LOS SONIDOS DE LA VIDA

¿Cuánto hace que no nos vemos? Sí, creo que demasiado... Desde la última vez que viniste ya no nos empeñamos tanto en que los huéspedes entablen amistad, como es lógico. Sin embargo, los jardines están aún más hermosos si cabe, aunque quizá está mal que yo lo diga, y este verano hemos estrenado unas nuevas tumbonas que sé que te encantarían. Son de un diseñador famoso, Matthew Williamson, seguro que lo conoces, y las ha hecho en exclusiva para nosotros. ¡Ni que decir tiene que te están esperando! Guillermo sigue al mando de El Olivo, claro, ¡y de la huerta!

Esta temporada le ha dado por experimentar con el aceite de almendras tostadas. ¿Y te acuerdas de los burros? Claro, cómo ibas a olvidarlos, con lo que te gustaba ir a darles de comer y rascarles el hocico. Pues ahora son los an itriones de honor en las merendolas que montamos en mitad del campo. También hemos empezado a ofrecer clases de pintura en los acantilados. Las imparte Manuela Holló, una chica encantadora de Hungría que lleva años viviendo en Mallorca. Es una de las pocas artistas que aún salen con el caballete a pintar en la naturaleza. Pero lo que más te va a interesar son las sesiones de sanación a través del sonido que hacemos desde el mirador –sí, la vista, esta vista, también es sanadora–. Recuerdo que tú ya me hablaste del sound healing la última vez que nos vimos, de lo reparadores que te resultaban los sonidos de La Residencia, el trino de los pájaros, el viento bajando de la montaña, los pasos sobre la hierba, las noches de piano, el crepitar de la chimenea... Los sonidos de la vida los llamabas (belmond.com).