Conversaciones con el río
Antes de encontrarse con el Duratón, el río San Juan contagia su alegría a los huéspedes del Molino del Feo.
Cuentan en la zona que, a principios del siglo XX, ‘El Feo’ –quien era en realidad bien parecido, pero quiso la suerte que le apodaran así– construyó un molino con el que transformar el grano en harina gracias al caudal del río San Juan y que de su cauce derivó arroyuelos para regar la huerta. Aquella huerta, equipada hoy con mesas y bancos fabricados por sus nuevos propietarios, Carlos y Ana, con las maderas recicladas del viejo molino, es el idílico escenario en el que desayunar al aire libre cuando el sol así lo permite. Claro que tú puedes elegir el lugar que más te apetezca cada día: la gran pérgola del jardín principal, la luminosa cocina, el salón de la chimenea –donde, por suerte, apenas hay cobertura– o, por qué no, a orillas del río. Las tres hectáreas de esta finca salvaje en la que crecen encinas, sabinas y nogales son solo para ti. Para ti... y quien tú decidas hasta diez personas. El desayuno te espera en una cesta de mimbre en la puerta. Contiene pan de hogaza de la panadería del pueblo de Boceguillas y las deliciosas magdalenas de la de Santo Tomé del Puerto, mermelada casera de frutos del bosque, miel de tomillo, yogur artesanal de Moncedillo, embutidos elaborados por el carnicero de Prádena de la Sierra y, por supuesto, un gran termo de café. Si te han entrado ganas de explorar los alrededores, te gustará saber que, aunque aislado del mundo –el pueblo más cercano, Ventosilla y Tejadilla, de solo 20 habitantes, está a 1,5 km por un camino de tierra–, Sepúlveda se encuentra a 15km y las Hoces del Duratón, a 12 km (molinodelfeo.com;290€ por noche para dos personas y 490€ por noche, para 10).