, colaborador habitual de nuestras páginas. Desde entonces ha viajado por distintas ciudades de nuestra geografía en busca de la esencia de cada una de ellas, de Santander a
Sevilla pasando por Zaragoza y Valencia. “Aquí hemos organizado experiencias que van desde degustaciones de los mejores productos andaluces hasta una visita privada a la Sagrada Familia. También nos hemos lanzado al Cantábrico para recoger percebes y hemos formado parte de la Feria de Abril, que, junto con la Semana Santa, es una de las expresiones más puras de la cultura europea”. Aunque en Prior son especialistas en diseñar itinerarios atípicos, también son conscientes de que hay ciertas celebraciones populares que bien merecen tomar un vuelo y de que la serendipia también tiene su atractivo. “Solemos crear experiencias desde cero y dar acceso a ellas, pero a veces la única manera de que la gente experimente la mejor versión de un destino es simplemente ofreciendo el escenario, el entorno y el tiempo adecuado para que las sorpresas ocurran”, explica. Antes de despedirnos, David nos explica que su empresa destina el 5 por ciento de sus ganancias a organizaciones que velan por el mantenimiento del patrimonio natural y cultural, e incide en la importancia de respetar el medioambiente: “Nuestros viajeros son personas curiosas y comprometidas con la diversidad del planeta. Un viaje bien diseñado puede y debe ser una solución, jamás parte del problema” (prior.club).
El flechazo de David con España se remonta a su época universitaria, cuando se hizo amigo del fotógrafo cántabro Pablo Zamora