La cancillera alemana ha gobernando durante 16 años y ha sido líder indiscutida de su partido, además de un factor de unión y estabilidad para la UE Un gran futuro que ya es pasado
ANGELA MERKEL
La Unión Cristianodemócrata (CDU) apuesta por el continuismo. Armin Laschet, actual primer ministro del Renania del Norte-westfalia y defensor de la herencia política de Angela Merkel, es el nuevo presidente de la CDU tras imponerse en el congreso digital del partido conservador culminado ayer. El resultado tiene todavía que ser ratificado a través de correo postal por los 991 delegados que ejercieron su voto telemático en la segunda y definitiva vuelta.
Laschet se impuso en la segunda ronda con 521 votos frente a los 466 de Friedrich Merz, enemigo histórico de Merkel que apuesta por un giro a la derecha del partido. Previamente, Merz había avanzado a Laschet en la primera vuelta por solo cinco votos (385 frente a 380) y al tercer candidato en liza, Norbert Röttgen, un outsider que solo obtuvo 224 votos y quedó descartado en el primer corte. «Pido el respaldo a aquellos que eligieron a otros candidatos
Otoño de 1990. Una Alemania que vivía una reunificación exprés se disponía a conmemorar el primer aniversario de la caída del muro de Berlín. El entonces Gobierno de Bonn mostraba a unos periodistas cómo se desmoronaban los muros físicos, políticos y psicológicos que se habían alzado desde el Báltico hasta la entonces Checoslovaquia. En Berlín, el programa de la visita contemplaba un encuentro con representantes de la Unión Demócrata Cristiana (CDU), de la Alemania comunista, la RDA. Se nos informó de que entre los asistentes estaría una joven del Este con un gran futuro. para ir unidos a las próximas elecciones federales», dijo Laschet, en un breve discurso como vencedor en un congreso atípico e histórico, el primero de un gran partido alemán celebrado de manera íntegramente digital.
La petición expresa del nuevo presidente democristiano deja en evidencia que la CDU sigue estando fuertemente dividida entre los que apuestan por el centrismo estratégico desplegado por Merkel y los que desean un giro derechista para tener un perfil conservador
El encuentro tuvo lugar en lo que parecía una sala parroquial, donde la severidad luterana se añadía a la sobriedad del socialismo real. Y allí estaba ella. Sentada en un sillón, con la cabeza algo hundida entre los hombros, aspecto monjil y parca en palabras, lo que hacía dudar sobre aquel futuro que se nos anunció. Quien llevaba la voz cantante era Helmut Lück, portavoz de la CDU en el Este, eufórico por la velocidad de la reunificación y por la reciente incorporación a las filas democristianas de miembros del partido que fue uno de los arietes de la revuelta anticomunista, Despertar Democrático, como Angela Merkel. Que aquella joven causara tan poca impresión dice muy poco más claro e intentar recuperar así votos huidos a la ultraderecha de Alternativa para Alemania (AFD), que ha abierto un importante flanco electoral a la derecha de la CDU.
Queda por ver qué función pretenden asumir Merz y Röttgen dentro del partido en un superaño electoral como el del 2021, en el que Alemania enfrenta cinco elecciones regionales y unos comicios federales previstos para el próximo septiembre. Estos supondrán el adiós definitivo de Merkel. de la perspicacia de quien escribe. Por el contrario, dice mucho, muchísimo, de aquella mujer que hoy, tres décadas después, ha estado al frente de la cancillería durante
La alianza de la CDU-CSU (los democristianos y sus hermanos socialcristianos de Baviera) todavía tiene que solventar además una cuestión fundamental: quién será su candidato a la cancillería, un nombre que no necesariamente tiene que ser el del nuevo presidente de la CDU. El primer ministro de Baviera, el socialcristiano Markus Söder, es de hecho el mejor situado en las encuestas de opinión. La CDU-CSU no tiene previsto despejar esa duda hasta la próxima primavera. 16 años gobernando la economía más pujante de Europa, ha sido líder indiscutida de su partido, y un factor de unión y estabilidad de la UE. La fórmula del éxito no es otra que la de ejercer la política con una mirada distinta, una mirada humana y de largo alcance, con los pies bien firmes en el suelo.
La imagen de aquella joven que parecía a la defensiva en el 1990 me la recordó Stefan Kornelius, autor de una biografía autorizada de Merkel, cuando dice que su educación como hija de un pastor protestante en un país oficialmente ateo como Alemania oriental «le enseñó a estar sentada en la mesa, a esperar y a ser consciente de que en cualquier momento po
«Me di
⁄ cuenta de que ya no tenía suficiente autoridad y apoyo para dirigir al partido sin que sufriese daños», dijo el viernes en su discurso de despedida la presidenta saliente de la CDU, Annegret Kramp-karrenbauer. Se refería a la crisis de Turingia del pasado febrero, cuya sombra sigue marcando la política alemana: la federación de la CDU en ese estado federado votó entonces junto a la ultraderecha de AFD para elegir un candidato minoritario y alternativo al de los poscomunistas de la Izquierda, que había ganado las elecciones regionales.
Los democristianos de Turingia lo hicieron contra la voluntad de Kramp-karrenbauer, que tuvo que abandonar su misión de dirigir al conservadurismo alemán. «No se trataba de una cuestión regional, sino del alma de l partido», dijo el viernes Kramp-karrenbauer. La CDU tiene nuevo presidente, pero sigue sin resolver la división interna con la que tendrá que afrontar el fin de la era Merkel.
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dían ser espiados». Y también cuando el autor cita las propias palabras de la cancillera sobre el silencio: «Aprender cuándo quedarse callada era una gran ventaja en la RDA. Era una de nuestras estrategias de supervivencia».
No hay muchos políticos que consideren públicamente la indecisión como una virtud y no un defecto. Ella sí. Lo explica otro biógrafo, Matthew Qvortrup, que recoge sus palabras: «Soy bastante buena cuando hay que tomar una decisión, pero necesito un poco de carrerilla y me gusta pensar antes de lanzarme. Siempre me gusta saber qué me pasará, pese a que me reste espontaneidad».
A Merkel siempre se le echará en cara, y con razón, su tozuda defensa de la austeridad durante la crisis del euro. Pero también es cierto que evitó caer en el mismo error ante la crisis por el covid. Y antes, ya había dado una lección de dignidad al permitirla entrada de refugiados durante la crisis originada por la guerra de Siria.
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