Rebozados de gusto.
Es lo que querrás hacer en el Arlberg Lech, un hotel tan austriaco y tan alpino como soñabas.
La familia Schneider bien podría protagonizar un musical para Netflix, uno de esos repleto de jerseys de lana, vino caliente y estribillos pegadizos a gogó. Pero qué va, demasiado tienen los Schneider con dirigir el Arlberg desde los años 50, que fue cuando los abuelos, Helga y Johann, abrieron un albergue alpino y, de paso, se volcaron en el desarrollo de Lech como destino clave de los deportes de nieve. Hoy, Benjamin y Patrick representan la tercera generación de este hotel que ha sabido darle fuste a la cálida hospitalidad familiar con guiños de rotunda modernidad. La prueba está en detalles como la evolución de su imagen, diseñada por el estudio Rabensteiner y digna de enmarcar, o en su firme apuesta por el bienestar –su spa te hará dudar si ponerte los esquíes– y la gastronomía. Y a eso íbamos. Al rebozado del asunto. Porque qué mayor placer puede haber en Austria que rendirse al ZLHQHU VFKQLW]HO (el escalope vienés, para entendernos) sin mirar jamás la báscula ni el reloj. A todas horas e incluso en la terraza si el sol acompaña, porque en ella espera cada día el chef Patrick Tober no solo con escalopes perfectos como el de la fotografía, también con otros platos tradicionales austriacos, bollería recién horneada y deliciosos chocolates. Algo similar te encontrarás en su cabaña Die Stube, donde la madera inunda de calidez cada rincón y el aroma a IRQGXH abre aún más el apetito. Y por si aún dudas: quizá los Schneider no, pero los Von Trapp ya cantaron que entre sus cosas favoritas del mundo mundial estaba el VFKQLW]HO Palabra de Julie Andrews DUOEHUJKRWHO FRP