Córdoba

Escribano corta una oreja

- PACO AGUADO (EFE) PAMPLONA

El diestro sevillano Manuel Escribano, que cortó la única oreja de la tarde, confirmó ayer en Pamplona la proyección de su buen oficio, gracias al que se impuso a una mansa y violenta corrida de Dolores Aguirre, y no como la pajuna miurada con la que triunfó en Sevilla. Manuel Escribano volvió a mostrar las virtudes y la proyección de su bien aprendido oficio. Con la seguridad en sí mismo que da el conocimien­to de los resortes de la lidia, el torero de Gerena lució muy por encima de un encierro de Dolores Aguirre al que sólo un diestro avezado era capaz de sacar un mínimo de lucimiento. El único trofeo que paseó Escribano, el del primero de la tarde, se basó en una faena muy asentada y en la que atemperó con suavidad y una asombrosa facilidad la brusquedad de un toro al que siempre dio confianza para evitar su querencia a tablas, antes de matarlo de un contundent­e espadazo. Al cuarto, al que recibió de nuevo con una limpia larga a portagayol­a, el torero de Gerena le cuajó un variado tercio de banderilla­s, a pesar de que tuvo que aguantar unas descompues­tas arranca- das en las que llegó a sufrir un seco pitonazo en el muslo derecho. Llegó el toro a la muleta con la misma brusquedad, y Escribano volvió a templársel­a justo hasta que el de Aguirre, ya desfondado, impidió que la faena tuviera la suficiente vibración para que se le concediera a su matador la oreja que le hubiera abierto la puerta grande.

/ MANSOS PARA JOSELILLO Joselillo también se fue a recibir de rodillas a sus dos toros a la puerta de chiqueros, en los que fueron los preámbulo de sendos trasteos animosos a los mansos de su lote, en los que puso en el empeño mucha más voluntad que aciertos técnicos. Su primero fue perdiendo gas a costa de dar cabezazos, pero sin llegar ni de lejos al nivel y a la fuerza de los que soltó constantem­ente el quinto, que por su propia mansedumbr­e, y afortunada­mente para la integridad de Joselillo, no tuvo codicia para darlos más cerca de su lidiador. A Juan del Álamo le faltó más convicción para someter al terce- ro, un toro sin clase alguna pero menos violento que el resto del encierro. Pero sí que le puso más actitud a un sexto manso y huidizo que llegó a saltar dos veces al callejón para algarabía de las peñas de sol. Se dilató el joven espada salmantino intentando conseguir el que ya parecía improbable triunfo, y para ello no regateó entrega ni en la suerte suprema, de la que, a costa de dejar una gran estocada, salió feamente prendido por el pecho, aunque sin mayores consecuenc­ias.

 ?? EFE / JAVIER LIZÓN ?? Manuel Escribano recibe a portagayol­a su primer toro, ayer en Pamplona.
EFE / JAVIER LIZÓN Manuel Escribano recibe a portagayol­a su primer toro, ayer en Pamplona.

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