CONSO DOMÍNGUEZ
Así como cada individuo es único y la sociedad plural y diversa, la discapacidad, parte de la sociedad y condición personal de cada individuo, es también plural y única.
Encontramos tantas disfuncionalidades como personas. En el afán por generalizar estandarizamos formas de relacionarnos, movernos y comportarnos, y llamamos discapacidades a lo distinto; pero si somos conscientes de la diferencia entre individuos y las especificidades de cada uno debemos llamarlas funcionalidades diferentes. Porque las singularidades son muchas y definir las habilidades de unos en función de las de otros es ignorar las cualidades de ambos.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), «la experiencia de la discapacidad es única para cada individuo, no sólo porque la manifestación concreta de la enfermedad, desorden o lesión es única, sino porque esa condición de salud estará influida por una compleja combinación de factores» físicos, sociales y culturales, entre otros.
En Córdoba las asociaciones y fundaciones que se ocupan de la discapacidad física, orgánica, sensorial o mental son muchas y diversas, pero todas trabajan por un objetivo común: mejorar la calidad de vida de las personas a las que representan.
Y todas vienen a referir las mismas carencias y necesidades cuando se les da voz.
La primera, casi unánime, es la visibilidad. Personas trasplantadas de riñón, personas con enfermedades mentales, personas con síndrome de Down, personas con lesiones medulares, familiares de enfermos de alzheimer, personas con discapacidad visual o auditiva...todos reclaman un espacio en la sociedad de la que son parte. La toma de conciencia de sus circunstancias y, más allá de centrarse en las carencias, que la atención se fije en las posibilidades que tienen como individuos y como colectivos.
Esto lleva al segundo concepto más repetido: la inclusión. La discapacidad es transversal. Forma parte de la sociedad en todos sus órdenes y, como parte de ella, quiere ser tenida en cuenta en el devenir diario y en la toma de decisiones comunes.
La inclusión implica mayores cuotas de participación en las actividades cotidianas y sociales, en los roles de miembros de la comunidad que se relacionan entre sí emocional o laboralmente.
Actuar socialmente implica participar en el día a día, el uso de recursos públicos, ya sean el transporte o las bibliotecas, por citar algunos. Tener espacios de disfrute, tener atenciones adecuadas, poder desplazarse sin obstáculos ni barreras urbanísticas, arquitectónicas o mentales.
La inclusión comienza, siempre, con la identificación de los obstáculos y continúa con el esfuerzo
colectivo para superarlos.
Incluir no es más que garantizar que todos tengan las mismas oportunidades para ser parte de la sociedad desde el nivel más óptimo de sus capacidades, sean estas cuales sean.
El trabajo es esencial para la inclusión, porque aporta autonomía e independencia. Y esa es otra de las demandas de los colectivos, asociaciones y fundaciones cordobesas. Las cotas de desempleo entre las personas afectadas por discapacidad en Córdoba superan el 75% según el presidente de Codisa-predif, Antonio Hermoso. El Instituto de Estadística y Cartografía de Andalucía (IECA), sitúa la tasa de actividad de las personas con discapacidad en edad de trabajar en el 30,4%, y la tasa de ocupación en el 20,1%, 35 puntos porcentuales inferior a la tasa de ocupación de la población sin discapacidad en edad laboral.
Ante esta situación la administración trabaja en planes de empleo para este colectivo y da trabajo a más de 1.500 personas con discapacidad a través de más de 40 centros especiales. Pero estas cifras no son suficientes como tampoco lo son las contrataciones de la empresa privada a personas con discapacidad.
Por ello asociaciones y fundaciones han optado por crear, por si mismos, los puestos de trabajo para sus usuarios. Fepamic, Promi, la Once...son muchos los que crean empleo en sus colectivos pero no son suficientes porque el porcentaje de empleados es muy bajo.
El último concepto que aparece como común al hablar de la discapacidad es relativamente nuevo y es la vejez. El envejecimiento y las circunstancias derivadas de esta etapa de la vida.
Hablan de vejez en Síndrome de Down y en Futuro Singular Córdoba, orientado a personas con enfermedad mental. Son colectivos que, poco a poco, han ganado en calidad de vida y alcanzan edades elevadas. Las particularidades de la vejez en personas con discapacidad debe ser atendida específicamente. Según la Fundación General CSIC un 32% de los españoles mayores de 65 años sufre algún tipo de discapacidad. Y añade, «los ancianos y los discapacitados tienen en común un cierto grado de dependencia de terceras personas». En ocasiones, «los ancianos incorporan la condición de discapacitados, bien porque el deterioro de su salud les impide valerse por sí mismos, bien porque han llegado a la vejez padeciendo algún tipo previo de discapacidad».
LAS CIFRAS
En cifras, en la provincia de Córdoba constan 48.342 personas valoradas con un grado de discapacidad igual o superior al 33% por el Centro de Valoración y Orientación de la Junta de Andalucía. De ellos 25.795 son hombres y 22.547 son mujeres.
Si nos centramos en el rango de discapacidad, el grupo más numeroso es el de personas que tiene entre un 33 y un 64% reconocido de discapacidad. Son 27.555 personas. 15.447 hombres y 12.108 mujeres.
Con entre un 64 y un 75% por ciento de discapacidad, correspondiente a un grado 4, con limitaciones de autonomía graves y dificultad para algunas actividades de autocuidado, se encuentran 11.119 personas. 5.849 mujeres y 6.070 hombres.
El último grupo, el de personas con un grado 5, esto es, limitaciones de la autonomía muy graves, por encima del 75% de discapacidad hay 8.868 personas y más mujeres, 4.590, que hombres, 4.278. Este es el grado más severo, que impide a los afectados realizar por sí mismos las actividades de la vida diaria.
El porcentaje de hombres con discapacidad sobre mujeres es mayor en todos los grupos de edad salvo en el de mayores de 65 años, donde las mujeres, 10.477 casos, superan a los hombres, 8.513. Destaca la diferencia de género en el grupo de 0 a 15. En esta franja de edad hay 1.807 niños por 833 niñas. Casi mil personas de diferencia.
En cuanto al tipo de discapacidad la física es la que presentan mayor número de cordobeses, 17.545; seguidos de la psíquica, reconocida a 13.752 personas. Después aparecen la discapacidad mixta, 12.004 y la sensorial, que tienen, en Córdoba, 5.041 personas. Este es el único grupo donde hay más mujeres que hombres, en concreto 200.