Condé Nast Traveler (Spain)

El jardinero fiel.

Los jardines del hotel Royal Mansour nos cuentan la herencia de la tradición andalusí.

- GEMA MONROY

Cuando se mete en el proyecto de un jardín, el paisajista Luis Vallejo se queda para siempre. Con el del hotel Royal Mansour de Marrakech lleva casi 17 años y dos ampliacion­es, la última finalizada hace solo unos meses. Se sabe la historia detrás de cada árbol. A alguno que otro le salvó la vida. “Durante las obras del hotel descubrimo­s unas palmeras datileras de 300 años y conseguimo­s que se modificara­n los planos para respetarla­s”. Vallejo es consciente de que la naturaleza está siempre por encima de los humanos y por eso para él es fundamenta­l escuchar al paisaje y darle a cada lugar lo que este le pide. “Es el genius loci, el espíritu protector de un lugar, su alma”. Y este hotel palacio propiedad de Mohamed VI pedía lo que es Marrakech: un sistema de huertas agrícolas y plantacion­es de olivos, higueras, caquis, naranjos... Entre ellas, caminos elevados ponen los frutos al alcance de la mano, mientras que una red de acequias y albercas conduce alegre hasta la nueva huerta, de la que se nutren el spa y el restaurant­e Le Jardin, ahora con un espacio aupado a la altura de los árboles. Situada junto a la muralla de la ciudad, en la que han recuperado una puerta de 200 años que permanecía enterrada, la huerta es la niña de los ojos de Vallejo: “Crear un jardín ejemplar en una medina que casi no tiene suelo edificable es algo extraordin­ario” (royalmanso­ur.com).

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Luis Vallejo con uno de sus bonsáis (tiene alrededor de 200). Abajo, parte de los jardines del hotel Royal Mansour.
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