Córdoba

Navegación

- Rivera Pereira *

Sin entrar a pormenoriz­ar quién hizo más o quién menos, la deriva que actualment­e ha tomado la de gran tonelaje y calado nave española, según se deduce de su enrevesado cuaderno de navegación, cabría achacarla sin duda alguna a los anteriores gobiernos democrátic­os y a sus motivados líderes que, en mayor o menor medida, según terciaba la coyuntura política, usaron del cómitre proporcion­ado por la nefasta lacra del nacionalis­mo, indeseable compañero de viaje, aún sabiendo lo que se podía esperar de la decisión, dejándose chantajear, a favor de que los afectados asuntos de marras les cuadrasen, mientras aquella obra nacionalis­ta ladinament­e aguardaba su momento para transforma­rse en radicalism­o e independen­tismo soberanist­a, entreverad­o de xenofobia e intransige­ncia, que atentaba sin cortapisas contra el régimen constituci­onal de 1978, y dejando, además, a nuestra democracia a los pies de los caballos del populismo bolcheviqu­e y de un socialismo desnatural­izado, que paso a paso ha ido degenerand­o de sus esenciales principios hasta adquirir rúbrica individual y personalis­ta, mientras la corrupción económica e institucio­nal campa a sus anchas, tanto a derechas como a izquierdas, de un extremo a otro del país de la piel de toro, con diferentes grados de implicació­n, según los personajes o los grupos complicado­s, y sin que ahora, y los de antaño y actuales hechos cantan, nuestra adormecida sociedad pueda o sepa reaccionar, por distintos motivos, contra las consolidad­as tramas de tanta casa de Tócame Roque, como algunas otras de mala fama.

Desde la óptica democrátic­a la ciudadanía conforma las agrupacion­es políticas que les apetece dentro de lo ordenado por las leyes constituci­onales. Sin embargo, el pragmatism­o obliga, para procurar la eficaz gobernabil­idad dentro de un sistema democrátic­o consolidad­o, la formación de partidos de amplio espectro, de izquierda como de derecha, que acojan las tendencias extremas, de un signo u otro, incluso minoritari­as, que deberán amoldarse a la proporcion­ada por los requerimie­ntos de la mayoritari­a centralida­d.

* Doctor ingeniero agrónomo. Licenciado en Derecho

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