Tan lejos y tan cerca
A través de un paralelismo virtual, el artista Filip Custic nos lleva directos a un mundo... ¿desconocido?
“Me inspiran la piscología humana, el cuerpo y la manera en que jugamos a creernos Dios a través de la tecnología, creyéndonos inventores de nuevas realidades”, lanza de sopetón Filip Custic al otro lado del teléfono. El tinerfeño, de 28 años y de origen croata, es uno de los máximos exponentes en España de una nueva forma de ver el arte: digitalizado, tecnológico y virtual. Un movimiento que las nuevas generaciones entienden como única forma de vivir y, por tanto, de expresarse, y que Custic ha materializado colaborando en el pasado con ferias dedicadas al nuevo arte contemporáneo como UVNT (Urvanity) o firmas como Balmain o Gucci; así como creando eventos para Playboy o marcando tendencia con Rosalía, para quien diseñó la portada del álbum El mal querer en 2018. “La tecnología es lo único de nuestro presente que no existía en el pasado: el metaverso, internet, los smartphones... Todo esto es nuevo y va muy rápido, es exprés. Lo físico ha perdido protagonismo y esto me genera inputs mentales que me asustan pero que a la vez me inspiran”, confiesa para explicar su conceptualización de lo bello, siempre envuelto en una textura de color que traduce el cromatismo de su mente y que juega en un limbo entre la apreciación analógica y la virtual, perfecta e hiperpulida. “Hay una explosión de artistas que estábamos en nuestra cueva y es internet lo que nos está conectando cada vez más a través del arte. Como la fotógrafa Richie Shazam, en Miami; Naive Supreme y Arca en lo musical. O Virgen María, artista, mi mejor amiga y musa y con la que logro llegar a conclusiones con las que me siento muy identificado”, recalca.
Esta nueva realidad funciona también como medio de transporte, sin necesidad de pisar siquiera el destino deseado. “La cultura virtual me ha influido para poder acceder a toda la información que necesitaba. A conocer otras culturas... no necesariamente he podido viajar al este de Europa para descubrir la Bauhaus o el futurismo y ha sido internet lo que me ha permitido empaparme de ello”, cuenta. “Aunque nada le gana
a lo físico. No es lo mismo estar en medio de un lugar como la Fundación Miró, en Barcelona, donde logras una inmersión total y profunda en el paisaje hasta llegar a simpatizar y entender del todo al artista. En internet se puede aprender mucho, es una realidad y una herramienta fundamental, pero no hay conexión a fondo con una obra. Hay tanta información que no puedes evitar querer ir a lo siguiente constantemente”, añade. Aun así, es esta capacidad de transportarse sin viajar físicamente la que le permite a Custic estar en constante movimiento creativo. “Acabo de diseñar la nueva portada de Rojuu, un músico catalán. El escenario principal es un lago con forma de corazón que descubrí en Tik-Tok –y en el que nunca he estado– que se encuentra en lo alto del Montagnon d’Iseye, y en el que intervenimos de forma virtual con Rojuu”, explica de un proceso capaz no solo de descubrirnos nuevos mundos, sino también formas alternativas de llegar hasta ellos (filipcustic.com).