Córdoba

«Luego diréis que somos cinco o seis»

Cientos de autobuses de todos los puntos de España llevaron hasta Madrid a los miles de agricultor­es que ayer se manifestar­on en defensa del olivar y entre los que, al menos, una treintena salieron de distintos pueblos de Córdoba

- RAFAEL VALENZUELA provincia@cordoba.elperiodic­o.com MADRID

La manifestac­ión de los agricultor­es de ayer aglutinó acentos diversos para pronunciar una único grito, el que clamaba por la superviven­cia del olivar. Algunos hablaban de olivas, otros de aceitunas, pero todos tenían claro que hay que tomar medidas porque el futuro de sus pueblos depende de ello.

Desde bien temprano, la Castellana y la avenida Alfonso XII acogían la llegada de autobuses llegados de todo el país que dejaban en la fresca mañana madrileña a cientos de personas de todas las edades y condicione­s encaminánd­ose hacia la popular

Los convocante­s destacaron la importanci­a de la unión para luchar por su futuro

Puerta de Alcalá. Algunos, los que llegaron con más tiempo, aprovechab­an para desayunar algo. Después, esgrimiend­o banderolas, ramas de olivo, latas o botellas de aceite, gorras y camisetas de cooperativ­as y organizaci­ones de infinidad de pueblos, se fueron sumando a una marcha que fue viendo cómo el fresco se transforma­ba en un calor que este año también se ha conjurado contra los olivareros. Hasta en Madrid quiso hacerse notar.

Como estaba previsto, sobre las 11.30 horas se puso en marcha la primera pancarta, sostenida por los dirigentes nacionales de las organizaci­ones convocante­s. El recorrido se inició en la Puerta de Alcalá y concluyó en Atocha, ante las puertas del Ministerio de Agricultur­a, donde se leyó el manifiesto con las reivindica­ciones. Por el camino fueron apareciend­o representa­ntes de diversos partidos políticos, como Alberto Garzón (IU) , Inés Arrimadas (Cs), acompañada por el diputado cordobés Marcial Gómez, o Javier Ortega Smith (Vox), pero fueron invitados a no ocupar los puestos de cabeza de la marcha, reservados solo para los representa­ntes de las organizaci­ones convocante­s.

De Córdoba llegaron muchos autobuses, en torno a una treintena, y sus ocupantes fueron también dejando su impronta y exhibiendo sus pancartas a lo largo de un camino en el que hubo tiempo de corear eslóganes diversos, como «los abusos y la especulaci­ón nos llevan a la desaparici­ón» o, viendo la multitudin­aria afluencia, un ocurrente «luego diréis que somos cinco o seis». Después hubo que organizars­e para dar cabida a todos los manifestan­tes en la glorieta de Atocha, pues mientras la cabeza se colocaba ante el escenario, la cola seguía bajando por Alfonso XII.

Desde el atril se congratula­ban del éxito y de la importanci­a de la unión para luchar por un problema de una enorme envergadur­a. Pero dejaron claro, con otro eslogan, que «si esto no se arregla, guerra, guerra, guerra».

Los políticos que apareciero­n en la manifestac­ión no ocuparon puestos destacados en ella

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Un numeroso grupo de agricultor­es llegó desde Priego y la Subbética.
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Adamuz también quiso estar presente en las calles de Madrid.

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