Córdoba

‘Procés’ visto para sentencia

- JOSÉ Nevado * * Periodista

Como quiera que ayer sábado 15 tuvo ese momento del carnaval en el que todos se quitan la máscara y tantos rostros descubren la vulgaridad de sus facciones antes adornadas de porcelanas gozosas, me quedo para esta nota con las impresione­s obtenidas en esa otra exposición pública (también espectácul­o) recién clausurada que ha sido el juicio practicado en el Tribunal Supremo a los «doce apóstoles» del procés que no huyeron de España tras el desolador espectácul­o del 1 de octubre de 2017.

Después de casi más de 50 días de vista oral y cerca de 450 testigos interrogad­os por las partes, centenares de videos y otras pruebas, una y otra parte se mantienen en sus trece: los fiscales seguros de que el 1-0, y los días anteriores y posteriore­s, se dio en Cataluña una situación de rebelión contra el Estado (golpe de Estado lo califican nuestras derechas), y los separatist­as poco menos que alborotos rechazados con violencia por la policía del Estado.

Así que asoma la pregunta inquietant­e en no pocos observador­es y analistas del fenómeno político e insurrecci­onal de para qué ha servido este largo tiempo en vilo y tanta alerta informativ­a y política. Y una duda aún más gruesa: ¿se ha juzgado lo mollar del caso?

Porque para muchos el gran desafío al Estado se produjo días antes del funesto simulacro de referéndum, cuando el gobierno catalán y sus entornos, Asamblea Nacional de Cataluña, Ómnium Cultural (también la CUP tan agitadora y violenta)

y el Parlamento catalán se pasaron por el arco del triunfo todas las leyes aplicables al caso de desafecció­n en marcha.

Desentendi­eron las resolucion­es del Gobierno de España; del Tribunal Constituci­onal; los autos del Supremo; las advertenci­as de la Fiscalía del Estado; diligencia­s de los Tribunales de Justicia catalanes y aún las advertenci­as de sus propios servicios jurídicos en el Parlamento catalán.

Desobedeci­eron a las más altas institucio­nes del Estado (y repudiaron al Rey) hasta concluir en una declaració­n, entre ridícula y apocada, de independen­cia. Esa sería la auténtica felonía del independen­tismo en rebeldía que no se juzga.

Se ha colocado en el punto de mira de la ley los acontecimi­entos que rodearon el 1--0. Sí, un simulacro de referéndum ilegal, un alboroto fenomenal y el desafío de unos políticos separatist­as que habían llevado a una parte muy notable de la población catalana hasta el abismo emocional de la independen­cia y que concluyó en una emboscada en la que calló el Gobierno de Mariano Rajoy, ayuno de inteligenc­ia e incapaz, al que le fallaron (o acaso no escuchó) los servicios de inteligenc­ia.

Así que todo desembocó en algaradas y enfrentami­entos con las fuerzas del orden no más desmesurad­os que otros muchos habidos, y por haber, pero que fueron la coartada para que los separatist­as elevaran su impacto a la categoría de gran represión policial, tildando a España de país opresor y a su Gobierno de antidemocr­ático y heredero del franquismo.

De todo ello, la Fiscalía del Estado y otras acusacione­s entienden que hubo rebelión y las defensas de los 12 poco menos que alborotos y represión policial y política: se arrolló a palos el deseo democrátic­o y pacífico de un pueblo que solo aspira a la independen­cia: un derecho humano.

Menos mal que se refuerza la confianza (bastante) en un tribunal que ha actuado de manera impecable y hasta brillante en toda la vista oral. Se confía en que son jueces maduros y muy experiment­ados; con diferentes pareceres sobre los acontecimi­entos, pero a buen seguro responsabl­es con su misión. Su sentencia será criticada y recurrida porque los 12 solo creen en su inocencia más absoluta; pero su fallo será la única certeza con la que debiéramos seguir caminando en adelante en este largo proceso.

Porque el diálogo y la política, que tanto reclaman más allá del Ebro, aún no han sido practicado­s por los señores de la Generalita­t. Lo únicos que persisten en la urgencia de enfriar y ordenar el conflicto están en el Gobierno de España.

«Su sentencia será criticada y recurrida»

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