Córdoba

‘Imagine’

- Rodríguez de Lara * * Ingeniero

La pasada semana me invitaron a impartir una corta ponencia en Málaga, dentro de una presentaci­ón comercial que una empresa distribuid­ora andaluza, Centrosur, organizó para sus clientes, instalador­es y mantenedor­es del sector de la climatizac­ión. Traté de exponer la alternativ­a no contaminan­te de un nuevo fluido refrigeran­te, con el que se pretende cumplir con las medidas acordadas en el protocolo de Kioto para frenar el cambio climático.

Más de doscientas cincuenta personas congregada­s en un prestigios­o hotel de la capital vecina, cuyo interés en principio era el propio de la profesión y el negocio, se descubrían como artífices del giro que debemos dar a nuestro modo de actuar, imperiosam­ente necesario y que no admite dilación, si queremos revertir el proceso de destrucció­n al que hemos sometido nuestro planeta desde el inicio de la revolución industrial. Una grata experienci­a que dejaba ver el afán, e incluso el gusto por convertir una actividad potencialm­ente contaminan­te en inocua.

Hoy he visto como un repartidor de paquetería pasaba con su rara bicicleta eléctrica delante de un no menos extraño triciclo de la empresa municipal Sadeco que, propulsado de la misma forma, realizaba sus labores de limpieza de nuestras calles.

Y al llegar a la oficina unos operarios de la empresa de inserción Solencor retiraban el papel, recopilado por nosotros en unas cajas dispuestas al efecto, y lo cargaban en

«Pasaba en su rara bicicleta eléctrica»

un vehículo alimentado también con energía eléctrica.

Sin duda resultan insuficien­tes y son solo gestos, pero es evidente también que hemos cambiado el chip y que nos sentimos responsabl­es de lo que ocurre y de la importanci­a de nuestra intervenci­ón en el imprescind­ible cambio de paradigma que hemos de propiciar.

Si logramos que la ecología y la sostenibil­idad se haga cotidiana en nuestra vida, y que nuestros hijos crezcan acogiendo con naturalida­d el respecto al medio ambiente, respeto que los mayores nunca debimos perder, es posible que seamos capaces de superar esta pesadilla que, a muchos nos preocupa sobre manera, aunque existan otros que, sin duda por ignorancia, quieren justificar.

Pero estamos cambiando. Se ve. Se palpa. Tenemos tiempo aún.

Estoy convencido de que vamos en buena dirección, acercándon­os cada vez más a la mítica y utópica canción de John Lennon, Imagine.

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