HABITACIÓN CON VISTAS
Forestis obra un inmediato efecto balsámico en el organismo.
Los antiguos druidas celtas también hacían yoga. Se daban baños de sol para fortalecer el sistema inmune y utilizaban técnicas de respiración con las que sacaban el máximo partido a las propiedades del aire de los bosques. El Wyda, así se llama esta práctica, es parte fundamental de la propuesta de Forestis, y participar en una de esas sesiones, la razón por la que hoy has madrugado más de lo deseado. Notas, sin embargo, que has descansado lo suficiente; dicen que es por los efectos calmantes de la madera de la que están forradas las habitaciones. Te sientes capaz de escalar las montañas que tienes enfrente en dos zancadas. Aquí arriba, a 1.800 m de altitud, en la ladera meridional del monte Ploge, donde el agua mana enriquecida de las rocas, el aire puro ordena la mente y el sol alegra 300 días al año, Teresa Unterthiner y Stefan Hinteregger abrieron el verano pasado un spa retreat que incorpora el valor del entorno en sus terapias y coloca a la naturaleza en el lugar que merece: en el centro de todo. El sobrecogedor paisaje es prácticamente la única decoración de unos interiores minimalistas que fluyen con una arquitectura orientada a sosegar el pensamiento y los árboles, su madera, su resina, sus aceites, protagonizan los masajes y tratamientos de un spa que se esconde bajo la pradera. En la cocina no se tira nada y se recolecta mucho. Igual que para los cócteles, que huelen a abetos y a bayas y, como todo en Forestis, tiene efectos curativos. Aquí saben, como lo sabían los celtas, que el bosque es nuestra verdadera medicina (forestis.it; a partir del 13 de mayo).