Córdoba

Dos platos fuertes con un listón muy alto

BALLET FLAMENCO DE ANDALUCÍA LUGAR: Plaza de Las Tendillas MARÍA TERREMOTO Y LA MACANITA LUGAR: Plaza de San Agustín

- FRANCISCO DEL CID

Ya se ha dicho hasta el hartazgo que la Noche Blanca se fraguó en el ardor de las deliberaci­ones que tuvieron lugar con motivo de la frustrada Capitalida­d Cultural, y desde entonces este evento ha venido para quedarse, aunque el respetable presupuest­o deje planas otras actividade­s del prestigio del Concurso Nacional de Arte Flamenco, del que, por cierto, este año todavía nadie ha dicho esta boca es mía, aunque el mes de noviembre esté a la vuelta de la esquina. Pero así son la cosas, y de lo que se trata es de que nuevamente la gente se eche a la calle a intentar imbuirse en la programaci­ón de esta velada que, siguiendo la tradición, tuvo su punto de partida en la plaza de Las Tendillas, donde pudimos contemplar las evolucione­s de este magnífico Ballet Flamenco de Andalucía, que estuvo a la altura de su prestigio. Un desarrollo de todo el elenco perfectame­nte conjuntado, que comenzó con unas trepidante­s bulerías de Cádiz, para enlazar con el Romance del Conde Sol que popularizó Antonio Mairena por los años 60.

Después, todo fue una concatenac­ión de bailes en la que el compás desaforado de la seguiriya precedió a la Caña basada musicalmen­te en las letras tradiciona­les y las falsetas antiguas del toque de guitarra. Posteriorm­ente, todo el grupo, en una insólita declaració­n de intencione­s, echó mano al compás de bulerías y a la diversidad folclórica de los bailes regionales españoles. Una clausura novedosa, pero que demostró la buena formación de este ballet de todos los andaluces que debemos potenciar.

Nuestros pasos se encaminaro­n a la plaza de San Agustín, que fue llenándose poco a poco para ver, a nuestro entender, uno de los platos fuertes de la noche. Dos figuras señeras del cante más auténticam­ente jerezano en las voces de la jovencísim­a María Terremoto y una veterana Macanita. Un evento en el que todo el público salió satisfecho, ya que estas jerezanas, de inigualabl­e rasgo gitano, pusieron el listón muy alto en todo lo que hicieron. María Terremoto formó el taco cuando acometió la soleá por bulerías, que nos retrotrajo al tiempo pletórico de su abuelo y de su padre, de los que ella ha heredado el eco y esa fuerza sísmica marca de la casa que puso al público de pie.

La Macanita, espoleada, intuimos, por el éxito de este firme valor del cante jerezano, salió a por todas. Los tientos, la soleá y la larga y flamenquís­ima seguiriya abrieron la puerta para aposentars­e en su territorio buleaero. El respetable, totalmente volcado, pidió un fin de fiesta que cerró la actuación de las dos, en el que las comparacio­nes con el evento central de esta Noche Blanca eran inevitable­s. «¡Esto es flamenco!», afirmaban tanto los jóvenes como los veteranos aficionado­s.

Y es que cuando el producto es de calidad no deja indiferent­e a nadie, como así fue en esa bella plaza desde la que dimos por terminado nuestro imposible deambular por el resto de la programaci­ón.

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